Cuando conoció la enfermedad autoinmune de su hijo y el extenso y desgastante tratamiento que conllevaría, la doctora en Biología Tamara Rubilar agradeció que el niño "tuvo la suerte de nacer en casa de un científico". Años después, los corticoides fueron reemplazados por un "guiso de mar" que la propia familia preparaba – un medicamento que su madre, científica del CONICET, creó con sus propias manos a base de erizos de mar y, como contó a Diagonales Stream, ahora se busca producir en masa pese al desfinanciamiento de la ciencia nacional.

"Yo siempre digo que tuvo la suerte de nacer en casa de un científico", comenzó su relato la especialista. Su segundo hijo "nació con una enfermedad autoinmune que le generaba que no tuviera defensas y le causaba una inflamación intestinal y grandes alergias alimentarias que hacían que no pudiera nutrirse". El tratamiento era prolongado, intenso y, especialmente, arduo, pero todo cambió cuando ella misma se puso al hombro la investigación con el objetivo de hallar un remedio alternativo. Y lo logró.

X de Diagonales

"Después de haber transcurrido toda una situación de susto, de viajar al hospitla público a que lo diagnostiquen y demás, tuvimos un diagnóstico. Fue un proceso de varios meses y de mucha angustia familiar. Después vino el tratamiento: el tratamiento estándar era reforzar el sistema inmunológico y consumir corticoides continuamente para bajar la hiperreacción del sistema autoinmune y de las inflamaciones intestinales que él tenía. El problema es que los corticoides son una muy buena solución a corto plazo, en períodos especificos; pero cuando uno los consumo a muy largo plazo y desde muy temprana edad puede derivar en consecuencias que cuando yo me puse a investigar me asusté como mamá", comentó Rubilar.

Del susto vino la inspiración para hallar un tratamiento alternativo: "Yo siempre digo que tuvo la suerte de nacer en casa de un científico. Me puse a investigar qué era lo que se hablaba en la ciencia, no todavía en la medicina, que podría ayudar. Fue una búsqueda frenética. Se hablaba de antioxidantes en la naturaleza para bajar la inflamación intestinal. Empecé por el arándano y el mate, los más conocidos y estándar, pero tenían otro tipo de moléculas que generaban otros problemas". Sus conocimientos la llevaron de inmediato al mar, particularmente gracias a una química orgánica con la que se formó.

"En esa búsqueda encontré un trabajo científico que hablaba de una molécula que podía hacer las dos cosas: subir las defensas y bajar el estado activo del sistema inmunológico. Y esta molécula se encontraba en los erizos de mar", descubrió. La búsqueda la llevó a diversos análisis en la Unión Soviética, que había estudiado el fármaco por 40 años y ya estaba a la venta desde 2003: "Por el tiempo ya tenía tranquilidad de que la molécula era segura y era real. Me puse en contacto, les mandé muestras de los extractos y me confirmaron que tenían la molécula".

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La misión ahora era replicar el remedio. Primero la familia realizó una producción casera en el laboratorio y con los erizos de mar que podían conseguir. “Empecé a hacer un ‘juguito’ o ‘guiso de mar’ en casa. Comenzó tomándolo mi marido, luego yo, después finalmente se lo dimos al nene”, recordó Rubilar. Había signos de mejoría así que el tratamiento continuó hasta que eventualmente desplazó por completo a los remedios convencionales: “Tras un año de consumo decidimos sacarle los corticoides totalmente”. El medicamento había funcionado, pero "esto no podía quedar acá".

“Me animé a ir al grupo de investigación y plantear cómo hacemos para transformarlo en otra cosa. Primero vimos si podíamos obtener las moléculas sin matar animales: los rusos pescan y matan a 1.400.000 animales para producir un gramo. Eso iba a devastar todo”, reflexionó la científica. La inquietud llevó al equipo a "desarrollar una biotecnología" que permita "cultivar erizos de mar y hacer que acumulen las moléculas dentro de sus huevas". El método se adecúa a los protocolos de bienestar animal: "Recogemos las huevas sin matar animales y con 1.000 animales en planta generamos lo mismo que los rusos matando 1.400.000. Ahí salimos a buscar inversión".