El saldo incuestionable del resultado que arrojaron las PASO del domingo 13 de agosto es que Javier Milei sintonizó como nadie con un momento concreto de la sociedad argentina. El candidato libertario se alzó como el más votado y generó una ola triunfalista que lo tiene en el centro absoluto de la escena política, al punto tal que no son pocos los actores que ya lo dan como el próximo presidente argentino. Sin embargo, a medida que avanza el debate de campaña, los principales pilares sobre los que el libertario cimentó su imagen y su narrativa de arrasar con todo lo viejo del sistema van, poco a poco, desmoronándose. Si esto impactará o no en la adhesión de la sociedad para con su candidatura en octubre, y eventualmente noviembre, es una incógnita. Lo que no puede ponerse en duda es que, con poco escarbar, las líneas discursivas del libertario se desmoronan como castillos de arena.

Milei construyó su identidad política fundamentalmente a partir del escándalo, de sus formas estrafalarias y agresivas en la comunicación pública y de un par de ideas que aparecen como el corazón de su propuesta política: terminar con lo que hábilmente denominó como “la casta” política, y dolarizar la economía. Ambos planteos se muestran insostenibles al más mínimo análisis de los movimientos y el nuevo discurso del libertario.

La cuestión de la dolarización pegó de lleno en un contexto económico de extrema angustia para la sociedad argentina. La historia recurrente con la inflación, el recuerdo parcial de la estabilidad de los primeros años de la convertibilidad y los ya seis años de aumentos aproximados de precios de entre 50% y 120% (exceptuando el 2020 de la cuarentena, que igualmente marcó un 30%, niveles en los que la economía argentina se maneja al menos desde 2014) generaron un caldo de cultivo más que propicio para una propuesta tan disruptiva como astuta. Sin embargo, lo que en los meses previos a los comicios era una realidad totalmente factible según el libertario, hoy ya es asumida como imposible y el líder de LLA ensaya todo tipo de piruetas para esquivar los dardos en relación a eso.

¿DOLARIZACIÓN? ESA TE LA DEBO

En julio del 2022, Milei decía en una entrevista con Alejandro Fantino que absolutamente en condiciones de dolarizar la economía. En ese momento, decía que era factible hacerlo al tipo de cambio de $320 que el blue rondaba, y que argentinos y argentinas irían a los cajeros a retirar dólares para realizar cualquier transacción. Poco más de un año después, y ya con el resultado de las PASO, Milei comenzó a ajustar su discurso a la realidad.

Apenas 10 días después de su batacazo electoral, en su exposición ante el Consejo de las Américas, Milei ya comenzó a rebajar su marcha en materia de propuestas y su posibilidad de concreción. Su plan de ajuste fiscal, reducción del Estado, reforma laboral y dolarización de la economía fue planteado, sin muchas especificaciones, “pensado en un lapso entre 35 y 50 años”. Lo que de entrada era dólares en los cajeros argentinos al día siguiente a su asunción presidencial, de pronto pasó a diluirse en una propuesta de cinco décadas.

Pero este martes uno de los principales asesores económicos del equipo que trabaja con Milei fue más tajante en cuanto a las definiciones sobre la dolarización. Darío Epstein, quien oficia de vocero económico y negocia en nombre del candidato libertario, afirmó en el “Ciclo Democracia y Desarrollo” del Grupo Clarín que “vamos a ser claros, Javier tiene una propuesta de dolarización muy concreta, tan concreta que no vamos a dolarizar si no hay dólares”. Chocolate por la noticia.

La situación actual del país en materia de disponibilidad de reservas es crítica. La polémica gestión por parte del FdT de años de grandes superávits comerciales, sumados a la peor sequía de la historia que recortó en 20 mil millones de dólares el crecimiento las reservas, y en ancla del acuerdo con el FMI al hay que pagarle la deuda contraída por Macri configuran un escenario donde si hay algo que escasea hoy por hoy en el país son los dólares. La posibilidad de dolarizar la economía, si hace un año podía tomarse como una provocación mediática, hoy por hoy es directamente un engaño feroz a la sociedad y en LLA ya iniciaron el operativo control de daños.

Las declaraciones de Epstein generaron tanto revuelo que, de todas maneras, Milei tuvo que salir a volver a copar la escena para no quedar como un vendedor de espejitos de colores. “La dolarización se va a hacer a precio de mercado, hoy sería a 730 pesos” dijo este miércoles en el Latam Economic Forum. Pero nuevamente el libertario miente a su propio electorado, y su propia teoría liberal de mercado es la que derrumba su planteo falaz. El dólar a $730, valor aproximado de la cotización del CCL que Milei utilizó de referencia, es un precio que corresponde a un mercado ínfimo en tamaño si se lo compara con lo que sería la demanda de dólares para dolarizar toda la economía argentina. La falacia de Milei sería atribuirle un valor al dólar que hoy lo fija un volumen de demanda  muy inferior al que realmente tendría si se tuviera que dolarizar toda la base monetaria del país.

Pero, además, en el mismo discurso el propio Milei afirmó que su idea de dolarización es en realidad una “competencia de monedas” a partir del cierre del Banco Central. Cada vez sus explicaciones son más enredadas, menos claras y contundentes, y por más esfuerzos que el candidato de LLA realice en estos casi 50 días hacia las generales, se le volverá cada vez más difícil sostener la idea de la dolarización sin admitir las dificultades y plazos que conllevaría, algo que chocaría de lleno con sus planteos demagógicos prelectorales.

¿QUERÍAS CASTA? TOMÁ

En esa misma línea se inscribe el otro gran pilar discursivo de Milei, su combate a la supuesta “casta”. Un mínimo doble click sobre el armado del libertario basta para descubrir representantes de la casta en su máxima expresión y en diferentes ámbitos. Economía menemista recargada, sindicalismo con décadas en el poder y hasta condenas por corrupción, y estirpe militar de pura cepa nutren la estructura de la que se fue rodeando “el león” y que sigue creciendo en tanto crece su paso triunfalista.

La renovación de la política que vende el candidato libertario dista mucho de la estructura política que lo sustenta y de las nuevas adhesiones de amigos del campeón que va incorporando desde la cresta de la ola. El primero de los ámbitos donde esto se verifica es el que le resulta más cercano a Milei, el de la economía. Su equipo de asesores y posibles funcionarios y ministros es un refrito de la economía menemista y que forman parte de la política y el establishment hace décadas.

El jefe del Consejo de Asesores Económicos de Milei, que mantendría ese lugar en una eventual presidencia del libertario, es el ex viceministro de Economía de Menem, Carlos Rodríguez. Uno de los Chicago Boys de los 90, Rodríguez ejerció ese cargo entre 1996 y 1998, y se fue de la gestión menemista fundamentalmente por la resistencia a su idea de privatizar el Banco Nación. Rodríguez entiende de casta, y quizás por eso en 2020 dijo en una entrevista a Perfil que “si la Argentina cambia tal como precisa, debe ser con el apoyo del pueblo llamado peronista y de los políticos peronistas”.

En mayo de este año, en otro reportaje de Infobae, declaró que “Milei se dejó llevar, creo yo, por lo que le demandó el público” y que “en campaña se dicen muchas cosas y que se pueda dolarizar el 10 de diciembre es una imposibilidad. Y tampoco en 2024. Eso lo sabemos todos. No se puede”. En la misma entrevista, Rodríguez también afirmó que la idea de dinamitar el Banco Central de Milei es apenas “un eslogan de campaña”. Para marcar coherencia en sus posturas, este miércoles el jede de asesores del libertario tuiteó que “la única propuesta factible para despesificar rápidamente es una híper  o un Bonex”.

El menemismo en sangre del equipo económico de Milei es altísimo. Junto a Rodríguez está Roque Fernández, quien asumiera como ministro de Economía en 1966 tras la renuncia de Cavallo para terminar el segundo mandato de Menem al frente de la cartera. Antes, fue presidente y vicepresidente del Banco Central, la institución que Milei eliminaría, entre 1991 y 1996. Prácticamente toda la década del 90 Fernández la pasó en la función pública en altos cargos económicos. Para completar su CV, también trabajó para el Banco Mundial y el FMI.

Darío Epstein también se suma a ese rejunte noventoso. El vocero económico que reconoció recientemente las dificultades para dolarizar, fue director de la Comisión Nacional de Valores entre 1990 y 1999, desde donde participó en las privatizaciones de Entel, YPF, Telecom, Gas del Estado y empresas siderúrgicas.

Pero la economía no es el único ámbito en el que Milei se articula con altos exponentes de la casta. Recientemente empezaron a conocerse sus vínculos con el sindicalismo, particularmente a través de un personaje como Luis Barrionuevo. El líder histórico de Gastronómicos lleva décadas en el sistema político argentino, del cual fue diputado y senador nacional, además de ser conocido por acciones como quemar urnas en Catamarca y su tristemente célebre frase sobre que en Argentina “tenemos que dejar de robar al menos por dos años”. Barrionuevo declaró recientemente que Milei ganaría en primera vuelta y el libertario agradeció el apoyo, distinguiéndolo de “actitudes golpistas” que atribuyó a JxC.

Milei se reunió también con Gerardo Martínez, quien desde 1985 es parte de la UOCRA y desde 1990 ejerce el cargo de Secretario General  del sindicato. Martínez también fue diputado nacional entre 1997 y 2001 y actualmente es también  Secretario de Relaciones Internacionales CGT. Entre él y Barrionuevo se estarían tendiendo los puentes entre el sindicalismo y Milei, que en una entrevista con La Nación+ este domingo esquivó la pregunta sobre si los líderes sindicales que llevan tres o cuatro décadas al frente de sus organizaciones son o no son casta: “Eso es un problema que tienen que resolver los sindicalistas, no tengo por qué estar rompiendo yo una institución” respondió el libertario en una forzada gambeta para no opinar sobre lo dirigentes de un sector con el que empieza a dialogar.

Con el reciente debate que generó la reivindicación por parte de la candidata a vicepresidenta de Milei de la última dictadura cívico-militar, quedó claro también que LLA tiene profundas raíces en otra casta de particular peso en la historia argentina: la militar. Victoria Villarruel es hija de Eduardo Villarruel, quien fuera miembro del Ejército Argentino y participara en 1975, aún en democracia, del Operativo Independencia, la operación represiva que el gobierno de María Estela Martínez de Perón ordenó en la provincia de Tucumán. Luego, Eduardo Villarruel fue el número dos de Aldo Rico en la compañía de comandos 602 en la Guerra de Malvinas, donde los soldados argentinos sufrieron múltiples violaciones a sus derechos humanos, torturas y vejaciones por parte de sus oficiales.

Eduardo no es el único militar en la familia de Victoria. También lo fueron su abuelo, Lauro Destéfani, que perteneció a la Armada, y su tío, Ernesto Guillermo Villarruel, quien fuera Capitán del Regimiento III de La Tablada, desde donde se manejó el centro clandestino de detención, tortura y desaparición “El Vesubio”. Los lazos con la casta militar llevaron a Villarruel a una vida dedicada a la defensa de los genocidas, a quienes organizaba visitas para ir a verlos a la cárcel, incluido a Jorge Rafael Videla. Esa pertenencia quedó expuesta en el acto que organizó este lunes en la Legislatura porteña y en la reivindicación que allí hizo de la dictadura.

ESTAS SON MIS PROPUESTAS, SI NO TE GUSTAN, TENGO OTRAS

La falsa dolarización y la falsa oposición a una “casta”, que en lo concreto le nutre los pilares de su estructura, son apenas algunos de los planteos con los que Milei se ganó el centro de la escena política y llegó a cosechar un 29% de los votos en las PASO. Otras ideas de ese calibre, como la libre compra y venta de armas, de órganos o hasta de personas, que figuraron en su repertorio en momentos donde luchaba por la atención del país, también se fueron deshilachando de a poco a calor del teorema de Baglini, que sostiene que el grado de responsabilidad de las propuestas de un partido o dirigente político es directamente proporcional a sus posibilidades de acceder al poder.

El “león” rugió con fuerza cuando era un outsider, pero ya integrado al sistema y con serias chances de convertirse en presidente acomoda su discurso y sus planteos a un criterio de realidad que lo muestran lejos de la locura que muchos quieren atribuirle. Calculador y estratégico, el nuevo Milei se mimetiza con la casta que critica en la actitud de medir sus acciones y sus ideas en función de lo que se supone que el grueso de la sociedad espera de un dirigente.

Pero, ante ello, surge una pregunta capital: ¿importa realmente al electorado que lo eligió cuál es el verdadero Milei? ¿Se desdibuja su imagen rupturista por sus reacomodos en actitud casta y los retrocesos en sus planteos originales, o ya tiene ganado un espacio inamovible a partir de haber interpretado cómo polarizar con los representantes del sistema político? Probablemente haya más chances de lo segundo que de lo primero, y ninguna de las incoherencias del nuevo Milei en modo león herbívoro con el Milei original en modo dinamita le vaya a hacer perder muchos votos. Otra cuestión será cuánto pueda crecer frente a lo que ya ganó, fundamentalmente pensando en un posible balotaje, y allí jugará también qué respuestas pueda termine ofreciendo efectivamente el sistema político al que dice querer derribar para oponersele. En menos de 50 días habrá respuestas.