El acuerdo con el FMI hizo aún más evidente las diferencias internas dentro del Frente de Todos. Estas diferencias ya venían siendo planteadas por la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, luego de la derrota electoral de 2021. En ese momento derivaron en una puesta a disposición de los cargos del gabinete nacional ocupados por ministros y funcionarios ligados a la vicepresidenta y a La Cámpora. Volvemos a ese episodio porque ya entonces mostraron la clave de estas diferencias: los señalamientos apuntaban centralmente al rumbo económico y su impacto en la economía cotidiana de los sectores populares. El acuerdo con el FMI en las condiciones en que fue presentado por los negociadores del Ministerio de Economía, entonces, no podía ser otra cosa que un acelerador de las tensiones.

Si bien la actividad económica se recuperó de la abrupta caída que implicó la crisis sanitaria y la baja el índice de desempleo, es el ritmo de la inflación el que concentra la preocupación general. La capacidad de compra de los salarios, que es la otra forma de ver el mismo problema, es el termómetro político de la interna del oficialismo. Es el indicador de las expectativas (negativas) sobre la situación económica y social del país y, por lo tanto, el dedo que señala el rumbo del voto de los sectores populares en 2023. Es decir, volvemos a subrayar, es un indicador tanto económico como político.

En ese sentido, mientras los números del Índice de Precios al Consumidor no paraba de crecer en esta primera parte del año, una encuesta que realizamos en Circuitos Consultora mostró que las expectativas de los encuestados de provincia de Buenos Aires son positivas para el 11,6% y negativas para el 54,1%.

En este sentido, la discusión respecto al gasto público expresa parte de la impotencia de las posiciones internas que sostienen al ministro Guzmán, porque su reducción aún en contextos duros como la emergencia sanitaria no alcanzó para dominar el problema inflacionario. Otro de los puntos de tensión gira en torno al precio de las tarifas. Cuando preguntamos cuál era la opinión de los encuestados sobre el tema, el 21,9% opina que deben aumentar de manera segmentadas; el 21,2% que deben aumentar a todos por igual; 13,1% que deben que se deben mantener los subsidios; y 21,6% que las empresas deben asumir el aumento de los costos. Hoy pareciera que el plan que impulsa el ministro Kulfas de segmentación de tarifas no termina de conformar y cada vez convence menos, probablemente por la dificultad del gobierno para poder traducir la gestión como una promesa cumplida a la población.  

En términos electorales la idea de ruptura del frente que circula en ciertos sectores cercanos al Presidente Alberto Fernández expresa más enojo que posibilidades reales. Hoy la representación que tiene Cristina Fernández de Kirchner en la base social y electoral del Frente de Todos sigue siendo tan abrumadora como cuando lo ungió como candidato. Así, romper el frente implicaría para el albertismo la apertura de un nuevo escenario de alianzas y alineamientos que lo obligarían a replicar a niveles electorales el escenario de la aprobación parlamentaria del acuerdo con el FMI: para obtener una mayoría debería recostarse sobre algún sector de la oposición. 

En las actuales condiciones una figura se acrecienta: Sergio Massa aparece como una posible salida superadora a la discusión entre Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Y en el caso de que el sector cercano al presidente impulsara la ruptura de la coalición, el fortalecimiento del vínculo entre Máximo Kirchner y Sergio Massa expresa la posibilidad de un reordenamiento interno con potencialidades concretas de cara a 2023.

Pero más allá de los posibles ordenamientos de cara a las elecciones, el factor que puede acortar los tiempos es la situación social. Si bien hoy las protestas tienen una canalización institucional que permite seguir discutiendo las salidas a la crisis sin un escenario catastrófico, la espera de amplios sectores de la población parece insostenible como apuesta política, y un seguro fracaso como elemento de orden social. Por el momento, el descontento se expresó fuertemente como abstención electoral en 2021, pero el impresionante acampe de los movimientos sociales en la avenida 9 de Julio es un botón de muestra de la magnitud de la población que no la está pasando bien.

Desde que la crisis sanitaria empezó a encauzarse y pasó a primer plano la gestión de la crisis económica, la moderación comenzó a perder eficacia para lograr acuerdos efectivos (con la oposición y con los poderes económicos) y para generar confianza en la sociedad. El actual contexto político, económico y social pone de manifiesto que quien no quiera pelear, con propios o con ajenos, va a tener dificultades para ubicarse en el escenario electoral.