Luego del cimbronazo político tras la derrota en las legislativas bonaerenses, que todavía mueve los cimientos del Gobierno, la Casa Rosada necesitaba respaldos de peso en un momento en el que los principales actores institucionales le retacean su confianza al plan oficialista de estabilización por ajuste brutal. Lo propio hacen los inversores, que dudan de la sostenibilidad del sistema de bandas cambiarias, y ven una brusca devaluación en el horizonte.

Ese apoyo tan buscado por el Gobierno llegó de parte del Fondo Monetario Internacional (FMI). Así lo expresó la vocera del organismo Julie Kozack, en un gesto que fue celebrado por el presidente Javier Milei y el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo.

“Respaldamos su compromiso de garantizar la sostenibilidad del marco cambiario y monetario del programa, así como su constante adhesión al ancla fiscal y a la agenda integral de desregulación”, aseguró Kozack, en su posteo más contundente en la red social X.

Milei y Caputo difundieron a viva voz el mensaje de Kozack, y el mandatario, que lo había anticipado en el discurso de derrota del domingo, fue por más: “No nos moveremos ni un milímetro del programa económico: equilibrio fiscal; mercado monetario ajustado; y en lo cambiario, se mantienen las bandas cambiarias pactadas con el FMI. Además, seguiremos desregulando”.

La visión del FMI, que a finales de julio había confirmado un nuevo desembolso por 2000 millones de dólares para la Argentina, a pesar de que no se había garantizado la compra de reservas y de que persisten “riesgos elevados”, fue en la dirección opuesta de otros dos grandes jugadores del tablero financiero internacional.

De acuerdo con el último informe de Latin America Economic Research de JP Morgan, el traspié del gobierno nacional en las urnas frente al peronismo liderado por Axel Kicillof reduce drásticamente las chances del Poder Ejecutivo de lograr un desempeño favorable en las elecciones nacionales de octubre. Y con esto, pusieron fuertemente en duda la continuidad de la agenda de reformas estructurales.

En uno de los pasajes más confrontativos con la Casa Rosada, el banco más grande de los Estados Unidos desmitificó el “superávit fiscal” de la administración Milei, y consideró que está sostenido “artificialmente”.

Basaron este argumento señalando la existencia de deuda a descuento, con costos reales fuera de balance, y sostuvieron que ese supuesto superávit se sostiene con endeudamiento.

También advirtieron por la balanza comercial deficitaria, la vulnerabilidad del peso frente a escenarios de devaluación, los altos diferenciales de riesgo de los activos, solo amortizados por las altas tasas de interés, y un escenario recesivo.

Otro jugador fuerte es el Morgan Stanley. El banco norteamericano fue categórico con su conclusión sobre la deriva del Gobierno. “Cerramos nuestra recomendación de comprar en la creciente debilidad", sostuvieron.

Desde la entidad plantearon una mirada negativa para el desempeño del gobierno en octubre. “Dado que la provincia de Buenos Aires representa alrededor del 38% del electorado del país, esta diferencia de 13 puntos porcentuales a favor de Fuerza Patria sugiere un resultado mucho más ajustado para las elecciones intermedias nacionales del 26 de octubre de lo que esperábamos", expresaron en un documento.

"Prevemos una política monetaria más restrictiva para defender el esquema cambiario (hasta las elecciones de octubre). Con la incertidumbre del mercado que parece durar, nos movemos a un enfoque de espera a pesar de los niveles probablemente mucho más baratos de hoy", añadieron.

“Los Morgan” coinciden en sus planteos sobre la volatilidad cambiaria hacia octubre, desde Morgan Stanley auguran nuevas intervenciones del Tesoro para contener el valor de la divisa o del Banco Central, como parte del acuerdo del Poder Ejecutivo con el FMI cuando el precio del dólar oficial mayorista llegase al techo de la banda.

Ambos actores de peso ven incertidumbre. Esa incertidumbre que al FMI parece no importarle.