Ninguno de los cientos de análisis y especulaciones que circulaban en la previa al congreso del Frente Renovador de este sábado pudo anticipar la jugada que desplegó Sergio Massa. Astuto, conocedor del sistema que lo tiene dentro desde su primera juventud, el ministro de Economía lanzó a sus alfiles a cercar el empuje por unas PASO del albertismo encarnado en Daniel Scioli. Su tropa presionó durante toda la semana pasada con el “hartazgo” que siente por “sostener la estabilidad” mientras otros jugaban a las candidaturas, incluso deslizando su posible salida del ministerio si no se avanza en un postulante único del oficialismo. Pero Massa sacó este sábado un as que nadie adivinó bajo su manga: abrir la puerta a su participación en una interna que viene descartando de plano hace semanas. Su movimiento deja un leve pero no menos significativo reacomodo en el tablero de fichas que analiza CFK, en los días previos a su decisión definitiva.

Mientras todo el universo de la política esperaba aún más presión de Massa por erigirse como el candidato único del espacio, el ministro eligió mostrar la faceta que lo fue haciendo crecer en estos años del FdT, en los que casi toda la dirigencia oficialista fue devaluándose al ritmo de la interna. Massa se mostró ordenado, enfatizó la pertenencia al conjunto antes que su aspiración personal, algo que viene desplegando como estrategia política desde sus días en la presidencia de diputados, que lo llevó a ser el “superministro” elegido para evitar el helicóptero, y que lo mantiene aún con chances de ser candidato en un contexto inflacionario largamente por encima de las tres cifras, potenciado bajo su propia gestión. La destinataria de ese gesto y quien aún sostiene a Massa, tanto en su gestión como en sus chances de candidatura, es la vicepresidenta.

La definición central que dejó Massa al cierre del congreso del FR fue tirarle toda la pelota a CFK. Una posición irreductible del ministro por una candidatura única hubiera puesto a la Vice en una encerrona: enfrentar a todo o nada a un albertismo al que aún no puede bajar de su presión por las PASO o cerrarle la puerta al candidato que quizás hoy baraja como carta para buscar el voto más blando por fuera de su núcleo duro. Massa le evitó ese conflicto a la dueña de la estrategia, poniéndose a disposición para competir en una interna si su lapicera sigue mostrándose sin la tinta suficiente para escribir sola las listas. Ahora CFK tiene más cartas en sus manos, aunque la mayoría pidan lo mismo, un candidato de unidad. 

En esa lista, junto con Massa, se anotan importantes sectores del PJ bonaerense y, fundamentalmente, los gobernadores peronistas. En las provincias no quieren un desfile de visitas de candidatos que desordene políticamente sus territorios. Así lo expresaron con contundencia tras la reunión del CFI del miércoles y con los gestos que le sucedieron. Luego del encuentro, el riojano Ricardo Quintela se vio con Daniel Scioli para instarlo a que se baje. No tuvo éxito. Por su parte, Gildo Insfrán se mostró luego del posicionamiento de los gobernadores junto a Eduardo de Pedro y Massa, con cada uno por separado, y mantuvo contactos con CFK. Insfrán quedó mandatado por el último congreso nacional del PJ para ser el firmante de las alianzas electorales a las que suscriba el partido.

FESTEJÓ EL ALBERTISMO

El único sector que se resiste a la candidatura única en el oficialismo es el que responde al Presidente. Acorralado casi durante todo su mandato por un kirchnerismo implacable en su forma de discutirle el rumbo económico del país, Alberto Fernández tomó hace ya casi dos años la definición de lo que pretende sea su marca en el peronismo tras su paso por la Rosada. Fue el 17 de noviembre del 2021, cuando en un acto cargado de polémica por el día de la militancia afirmó que buscaría que en este 2023 todos los cargos se definieran en unas PASO. El desafío directo al dedo de CFK como principal líder del peronismo quedó plantado y no hizo más que crecer al calor de una interna en la que el Gobierno se autofagocitó.  

Para el Presidente, “democratizar el peronismo” es una huella que pretende dejar de cara a lo que viene. Nadie puede mostrarse sorprendido con esto, que tiene total continuidad con la actitud ya cuasi histórica de disputa de Alberto Fernández para con CFK y su liderazgo, iniciada en su salida del gobierno en 2008, profundizada en el segundo mandato de la actual Vice y con hitos como la candidatura de Randazzo en 2017, que le hizo perder a CFK las elecciones con Esteban Bullrich y de la cual Fernández fue jefe de campaña.

A las palabras se las llevan las internas y las reiteradas menciones del Presidente durante estos años de que no se volvería a pelear con CFK hoy son un paso de comedia. Por eso, el albertismo festejó el discurso de Massa de ayer, sintiendo el camino a las PASO quedó más que allanado. “Aceptaron las PASO, y lo que hizo Sergio es movilizar a los cuadros del FR indicándoles que él va a pelear por lugares en la competencia, porque con la ausencia de su candidatura podría correr el riesgo de vaciamiento de muchos de sus cuadros militantes”, analizaron en una carpa de las que componen el campamento albertista, donde a su vez leyeron que “el FR lo que va a hacer es defender lugares en las listas”. 

El mismo sábado por la mañana, el equipo de difusión de Victoria Tolosa Paz, espada central en el albertismo y carta bonaerense para acompañar la candidatura de Scioli, hizo circular videos del búnker de la platense repleto de avales para su candidatura y la del ex gobernador bonaerense bajo el título de “avalancha de avales”. El gesto no fue ni más ni menos que una marcada de cancha que hasta pudo ser tomado como una chicana por Massa, quien se preparaba para su tarde de estrellato a esa hora. Los candidatos albertistas insisten en que no se bajan, y las palabras del ministro fueron leídas por ese sector tanto como una confirmación de que él no será candidato como de que el FR articulará listas con el kirchnerismo. “Nosotros tenemos candidatos propios para poner desde presidente a concejal en las 8 secciones de la PBA”, avisan en respuesta. 

EL DILEMA DE CÓMO SUMAR

En este contexto CFK se enfrenta a una disyuntiva. Las mediciones de encuestas vienen mostrando que el oficialismo suma más presentando una variedad de candidaturas que en los escenarios que se proponen como candidaturas únicas. La posibilidad de más de dos candidatos viene siendo vetada por la Vicepresidenta, que no quiere arriesgarse a que una dispersión de votos deje demasiado lejos al candidato más votado del FdT de los primeros puestos el 13 de agosto por la noche. En esa contradicción deambula hoy la principal definición por tomarse en el oficialismo. 

Massa intenta mostrarse en ese tablero como la posibilidad de romper el techo del voto K puro. En un paralelismo a lo que su amigo Horacio Rodríguez Larreta viene intentando con su hasta ahora frustrada alianza con Juan Schiaretti, Massa se planta en su identidad del diálogo, el consenso y la ancha avenida del medio convencido de que la estrategia ganadora posible, en el escenario actual de descontento social con la política, es mostrar una vocación acuerdista que seduzca a los sectores sociales que no se identifican con los extremos más ruidosos. A ambos lados de la grieta se encuentran hoy por hoy miradas que identifican como mayoritarias a esas franjas no radicalizadas de la sociedad, y se despliegan estrategias para conquistarlas en consecuencia.

Por su parte, Eduardo de Pedro sigue adelante con su “operativo instalación”, que desde su equipo resaltan como un éxito creciente. Números en redes, encuestas y apoyos que se van sumando a una eventual candidatura del ministro de Interior son expuestos como confirmaciones de que puede llegar. De Pedro es una de las cartas que CFK baraja en caso de que la decisión sea plantar bandera en la identidad propia, reforzar el núcleo e intentar desde ahí dar la disputa con la oposición y, de mínima, consolidar la conducción del peronismo en una victoria en unas eventuales PASO. A De Pedro le conviene ese escenario, puesto que lo potenciaría de cara a las generales. A CFK le serviría para enterrar definitivamente la aventura albertista de cuestionar su liderazgo. Y habría que ver qué negocia Massa en esta posibilidad.

La otra carta cristinista sigue siendo, pese a todo, Axel Kicillof. El gobernador sigue enfocado en la provincia y su carrera por la reelección, pero aún nadie descarta un salto a la nación. Quedó claro en el episodio en el cual confirmó apresuradamente en una entrevista radial su fórmula con Magario, por lo cual tuvo que desdecirse horas después tras un llamado de Máximo Kirchner desde China. CFK sabe que esta es la última opción, y que mover a Kicillof al mismo tiempo pondría en riesgo la provincia, última trinchera de resistencia en caso de perder las nacionales, así como también que sería visto como una muestra de debilidad y desesperación por parte de la Vice. Kicillof manifestó en reiteradas oportunidades su voluntad de quedarse en la provincia, y poner un candidato a Presidente que muchas veces dijo que su deseo era otro puede convertirse en un problema de campaña para el oficialismo.

En ese laberinto está entrampado el FdT y, sobre todo, CFK. Las PASO le darían una mejor performance electoral al frente, pero mostrarían a sus candidatos lejos del primer puesto en la foto del 13 de agosto. La mayoría de los sectores de peso de la coalición quieren una candidatura única, pero la resistencia del albertismo aún no pudo ser franqueada y todo pareciera encaminarse hacia las internas. En ellas, CFK debería decidirse por ungido “propio” que refuerce la identidad kirchnerista o por un intento de ampliar con Sergio Massa, y ninguna de las dos opciones arrojan claramente cuál reportaría más votos.

En cuatro días deberán oficializarse las alianzas electorales, y con ellas las reglas internas de cada frente. Allí se establecerán los pisos que cada lista deberá obtener en una interna para formar parte de la boleta en las generales. Si ese porcentaje se ubica en torno al 40% que pretendía Máximo Kirchner para arrinconar al albertismo, habrá señales en torno a que una candidatura única gana fuerzas como posibilidad. Si, en cambio, ese piso baja del 25% histórico que siempre dispuso el peronismo y se ubica más cerca del 15%, como pretende el sector del Presidente, habrá que ir sacando tickets para presenciar una interna en el oficialismo que, hoy por hoy, nadie puede asegurar que no sea una carnicería.