Se cumple hoy el primer mes de Alberto Fernández al frente de la presidencia de la Nación y todas las miradas están puestas en los primeros pasos que dio el mandatario tras recibir un país con serios problemas sociales y económicos legados por el macrismo. Con una larga lista de demandas y sin tiempo para a cuidar a la “pesada herencia” de Macri, el jefe de Estado dedicó los últimos treinta días a atender las principales prioridades del país.

Sin dudas, la primera instancia luego de asumir se presenta como un momento clave para cualquier mandatario. Es allí donde se suele apostar a todo para anunciarle al electorado –y al propio microclima político- de qué está hecha la gestión. Fernández lo supo y así fue como actuó. Así lo demostró la restructuración de las arcas ministeriales y, a la recuperación de carteras como Salud, Ciencia Cultura y Trabajo, se sumó la creación del ministerio de la Mujer, Géneros y Diversidad, una maniobra clave para el nuevo escenario social y político.

Ese primer movimiento en el armado de Gabinete antecedió a la primera gran batalla a nivel parlamentario, que fue la presentación de la Ley de Emergencia Social, proyecto que condensó tanto el programa de lucha contra el hambre y atención a los sectores más golpeados –Pymes, comerciantes, organizaciones sociales-, junto a la necesidad de fortalecer las finanzas y la producción local.

El proyecto “Argentina contra el hambre” fue una apuesta fuerte donde Fernández logró sentar en la misma mesa a sindicatos, organizaciones sociales, la Iglesia, empresarios, y figuras de renombre de los DDHH y hasta al presentador de televisión, Marcelo Tinelli, una pieza estratégica para el actual escenario político.

No obstante, Fernández se encontró con el desafío de reunificar intereses con los sectores históricamente enemistados con el peronismo –y con tensiones intensificadas por el kirchnerismo- como el campo, los gobernadores radicales –hoy convertidos en enclaves fuertes de la oposición-, entre otros. Con un plan de emergencia que debió ser tratado con pinzas, Fernández se dispuso en el último mes a profundizar el perfil “antigrieta” que presentó durante su campaña electoral, en un intento de apaciguar las aguas entre sectores políticos en medio de un clima de fuertes demandas sociales y económicas.

Sin descuidar los llamados del FMI, el Gobierno apuntó a medidas clave como la mejora de salarios, congelamiento de precios, control de cambios, otorgamiento de bonos, actualizar las retenciones a la renta agropecuaria, entre otros puntos.

En tanto, el gesto significativo más reciente sin dudas fue la presentación del programa “Argentina Hace”, inaugurado ayer mismo, que consiste en la construcción de obra pública mediante el incentivo a pequeñas empresas constructoras y cooperativas de trabajo. Esta medida representa un ejemplo más de la búsqueda del Gobierno por poner en marcha la producción local y reactivar el trabajo.