La firma del acuerdo MERCOSUR – Unión Europea aún opaca en cuanto a su alcance, disparó rápidamente posiciones celebratorias por parte de los seguidores del gobierno y sus opuestas por parte de los detractores.

Sin embargo, en ambas miradas el foco estuvo puesto en un aspecto importante pero quizás no central en relación a este entendimiento, cómo es que gana y qué pierde la Argentina en su comercio con la Unión Europea.

Con lo que se sabe, y es fácil confirmarlo leyendo los comunicados que difundió la propia Comisión Europea, en términos de comercio se trata del refuerzo de la lógica tradicional de materias primas por manufacturas, con el agravante que en aquellos sectores agrarios en competencia, la Unión Europea no avanza hacia el libre mercado, sino hacía un sistema de cuotas, como en el caso de la carne.

Por tanto, el acuerdo refuerza los lazos ya existentes, generando sectores ganadores (agro principalmente) y perdedores (industria), como así también nuevas lógicas de relacionamiento en términos de propiedad intelectual, compras gubernamentales y cooperación, quizás el espacio donde el MERCOSUR, por fuera de lo comercial, tenga más por ganar.

Sin embargo, aún con estos datos, esta mirada es incompleta. Porque el hecho fundamental aquí es que el acuerdo no lo firmó la Argentina con la Unión Europea, sino que lo firmó el MERCOSUR y, por tanto, lo que viene a cambiar definitivamente este acuerdo son las relaciones comerciales al interior del bloque.

¿Es esto importante? Para la Argentina, muchísimo. Brasil es por lejos el principal socio comercial argentino, tanto como destino de sus exportaciones, así como en origen de importaciones. Según el INDEC, en 2018, las exportaciones al MERCOSUR superaron los 14 mil millones de dólares, mientras a la Unión Europea apenas alcanzaron los 9000.

Dicho comercio argentino – brasileño, es además, un comercio preferentemente de manufacturas, donde más del 40% de las exportaciones argentinas son vinculadas a la industria automotriz y sus autopartes, seguido por otras ramas industriales como la química y la plástica.

Sectores en los cuáles justamente la Argentina acaba de perder en manos de la Unión Europea su preferencia regional que para los autos llegaba al 35%.

Este alto porcentaje de protección se había convertido en el corazón industrial del MERCOSUR y es el que había incentivado a las terminales europeas a mantener sus plantas en la región, con los beneficios asociados en términos de empleo, cadenas de valor y proyectos de innovación y desarrollo asociadas a  una industria tan poderosa como la automotriz.

Por lo que se conoce, cosa que habrá que comprobar, el nuevo acuerdo otorga un período de 7 años de transición con un arancel que bajará de 35% a la mitad (17,5), y luego otros 8 años donde finalmente se lo llevará a 0. Para las terminales europeas, gran negocio, podrán decidir donde producir sus automóviles. Para los trabajadores mercosureños, las cuentas externas de nuestro país y su estructura económica, un desafío profundo y complejo.

En definitiva, el acuerdo MERCOSUR – Unión Europea generará para la Argentina desafíos en la relación bilateral con el viejo continente, pero sobre todo enormes interrogantes ante la pérdida de privilegios en el mercado brasileño, su principal socio comercial. Por ello, para evitar que este acuerdo se convierta en el vehículo de la propia destrucción de la economía argentina, al menos en su faceta productiva, se deberán priorizar nuevas políticas comunes al interior del MERCOSUR para salvaguardar lo construido.

Es cierto que, no parecen los actuales gobiernos aquellos indicados para llevar adelante esta propuesta. Pero por suerte, para que este acuerdo comience a rodar faltan como mínimo dos o tres años de ratificación y luego transitar los períodos de transición. Mucha agua queda aún por correr y habrá que ver quienes, en qué forma y desde donde (si desde las oposiciones o desde el gobierno) organizarán las bases de una alternativa para evitar ese final.

*Investigador. Centro de Estudios de la Estructura Económica (CENES), Facultad de Ciencias Económicas, UBA