Si hay un elemento central en el pensamiento de Javier Milei y su entorno de máxima confianza es el de mantener el centro político de la agenda todo el tiempo. No importa tanto el contenido ni la forma, sino el resultado final. La política, como el fútbol, se define con aciertos y goles.  

Este imperativo tambaleó esta semana, tras el fallo ratificatorio de la Corte Suprema de Justicia, que certificó la prisión y la proscripción sobre Cristina Fernández de Kirchner, la referente de la oposición con la que el Gobierno quería seguir polarizando, manejando los hilos de la conversación pública.

Lo que se abrió desde el martes a las cinco de la tarde, cuando se conoció la definición del máximo tribunal es un proceso político aún incierto, con los actores dentro del peronismo manteniendo una interna voraz, pero que definitivamente corren el centro de gravedad desde Balcarce 50 hacia la calle San José, en el barrio de Balvanera. El departamento de la exmandataria es el epicentro de las manifestaciones de los y las militantes, y a donde llegaron representantes de todo el arco justicialista.

En medio de estos días de tembladeral político, el presidente Javier Milei llevó adelante la gira más larga desde su llegada al poder, que lo llevó por Italia, España, Francia e Israel. Su llegada a Buenos Aires puso fin a 10 días en los que, si bien quiso mantener su omnipresencia desde sus redes sociales, el vendaval del fallo de los jueces Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzeti y Carlos Rozenkrantz fue una pared inconmensurable incluso hasta para el imán de atención que suele acompañar al mandatario.

Prueba de esto es que a pesar de que el Gobierno salió a vanagloriarse del resultado de la inflación de mayo del 1,5%, la cifra más baja desde la pandemia en el 2020 (incluso hay que remontarse hasta el 2017 para llegar a registrar un número tan reducido en la carestía del costo de vida), este facto pasó de largo. 

La opinión pública sigue girando en torno a la figura de Cristina, las vicisitudes de lo que será la efectivización de su prisión con lo que puede llegar a pasar con los ánimos de la militancia afuera de los tribunales, y una interna peronista que sigue al rojo vivo.

Efectos post condena: Milei quedó en un segundo plano y “Toto” Caputo activó otro festival de deuda

Puertas adentro del Gobierno no lo aceptan, pero es un hecho que la crisis que afecta al peronismo, el principal movimiento político de los últimos 80 años, puede transformarse en oportunidad para la oposición si prospera el plan cristinista de reforzarse, en forma simbólica, como víctima de un sistema persecutorio, que incluye la connivencia del aparato judicial, comunicacional, empresarial y de referentes de la política que provienen del riñón macrista.

En esta última enumeración queda afuera circunstancialmente La Libertad Avanza (LLA), que hace un año y medio que oficia de gerente de todos estos sectores, solo con excepción del PRO de Mauricio Macri, al que vienen desacreditando y destratando sobre todo desde el último triunfo “libertario” en la Ciudad de Buenos Aires.

Es que el oficialismo, de acuerdo con los últimos trascendidos, movió sus piezas para impedir que la expresidenta no quedara afuera de la elección legislativa en la Provincia de Buenos Aires, donde había afirmado que sería candidata.

Fue el asesor- sin cargo Santiago Caputo el que, vía el viceministro de Justicia Sebastián Amerio, habría intercedido sin éxito ante un emisario del juez Rosatti, para intentar patear el fallo hasta después de la elección de octubre. No hubo caso, todo fue resignación. Con Cristina, inhabilitada de por vida para ejercer cargos públicos, el Gobierno perdió la figura por excelencia para confrontar e intentar infundir el temor del “fantasma” del kirchnerismo, en un juego de fuerzas del que pensaban que saldrían airosos, basándose en la alta imagen negativa de la actual presidenta del PJ.

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Un segundo elemento de temor, aunque no todavía encarnizado es la posibilidad de una mayor conflictividad social, que puede despertar lo que acontezca la semana que viene con el traslado de Cristina a prisión, y que ya tuvo algún movimiento callejero durante las últimas dos semanas con las múltiples marchas que se convocaron los miércoles.

En esas manifestaciones, a los reclamos laborales y sociales (Garrahan, discapacidad, jubilados, por poner sólo algunos ejemplos) se les puede sumar de forma más permanente el rechazo a la proscripción de la expresidenta y un pliego reivindicativo “por la democracia”.

Si la reconfiguración de poder de Cristina es una mala señal para el Poder Ejecutivo nacional, el que intentó sacarle el mayor jugo posible fue Luis Caputo.

El desvío de la agenda hacia la situación judicial de la líder peronista le dio vía libre al titular del ministerio de Economía que, considerando que sería inminente la baja del Riesgo País por esta noticia de la que también tomaron nota en los mercados, salió a jugar fuerte para garantizarse dólares frescos de la “timba” financiera.

El “Messi de las finanzas” consiguió 500 millones de dólares tras la reapertura de los Bontes 2030, en la última licitación del viernes, de la que participaron agentes locales y del exterior (aún no se conocen los nombres de esos fondos de inversión). A este número se le suman otros 2000 millones de dólares que se aseguró el Gobierno por la renovación de los Repos con siete bancos internacionales.

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Con estas dos acciones, las arcas del Banco Central (BCRA) se engrosan y llegan a un bruto de 40.561 millones de dólares. Caputo y el titular del BCRA Santiago Bausili quieren empezar a hacer buena letra con el Fondo Monetario Internacional (FMI).

El organismo que encabeza Kristalina Georgieva puso el grito en el cielo ya que el Gobierno no acumulaba reservas desde la flexibilización del “cepo”. La condición para nuevos desembolsos por 2000 millones de dólares (que se sumarian al primero por 12 mil millones) incluía en el acuerdo de facilidades extendidas que la Argentina se comprometía a engrosar sus reservas de cara a cada revisión trimestral.

Este mega operativo de toma de deuda, otras más de parte de Caputo en su historial en la gestión pública, busca paliar el fracaso del plan de “sacar los dólares del colchón” y la negativa del Gobierno a comprar dólares en el mercado de cambios, para evitar recalentar la demanda de divisas y una eventual disparada inflacionaria. 

Los resultados finales convencen un poco más al staff del FMI, a cargo del encargado para el caso argentino Luis Cubbedu, pero el reclamo era que la forma de obtener las divisas era con la liquidación del complejo agrario exportador.

Caputo hizo de las suyas, y parece salir airoso. De la misma forma que sale bien parado anunciando la mencionada baja “histórica” de la inflación, pisando de forma atroz los salarios, rechazando las homologaciones de paritarias, y deprimiendo el consumo.

La bomba de la prisión para Cristina también tapó estas cuestiones, y que las familias financian la compra de alimentos con la tarjeta de crédito. El 90% de los hogares están endeudados por este motivo.