
El FdT camina a la inflación más alta desde 1991
La suba interanual ya está en 58% y seguirá subiendo. El anterior registro de esa magnitud fue el 84% pre convertibilidad. Desglose del índice de abril y las subas de mayo que preocupan.
El rumbo parece inexorable y se confirma mes a mes. El fantasma del 54% de Macri ya parece quedarle chico a una gestión económica que está perdiendo como la guerra contra la inflación. Mientras el kirchnerismo se desentiende de la responsabilidad en la catástrofe, el núcleo económico y político del Presidente le pide a la sociedad la racionalidad extrema de comprender el fenómeno como efecto inevitable del contexto internacional. En el medio, los bolsillos de las familias argentinas ya no tienen margen y el descontento se canaliza en su mayoría por derecha y en la antipolítica.
El alza del 6% en los precios de abril es un nuevo mazazo para un Gobierno enroscado en una interna que pretende ser debate de ideas pero está conduciendo al abismo a la coalición que prometió recuperar el asado del domingo como símbolo del poder adquisitivo. Una parte del oficialismo, responsable del rumbo de la economía, esperaba un número sensiblemente más bajo y empezó a alertar que no sería así en los últimos días, abriendo el paraguas como suele decirse. La otra, viene criticando las decisiones económicas pero sin tampoco ofrecer una alternativa demasiado clara de cómo podría avanzarse en otra dirección. Empantanada en ese barro, la gestión del Frente de Todos no consigue ordenar el comportamiento de los agentes económicos y la deriva de los últimos meses parece un sálvese quien pueda en la que todo aumenta por las dudas, menos los salarios.
Anualizada en los últimos doce meses, la inflación ya se ubica en el 58% y la tendencia alcista difícilmente se detenga en un escenario político como el descripto, al que también hay que agregarle subas como la de los combustibles de este mes o las de las tarifas que, de aprobarse el plan del Ejecutivo, comenzarán a regir desde el primero de junio. Ambos, ítems que impactan directamente sobre los costos de todos los bienes y servicios de la economía, así como también sobre el poder adquisitivo de los hogares, y que prometen mantener la tensión política alrededor de este tema al menos por unos meses más.
HACIA LOS RÉCORDS DEL NEOLIBERALISMO
El problema de la inflación recorre la historia argentina casi como parte del ADN nacional. Distintos sectores políticos le atribuyen diferentes causas, desde la emisión monetaria y el déficit fiscal del liberalismo a la puja distributiva del desarrollismo, pero lo cierto es que ninguna receta logró contenerla en forma estructural y sustentable.
A la salida de la última dictadura cívico-militar, el gobierno radical de Raúl Alfonsín tuvo dos momentos de altísima inflación con resultados diferentes. En 1984, primer año de gobierno democrático, el alza de precios rozó el 700% producto de los desajustes económicos de la dictadura y la tensión por la deuda contraída por los militares. En 1985 Alfonsín lanzó el Plan Austral, que contuvo el contexto inflacionario hasta que en 1988 volvió a darse un rebote que terminó en hiperinflación y con la salida anticipada del gobierno.
Menem convivió en su primer año de mandato con ese contexto hiperinflacionario, pero para 1991 se logró bajar el alza de los precios a un 84% anual, algo que para la época significó bajar el índice de cuatro a dos dígitos. Luego vino la convertibilidad y ese 84% quedó como el registro más alto hasta la fecha.
Tras el estallido de la convertibilidad en 2001, el 2002 volvió a marcar un pico de 41% de inflación tras una década de estabilidad en los precios que hasta incluyó años deflacionarios. La fuerte devaluación del peso, tras la explosión de la burbuja menemista que el gobierno de la Alianza no supo desactivar, impulsó un alza que rápidamente empezó a bajar desde 2003 bajo el primer gobierno kirchnerista.
Ya bajo los mandatos de CFK, los precios comenzaron a subir con más fuerza luego del 2011, en lo que algunos actores explican como las tensiones del crecimiento económico. El año 2014 fue el peor registro del kirchnerismo, con un alza que las consultoras calcularon en 38,5% mientras que el Indec intervenido ubicó en 23,9%. En su discurso del viernes pasado en Chaco, la propia CFK reconoció esa cifra del 38% para valorizar la baja que se dio en 2015, su último año de mandato, en el que la inflación rondó el 25%.
El nuevo ciclo neolibreal que inauguró Macri en 2016 volvió a llevar los precios a las nubes. Contradiciendo todos los pronósticos del monetarismo y la ortodoxia económica, ni el ajuste, ni la baja del déficit fiscal ni la reducción de la emisión monetaria pudieron evitar que 3 de los 4 años del gobierno de Cambiemos tuvieran inflaciones récord: 40% en 2016, 47,6% en 2018 y 53,8% en 2019. Así, los dos últimos peores registros inflacionarios del país se dieron bajo gobiernos neoliberales, con la diferencia de que el menemismo agarró un contexto hiperinflacionario como herencia y el macrismo duplicó la inflación recibida tras 12 años de kirchnerismo. Hacia esas marcas tristemente célebres es que el Frente de Todos avanza sin poder hasta ahora torcer el rumbo.
LOS NÚMEROS DE ABRIL
Con el 6% del mes pasado, en lo que va del año ya se acumuló un 23,1% de inflación. Es el tercer peor registro mensual desde el 2002, sólo superado por el 6,7% de marzo y el 6,5% de septiembre de 2018. Prendas y calzado fue la categoría con mayor suba, registrando un 9,9% mensual, seguida por restaurantes y hoteles con el 7,3% y salud con el 6,4%, explicado en gran medida por el aumento de las prepagas.
Los alimentos, que vienen siendo el punto más conflictivo del alza de precios por afectar con más fuerza a los deciles más bajos de la sociedad, no aflojan y marcaron un alza del 5,9% a nivel nacional, en línea con el aumento general. Sin embargo, varios elementos de la canasta básica subieron por encima de ese nivel, complicando hacia adelante la ya muy difícil situación social. Los derivados del trigo y el girasol siguen sintiendo el impacto de la guerra en Ucrania: la harina de trigo común subió 16,1%, el pan francés 11,1%, los fideos secos para guiso 8,3% y el aceite de girasol de 1,5 litros un 13,5%.
También pegan en el corazón de los sectores populares las subas de lácteos como la manteca (8,2%), el litro de leche (8%), el yogurt firme (8,9%) o el queso cremoso (8,5%). La docena de huevos continúa su tendencia alcista con una suba del 8,2% y el pollo entero aumentó un 12,1%. Si bien el asado subió un 5,2%, por debajo del índice general, el resto de una canasta de carnes que releva el Indec marcó un alza por encima del promedio: la picada común creció 9,8%, la paleta 8,5%, la nalga 7,8% y el cuadril 7,7%.
Otros productos de consumo popular de la canasta básica que subieron por encima del índice general fueron el azúcar (11,8%), la sal fina (7,2%) y la yerba (10%). Con estos registros, los alimentos sufrieron en el primer cuatrimestre del año una inflación del 28%, casi 5 puntos por encima del 23,1% general. En los últimos 12 meses la suba en alimentos también fue superior al índice general: 62,1% contra 58%.
Otro ítem que pega fuerte en los sectores medios y populares es el denominado “Vivienda, agua, electricidad y otros combustibles”. Dentro de esta categoría, que a nivel nacional creció 4,6%, una lupa sobre los diferentes aumentos que la componen y las diferentes regiones del país pintan un panorama más complicado que ese número general. Fundamentalmente si se mira el aumento en “Alquiler de la vivienda y gastos conexos”, que en la región del Gran Buenos Aires subió un 8,4% y en el Noroeste un 10,2%. En pleno debate por una nueva ley de alquileres, el mercado inmobiliario sigue siendo un enorme problema para la porción de la sociedad que alquila y una gran deuda del Gobierno.
Nuevamente el índice inflacionario vuelve a recalentar la situación del Gobierno, en una dinámica que lamentablemente se hizo costumbre en cada mitad de mes en lo que va del año. Y las perspectivas no son muy alentadoras para el dato que se informará de acá a cuatro semanas, donde impactará la suba de combustibles, o el que se conozca en julio con los aumentos de tarifas. El oficialismo no parece encontrarle solución al problema que se roba el primer puesto en todas las encuestas de opinión como la principal afección de la sociedad hoy por hoy, y va caminando directo a un registro anual que puede ser tan pesado como una lápida.
Macri pagó el 47,6% de 2018 y parte del 53,8% de 2019 con transformarse en el primer Presidente desde la vuelta de la democracia que perdió la elección en la que iba por su reelección. El desafío del oficialismo para no igualar al macrismo en esa otra marca para el olvido es enorme, y los resultados de la política económica de la Casa Rosada por ahora no hacen más que alimentar la interna y abonar a esa posibilidad. Se impone más que nunca la necesidad de un acuerdo político al interior del Frente de Todos que fortalezca la gestión y empiece a dar otros resultados.