Javier Milei y La Libertad Avanza se juegan el todo por el todo en la elección del 26 de octubre. Con un plan económico que ya fracasó en más de una oportunidad, el salvataje de los EEUU pareciera ser la última bala en la recámara de un oficialismo que ya se consumió el ahorro de un ajuste brutal, un blanqueo de capitales récord y un nuevo crédito del FMI. Todo para sostener un tipo de cambio pisado que sostenga la ficción de una inflación contenida, aunque la economía no deje de dar señales de encaminarse a una recesión.

Pero ese salvataje, como quedó en claro en declaraciones recientes del Secretario del Tesoro yanki, Scot Bessent, dependerá en gran medida de los resultados de las urnas. EEUU ya intercedió para rescatar a Milei a través del FMI y no regalará nuevos fondos a ciegas si no se registra un apoyo sólido de la ciudadanía al gobierno libertario. Pero, ¿qué sería un apoyo significativo a Milei por parte del electorado argentino? ¿Qué resultado debería obtener LLA en las urnas para no quedar, otra vez, en la cuerda floja?

Aquí un antecedente no tan lejano ilumina una posibilidad. En el 2013, luego de la aplastante victoria de CFK en 2011 que la llevó a la reelección, el Frente para la Victoria ganó las legislativas nacionales pero sufrió una dura derrota política. El kirchnerismo plebiscito políticamente una serie de reformas de fondo, que iban desde cambios en la justicia hasta una posible reforma constitucional que habilitara la re-reelección de CFK, y recibió un duro golpe que enterró esos movimientos de avanzada y empezó a configurar un escenario que inició con la devaluación de Kicillof en 2014 y terminó con el triunfo de Macri en 2015.

¿Cómo fue que el kirchnerismo ganó la elección pero quedó tan golpeado políticamente y terminó encaminándose a la derrota en las ejecutivas dos años después? Justamente por lo mismo que podría pasarela Milei y LLA avanza en este 2025: sumar la mayor cantidad de votos a nivel nacional como fuerza única, pero perder con contundencia distritos clave frente a actores que se posicionen hacia las elecciones del 2027.

El 2013 de CFK al que le teme Milei

El FPV resultó la fuerza más votada en ese 2013 a lo largo y ancho del país en la elección de diputados. Con un 32% de los votos a nivel nacional le alcanzó para imponerse ante la dispersión de una oposición que, sin embargo, triunfó por amplios márgenes en provincias determinantes .

El caso más recordado es el de la PBA y la gran victoria de Sergio Massa sobre Martín Insaurralde. El ex ministro candidato de UP había roto relaciones con CFK y se presentó con la alianza +A, encabezada por el Frente Renovador, creado para la ocasión. Su campaña tuvo puntos de contacto con lo que hoy plantea el peronismo oferente a Milei: frenar la avanzada de CFK en temas estructurales como una reforma de la justicia o de la Constitución. El resultado de las urnas bonaerenses fue contundente: Massa obtuvo el 43% de los votos y le sacó 12 puntos a Insaurralde, que apenas superó el 31%.

Pero la PBA no fue el único distrito importante del país donde perdió el kirchnerismo. En la CABA, el FPV quedó tercero detrás del PRO y UNEN (Carrió + Pino Solanas). El cordobecismo se impuso por mucho en la provincia mediterránea, donde la UCR salió segunda y el FPV tercero. En mendoza la UCR le sacó 200.000 votos al FPV. La Alianza Compromiso Federal le ganó al kirchnerismo en San Luis. El Frente Cívico y Social ganó en Santa Fe, donde el PRO salió segundo y el FPV quedó tercero. El kirchnerismo perdió incluso en Santa Cruz, su casa matriz, donde Unión Para Vivir Mejor le sacó 28.000 votos al FPV.

El 2013 de CFK al que le teme Milei

El peronismo de extracción kirchnerista, liderado por CFK, se impuso ese año en ocho provincias: Chaco, San Juan, Entre Ríos, Formosa, La Rioja, Río Negro, Tierra del Fuego y Tucumán; y otras variantes del peronismo o frente aliados al gobierno kirchnerista ganaron en La Pampa y Misiones. El FPV se impuso a su vez en cinco de las ocho provincias que eligieron senadores ese año: Chaco, Entre Ríos, Río Negro, Salta y Tierra del Fuego; y perdió sólo en CABA, Santiago del Estero y Neuquén. A pesar de estos resultados, ganar siete provincias en Diputados y cinco en Senadores, y quedar como la primera fuerza a nivel nacional, el kirchnerismo fue visto como perdedor en esos comicios.

Muy probablemente, si hoy un mago le ofreciera a Milei la posibilidad de ganar esa cantidad de provincias y que LLA quede cómoda como primera fuerza nacional, el presidente libertario firmaría con las dos manos. En lo que va del año el oficialismo sólo se impuso en 2 de las 10 elecciones provinciales que se llevaron a cabo: en CABA y en Chaco, donde fue aliado al gobierno local del radical Leandro Zdero.

En un escenario realista, LLA puede esperar para octubre repetir triunfos en CABA y Chacho, y sumas Entre Ríos y Mendoza, donde hizo alianzas con Rogelio Frigerio y Alfredo Cornejo. Tendrá también el camino algo allanado en San Luis, donde Claudio Poggi acordó no presentar candidatos propios y LLA competirá directamente con el peronismo. Pero afrontará panoramas muy complejos en provincias claves que se unificaron en el frente Provincias Unidas, especialmente Córdoba y Santa Fe, pero también Jujuy, Corrientes y Chubut. Y deberá medirse con provincialismos fuertes como el salteño, el misionero, el MPN en Neuquén, el armado de Weretilnetk en Río Negro o el de Vidal en Santa Cruz.

A la par de todas estas batallas locales que LLA deberá librar con gobernadores de distintos signos políticos, tendrá también que enfrentarse con un peronismo que si bien no va con el mismo frente en todos los distritos, sí tiene alternativas en cada provincia. Fuerza Patria se presenta como sello solo en 12 provincias y la CABA. En el resto de los distritos, el peronismo lleva otros nombres. Unidos Podemos (Chubut), Fuerza Entre Ríos (Entre Ríos), Frente de la Victoria (Formosa), Defendamos La Pampa (La Pampa), Federales Defendamos La Rioja (La Rioja), Frente Justicialista Mendoza (Mendoza), Fuerza San Juan (San Juan), Frente Pueblo (San Luis), Fuerza Santacruceña (Santa Cruz), Fuerza Patria Peronista (Santiago del Estero), y Tucumán Primero (Tucumán).

El 2013 de CFK al que le teme Milei

Esta dispersión de sellos peronistas hace que LLA sea la única fuerza con representación única en las 24 provincias del país. Por esto, la lectura de los resultados del 26 de octubre admitirá matices y relatos posibles. Es muy probable que el armado libertario termine como primera fuerza, pero habrá que sumar a las 13 cosechas de Fuerza Patria los números de los restantes frentes del peronismo para sacar una radiografía más certera de la composición real del apoyo a Milei y su contraste con el peronismo. Y, a su vez, habrá que ver la performance de la tercera vía que empiezan a plantear las Provincias Unidas como una alternativa que pretende romper la polarización. Sólo así podrá componerse un mapa real del nivel de banca a Milei de la sociedad argentina y trazar proyecciones en ese sentido.

Ese contexto general será lo que miren los mercados, los inversores y los amigos del presidente en el Tesoro y la Casa Blanca. Si LLA no supera el 35% a nivel nacional y a la vez sufre derrotas contundentes en distritos centrales del país, como la PBA, Córdoba y Santa Fe, la lectura podrá ser en clave de derrota aunque termine primero, tal como le sucedió al FPV en 2013. Y, lo peor del momento actual para el Gobierno, es que ya hay mediciones que agrupan estos números y dan a LLA por debajo del peronismo a nivel nacional.

RDT Consultores, por ejemplo, marcó en su último estudio una diferencia de poco más de un punto para el peronismo, que alcanzaba el 36,4% contra un 35% de LLA. La consultora Zentrix expuso números aún más preocupantes para el oficialismo. Fuerza Patria y el resto de las vertientes peronistas alcanzarían el 41,5% contra el 35,4% al que llegaría LLA. Reale Dalla Torre Consultores también registró a Fuerza Patria primera a nivel nacional con un 36,4% de intención de voto, apenas por encima del 35% de LLA.

Estos son algunos de los números que dan vueltas por estas horas y que preocupan a un oficialismo que tira manotazos de ahogado para intentar calmar un clima económico detonado por lo insostenible de su propio programa. El 26 de octubre a la noche habrá que mirar los números para analizar si efectivamente el gobierno libertario consigue un apoyo contundente en las urnas, que dispare a su vez el salvataje estadounidense y lo proyecte hacia las reformas estructurales que aún adeuda, o si, como el kirchnerismo en 2013 encuentra un límite que reconfigure el tránsito hacia las presidenciales del 2027.