En su decálogo publicado a través de la red social X, el asesor sin cargo Santiago Caputo se refería a “diez verdades incómodas en la era mileista”, y en el séptimo mantra planteaba: “El diálogo solo es un valor si conduce a un país más libre. Es un medio y no un fin en sí mismo”.

Tras los reveses en el Congreso, incluido el último capítulo del Senado, donde el gobierno nacional volvió a perder por paliza por los Aportes del Tesoro Nacional (ATN), hay una condición sine qua non para un sector del Gobierno: “sin rosca” las iniciativas del Poder Ejecutivo seguirán quedando truncas, como viene sucediendo en los últimos meses.

Más que un debate sobre medios y fines, “hacer política” se volvió una necesidad. Sobre todo, si se trata de un Gobierno que atraviesa un proceso de crisis en muchos frentes en simultáneo, pero no lo reconoce.

A pesar de las negociaciones de último momento y de los fondos millonarios que la Nación destinó a cuatro provincias amigas en los últimos días para ganar el favor de gobernadores aliados, el Poder Ejecutivo llegó debilitado a la sesión en Diputados por las normativas de Emergencia Pediátrica y de financiamiento universitario, y tampoco había expectativas de obtener un resultado digno en el Senado.

Fuentes consultadas por Diagonales desde la Casa Rosada plantean que la ratificación en la Cámara baja de las leyes que Javier Milei vetó era algo que esperaban.

 “Ya las últimas votaciones se dieron en este registro y eran dos temas muy sensibles, sensibles para el relato: educación, salud de los niños. Era previsible”, sostuvieron. Pero en esa afirmación, también hay un dejo de desesperanza: no esperaban que la diferencia de votos fuera tan abrumadora.

Los pocos aliados que quedan del Gobierno en el Senado también advierten de la debilidad parlamentaria del oficialismo. “Este lugar lo conozco bien y difícilmente me equivoque: si te digo que va a pasar tal cosa... va a pasar tal cosa. Hace meses que vengo advirtiendo que estamos perdiendo tropa, que no podemos sostener nada en el Senado de la Nación, que en cada sesión te gritan el gol en la cara, se para (José) Mayans en el alambrado y hace movimientos pélvicos como si fuera Elvis Presley", sostuvo el cordobés Luis Juez a Eduardo Feinmann.

La crisis política en la que se incuba tras la derrota electoral en la Provincia de Buenos Aires por 14 puntos contra el peronismo y los escándalos de corrupción, que suman nuevos capítulos contra la primera plana del elenco gubernamental, lejos de ser reconocida y trabajada, es menoscabada. Le sale más fácil a los funcionarios denunciar intentos de “golpe”, como sostuvo el ministro de Economía Luis “Toto” Caputo.

Pero por dentro los cambios son cosméticos y los exaliados del Gobierno lo saben. No se puede explicar de otra forma que algunos de los gobernadores y legisladores que hasta ayer nomás eran aliados “incondicionales” ahora evadan sin tapujos los guiños del Poder Ejecutivo.

La creación de una mesa política nacional con Karina Milei, Santiago Caputo, Guillermo Francos, Martín Menem, Patricia Bullrich y Manuel Adorni; y la jerarquización del Ministro del Interior Lisandro Catalán, y un cierto corrimiento, que no es para nada total, de Eduardo “Lule” Menem no fueron señales suficientes para recomponer los lazos de confianza que se rompieron a lo largo de este año con los exdialoguistas. Ni siquiera los arreglos unilaterales con algunos mandatarios provinciales para otorgarles a discreción aportes retaceados.

De esos 12.500 millones de pesos revoleados de urgencia, el mendocino Alfredo Cornejo no recibió nada y eso lo hizo pesar. El gobernador radical, aliado de LLA en octubre, hizo que sus diputados Lisandro Neri y Pamela Verasay votaran contra el gobierno en Diputados el miércoles, y en la discusión por los ATN en el Senado influyó para las abstenciones de Mariana Juri y Rodolfo Suárez.

Incluso Rogelio Frigerio, que sí recibió transferencias en los últimos días por 3000 millones de pesos, influyó para que el senador por su provincia y jefe de la bancada del PRO, Alfredo De Angeli, solo se abstuviera y no fuera en línea con la Casa Rosada.

A pesar de todas estas piedras en el zapato que acumula Milei en el frente político, la principal preocupación hoy por hoy para el Presidente (y para Caputo) pasa por controlar la tormenta económica y financiera en el horizonte. Incluso estos movimientos políticos en la interna del Gobierno apuntan a esa dirección.

No es menor. En la jornada del jueves el Banco Central tuvo que vender casi 400 millones de dólares este jueves para evitar que el dólar perfore el techo de la banda. Además, las acciones argentinas cayeron hasta 10% en Wall Street y el riesgo país superó los 1.400 puntos.

Ante este escenario, Caputo tuvo que afirmar que el Gobierno venderá todos los dólares que sea necesario para mantener a raya el valor de la divisa. Al final del camino, lo que miran los grandes capitales especulativos son los números de las reservas y no hacen oda de la flotación y las altísimas tasas.

En ese trayecto hacia octubre, una elección de medio término que hasta hace poco tiempo atrás era descontada como una victoria del Gobierno pero que hoy está en duda, Milei y Caputo activan el operativo “aguantar”.

Por eso buscan avanzar las gestiones con el gobierno de Donald Trump para estabilizar el frente financiero con un préstamo directo desde la administración norteamericana. Pero el Gobierno se choca con funcionarios estadounidenses que no están convencidos de este salvataje a la Argentina.

En el viaje que emprenderá Milei este lunes hacia el norte para participar de la Asamblea General de la ONU este será un tema estelar de las reuniones unilaterales que buscará promover la comitiva que encabezará Caputo.

Mientras tanto desde la Casa Rosada insisten en que hay suficientes dólares para resistir el tipo de cambio en la banda superior, y transmiten que no los preocupa la fuerte suba del riesgo país.

Pero esto es Argentina. Y hasta el 26 de octubre restan 25 ruedas cambiarias.