Argentina formalizó el cambio en su política exterior respecto a Venezuela y abandonó el Grupo de Lima, entidad que nuclea a los países que condenan el gobierno de Nicolás Maduro. 

La salida fue informada a través de un comunicado de Cancillería, que considera que las acciones implementadas por el Grupo de Lima "no han conducido a nada".

El texto del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, a cargo de Felipe Solá, también apunta a la oposición venezolana, que llevó a que el grupo adoptara "posiciones que nuestro Gobierno no ha podido ni puede acompañar".

En el mismo texto, se pide además "un diálogo inclusivo" para solucionar la crisis venezolana, "que no favorezca a ningún sector en particular, pero sí a lograr elecciones aceptadas por la mayoría con control internacional". Además, reiteraron su llamado a "lograr elecciones aceptadas por la mayoría con control internacional".

En relación al pedido de “diálogo”, indicaron al Gobierno de Maduro que "producir las condiciones para un diálogo que resulte productivo es primordialmente su responsabilidad" y solicitaron la inclusión de actores sociales como la Iglesia, empresarios y ONGs “sin exclusiones”.

Sobre las sanciones y bloqueos impuestos a Venezuela, y a los intentos de desestabilización ocurridos el año pasado, el Gobierno se manifestó en contra, dado que "no han hecho más que agravar la situación de su población y, en particular, la de sus sectores más vulnerables", especialmente en el contexto de la pandemia de coronavirus.

Cabe señalar que el Grupo de Lima es una instancia multilateral que se estableció en la capital peruana en 2017, que reúne a 16 países de la región (Argentina, Brasil, Bolivia, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, México, Panamá, Paraguay, Perú y Santa Lucía) junto a organismos como la Unión Europea y la Organización de los Estados Americanos con el fin de dar seguimiento y buscar una salida pacífica a la situación en Venezuela.