Los primeros días de la gestión de Alberto Fernández han tenido la impronta de un gobierno peronista o "populista", según cada preferencia. Las principales medidas apuntan a atender a las clases más golpeadas por las políticas del macrismo. “Empezar por los de abajo para llegar a todos”, según lo remarca el mandatario argentino. La oposición, en las primeras horas de transcurrido el Gobierno, marcaba que haría hincapié en las "coincidencias" y que serían "responsables". ¿Qué pasó?

La celebración del 10 de diciembre por la llegada de un nuevo gobierno a la Argentina parece haber quedado muy atrás en el tiempo. Han transcurrido siete días de fuerte trabajo y anuncios por parte del equipo de Fernández con la finalidad de estabilizar la economía y demostrarle al FMI que la Argentina hoy no puede pagar sus deudas, pero que hará los deberes para cumplir con sus obligaciones en un futuro cercano.

En este contexto, el debut de la relación oficialismo y oposición se dio el sábado cuando en el Boletín Oficial salieron publicados dos DNU. El primero de ellos, establecía la doble indemnización –por 180 días- para despidos sin causa. Y el otro -que provocó la rápida reacción de los actores de la Mesa de Enlace-  fue la reactualización de las retenciones y el cese del límite de cuatro pesos por dólar exportado que había establecido el gobierno de Mauricio Macri.

En esas horas del primer fin de semana de Fernández como Presidente, asomaba lo que se ve más claro hoy, una oposición que sale a marcar duro en la cancha al flamante Ejecutivo y que lejos está de mostrarse avergonzada por lo realizado durante sus cuatro años de gestión. 

Los primeros chispazos del estreno opositor se dieron en torno a las retenciones. “No estamos de acuerdo con la retención que le subieron por decreto al campo. Quienes entierran su dinero sembrando, cosechando, trabajando, tienen que saber qué previsibilidad tienen, y eso no se da en cada momento cambiando y metiéndole la mano al campo”, expresaba el diputado de Juntos por el Cambio, Cristian Ritondo, entre otros.

Juntos por el Cambio no se esconderá ni se la hará fácil a Fernández. Muy lejos de eso. Se opondrán a cada iniciativa. Se divertirán siendo oposición, el lugar en el que más cómodos se sienten. Aún a sabiendas de que la Argentina está empobrecida, endeudada y sin reservas. “Seremos una oposición constructiva”, señalaba Macri en Plaza de Mayo al despedirse ante miles de personas de su Gobierno. Claro que sólo fue una frase más de las tantas de su cinismo arrollador. 

La oposición será oposición. No apostarán a “la gobernabilidad” que tanto pedían cuando eran oficialismo. Y esa oposición la ejercerán bajo el fuerte escudo del 41% de los votos de la sociedad argentina. 

Esto quedó más que demostrado cuando el Presidente anunció el envío al Congreso del megaproyecto de Ley de Solidaridad Social y Reactivación Productiva en el marco de la Emergencia Económica, en donde se establece, por ejemplo, un bono para los jubilados que cobren la mínima.  La reacción de Patricia Bullrich –la misma que le recortó 13% a los jubilados en 2001- fue de extrema violencia. “Las 14 toneladas de piedra que nos tiraron se las tendrían que devolver una por una, duplicadas, a ellos”, lanzó la ex ministra de Seguridad y presidenta del PRO bien temprano por la mañana en el programa de Laje.

Siete días de gobierno peronista y el clima que promueve la oposición parece ser más el de la continuidad de un gobierno kirchnerista que del primero de Fernández post macrismo. 

Además, juegan con el aliciente que el estreno del oficialismo parece no tener el “veranito” que se esperaba. Fernández eligió no darle a la famosa “maquinita” y apostar a estabilizar la economía y acrecentar las reservas con algunos impuestos como al dólar turista y de ahorro, que se sabe el malhumor que despierta en las clases medias de la Argentina. 

"Gestos" de gobernadores radicales- que tienen que gobernar sus provincias- poco reflejan lo que será la verdadera actitud de la oposición política que tiene a un Macri que por ahora no se ha pronunciado.