La inflación va a superar el 60 por ciento anual si el Gobierno no controla a los grandes formadores de precios, que aprovechan la coyuntura para aplicar aumentos en forma deliberada y sin fundamentos.

Venimos de un 2021 en el que la inflación proyectada era del 29 por ciento y finalmente cerró en un piso del 50 por ciento. Se trató de la más alta desde 2019 (53,8%), y la segunda de mayor magnitud desde 1991 (84%). Para este 2022, las estimaciones privadas señalaban que la inercia de los precios podría llevar a una situación similar a la de 2021, y es lo que está sucediendo. Mientras los salarios suben por la escalera, los precios lo hacen por el ascensor. El Gobierno deberá ponerse firme con los formadores de precios, que solo se preocupan por incrementar sus ingresos.

En febrero la inflación fue del 4,7 por ciento, y en marzo ya superamos el 5 por ciento. Estamos ante una situación muy compleja para todos. Los trabajadores y sus familias son los que más la sufren, pero también impacta en el sector pyme que, a diferencia de los grandes formadores de precios, siempre apuesta por el país y es el motor de la economía nacional: las pymes representan el 70% del empleo registrado en nuestro país y aportan el 45% del PBI.

Por ejemplo, un comerciante o empresario de la marroquinería tiene 1000 carteras, las vende a todas y cuando al mes quiere reponer la misma cantidad de mercadería, sólo puede comprar 500. Es decir, perdió el dinero del costo fijo que invirtió y la ganancia. Es muy complicado trabajar en un contexto así, y eso es lo que está sucediendo. Los perjudicados en la cadena son casi todos, menos los formadores de precio.

Se hace difícil combatir la inflación cuando el plan se anuncia con una semana de anticipación, ya que le da tiempo a los grandes formadores de precios a remarcar. Es lo que sucedió con el anuncio del Gobierno hace unas semanas atrás: automáticamente, los precios aumentaron entre un 3 y un 10 por ciento según el caso. Entonces, al momento de negociar, por más que bajen unos puntos, el costo de los productos sigue siendo alto para el bolsillo del consumidor.

Todos somos conscientes de que en épocas de inestabilidad económica los índices de inflación tienden a elevarse con mayor rapidez, lo que causa un desequilibrio en el poder adquisitivo de las personas. En ese sentido, el aumento en el costo de los bienes y servicios provoca un impacto en los minoristas y en el gasto de los consumidores. Argentina arrastra este problema desde hace muchos años. Pasan los gobiernos y la situación se empeora sin vías de solución.

Desde FEBA deseamos que el plan y los acuerdos que está llevando adelante el Gobierno den resultado. Pero para lograrlo, va a tener que ponerse firme y frenar esta aceleración inescrupulosa de los precios que sólo beneficia a unos pocos. Necesitamos que los precios vuelvan al piso de agosto 2021.

El sector pyme necesita respuestas por parte del Gobierno. Por eso, desde nuestra entidad estamos trabajando en los puntos que consideramos clave para salir del pozo y reactivar definitivamente la producción de los comerciantes y empresarios. Estamos pidiendo desde hace tiempo bajar la carga impositiva –especialmente las tasas municipales-; una actualización laboral que contemple los derechos de los trabajadores y al mismo tiempo no perjudique a los pequeños empresarios pymes; y una reforma tributaria para que el 50% de los que están en negro ingresen al sistema y paguen impuestos, y que no lo hagan solo los que están con todo en regla, como debe ser.

Si bien estamos en un momento de fuerte incertidumbre, desde las Cámaras Empresarias somos optimistas y seguimos trabajando para que todos los rubros puedan reactivar y volver, como mínimo, a las proyecciones de ventas del año 2017. Tenemos diálogo directo con todos los actores del gobierno involucrados, y doy fe que se están pensando alternativas para evitar que vuelvan a cerrar pymes o que miles de trabajadores pasen a estar por debajo de la línea de la pobreza.

Venimos de años muy duros, la pandemia fue letal, y recién en octubre del pasado año algunos rubros empezaron a reactivar: el turismo volvió con temporada récord; la gastronomía resurgió gracias al mayor movimiento y circulación de las personas en todo el país; algunos rubros comenzaron a aumentar sus ventas, como los artículos deportivos, la marroquinería, y la indumentaria, entre otros; el comercio minorista está mucho mejor que durante los dos años de pandemia; y la industria venía muy bien a nivel nacional y también provincial.

Es hora de ir contra los especuladores, porque nosotros no somos los formadores de precios, siempre hemos protegido a las pequeñas y medianas empresas, siempre hemos cuidado las fuentes de trabajo, y siempre hemos defendido el bolsillo de los consumidores.