En las últimas semanas,  oficialismo y oposición parecen separados en distintas fracciones que, por contextura, se dividirían en blandos y/o fuertes o por ideología en reformistas y/o revolucionarios. Parecería que no hay cuestiones de fondo, sino de forma que salen a la luz y dejan perplejos a la mayoría de lxs argentinxs que solo ven que sus condiciones de existencia empeoran día a día.

Juntos por ningún cambio

Parecería, por interpretaciones periodísticas, que la oposición nucleada por el PRO a través de Juntos por el Cambio tiene dos formas de encolumnarse claras: Halcones y Palomas.  Los que quieren que estalle todo hoy y los que quieren que estalle más adelante. En ninguno está la preocupación sincera de lo que necesitan lxs argentinxs. Cuando decimos preocupación sincera, decimos proyecto para que lxs argentinxs vivan mejor, sino en este gobierno, en el próximo. El proyecto que verbalizan, solo ensaya la desprotección de las mayorías, destruyendo las instituciones que defiende a los más desprotegidos por el mercado. Durante su gestión se destruyeron las herramientas del Estado para la gestión de la Educación y la Salud, para el control y la planificación económica, por otra parte se atentó en forma ilegal (espionaje y articulación con la justicia) contra instituciones de defensa de los derechos como son las organizaciones sociales y los sindicatos. Y siempre se pone el eje en el federalismo, pero la acumulación política se basa en mostrar una Ciudad cuyo presupuesto es mayor al de muchas provincias, y que es fruto de la inequidad geopolítica de la  Argentina. Por eso, en Juntos por el Cambio, siguen juntos para que no haya cambios que permitan que la Argentina salga del atolladero que profundizó exponencialmente su gobierno anterior.

Todos necesitan al Frente de Todos

Todos los integrantes del Frente consideran que necesitan mantener el Frente de Todos para evitar que Juntos por el Cambio vuelva a ganar las elecciones,  pero parece no haber acuerdo tanto respecto a la política económica, el acuerdo con el Fondo y la participación del Estado para salir de la crisis generada por el endeudamiento obsceno del gobierno anterior y la pandemia del covid -19. Las heridas de los distintos sectores aparecen a la luz, y tanto los militantes como el pueblo argentino en general, parecen no tener claro qué está pasando. ¿Es una pelea por quién manda? ¿Es una pelea por miradas programáticas distintas? ¿Es una pelea por las formas? ¿Son todas o alguna de esas combinaciones? Cómo se resuelven estas diferencias políticas, ¿verticalmente; con el presidente decidiendo en última instancia? ¿Con una mesa donde debatan los distintos espacios que conforman el FdT, según pertenencia sectorial y/o ideológica? El problema es que para la mayoría de los argentinos la discusión parece ser, en el mejor de los casos, de especialistas, porque aparece como una “rosca” que la mayoría de los ciudadanxs argentinxs no entiende. La discusión aparece más como una “interna”, una pelea de fracciones, que como una discusión sobre el rumbo del país. Sobre la sombra de esta discusión crecen los prejuicios sobre la mal llamada, y en el último apartado explicada “casta”.

Qué hacer

Las discusiones en el Frente de Todos, son un poco, las que atraviesan a las teorías del cambio en las ciencias sociales a lo largo del siglo XIX, XX y XXI. ¿Están dadas las condiciones para generar los cambios necesarios que necesita la Argentina para salir de la crisis? ¿O es la voluntad del gobierno lo que debe y necesita generar dichas condiciones? ¿Es el  gobierno débil y necesita generar  concesiones a distintos sectores hegemónicos económicos, sociales y políticos; o el gobierno tiene el poder suficiente para impulsar medidas que resuelvan la situación por la que atraviesa la Argentina?

Por un lado, los sectores económicos concentrados, el sistema judicial, la política desde la embajada norteamericana, los organismos multilaterales de créditos, los acreedores privados, la oposición frenética, condicionan y entonces es mejor tener una relación “normal y equilibrada” con dichos sectores de poder;  esa es la única forma de avanzar, siendo así el gobierno víctima de las condiciones heredadas.

Por otro lado, se insiste en que la representación popular del gobierno, las grandes mayorías que lo acompañaron electoralmente, y  que también lo acompañan en expectativas, constituyen la base para impulsar medidas de cambio extraordinarias, porque extraordinarias fueron las formas en que el macrismo gobernó y endeudó al país, extraordinaria fue la pandemia, y extraordinaria es la guerra entre Rusia y Ucrania. Si no se avanza ahora, las mismas condiciones heredadas nos llevan a que el FdT pierda frente a Juntos por el Cambio las próximas elecciones de 2023.

Los condicionamientos estructurales y/o la voluntad política, los sectores de poder (económico, judicial, político) y/o las grandes mayorías hacen que entendemos que la resolución de estas diferencias, no es teórica,  de gabinete, sino que debe ser en un ámbito de discusión interna, que intente abarcar a todxs los que creen en que la herramienta electoral Frente de Todos, puede transformarse en una coalición de gobierno.

La casta

El sistema de castas en la India es el más claro ejemplo de ese modo de organización social: naces en un “casta” y/o estrato de la sociedad y morís, vos, tu familia, tus amigos en dicho lugar de la sociedad. Ni tus hijos, ni los hijos de tus hijos, serán distintos de los que son. La sociedad fragmentada y sin ascenso social, sin posibilidad de ser distinto a lo que fuiste.

La idea de casta tan fomentada por el liberalismo libertario nos dice que la única casta de la Argentina es,  “la casta política”. El argumento es que “viven del Estado”, con “la nuestra”. Es una verdad a medias, que tiene lugar cuando los políticos no representan a la población que los votó; son entonces  un estrato social diferenciado, a espaldas de las necesidades de lxs votantxs. Esos que los votaron sienten, al decir del enfurecido Milei  (con quien, los sectores de poder, los grandes medios de comunicación tienen una condescendencia preocupante) que los políticos son una casta que solo quiere salvarse a ella misma. Esto es lo que pasa cuando Juntos por el Cambio y el FdT discuten diferencias que no representan las necesidades de lxs argentinxs, o cuando discuten sin explicar sus diferencias. Pero cuando los políticos representan realmente a los sectores que los acompañaron con votos y con expectativas, los políticos son anti casta. Porque no hay mayor formador de casta en la Argentina y en el mundo de hoy que el funcionamiento irrestricto del mercado. Los ricos son cada día más ricos y serán ricos los hijos de sus hijos; mientras los trabajadores, las clases medias, los sectores de la economía popular, serán siempre eso o empeorarán sus condiciones sociales. El capitalismo ya no puede enamorar a la humanidad prometiéndole, como en otros siglos, el ascenso social.

Mientras las condiciones de vida sean las que vivimos hoy en día, los Milei, esos monstruos políticos que surgen entre lo viejo y lo nuevo – al decir de Antonio Gramsci- tendrán posibilidades de hacerse con el Estado, ese que tanto desprecian, y lograrán eternizar a la casta económica-social que tanto nos martiriza. O por decirlo de otro modo, tendrán posibilidades, con su idea de “casta” anti política, mientras sobre todo el FdT, para quienes están dirigidos esos achaques, no logren cumplir las expectativas generadas en el 2019.