“Hay que animarse a tocar intereses concentrados”, dispara Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense y uno de los dirigentes que impulsaron la creación de la Corriente Sindical Federal (CSF), instrumento político en el que varios gremios importantes encontraron un espacio propio, disidente -por izquierda- de la CGT. Allí tuvo un rol importante también Abel Furlán, cercano a Cristina Kirchner, que acaba de destronar a Antonio Caló al frente de la UOM. El último documento de la CSF, leído por el propio Amichetti durante el debate en Diputados de hace diez días, abunda en críticas hacia el acuerdo entre el Gobierno y el FMI y se anima a plantear algunas medidas como el “estricto control estatal del comercio exterior” o el “control de costos de las empresas oligopólicas y monopólicas” de alimentos, que varios sectores al interior del Frente de Todos le reclaman al Presidente. “Hay medidas fundamentales para el bienestar del pueblo que no se pueden tomar dialogando”, dice “El Gringo”, como lo llaman sus compañeros, en diálogo con Diagonales. 

Héctor Amichetti: "Preocupa que un sector del Gobierno crea que puede resolver los problemas 'dialogando'"

La CGT apoyó el acuerdo con el fondo, sin embargo la Corriente tuvo un posicionamiento muy duro. ¿Qué balance hace de la intervención del movimiento obrero en el debate por el acuerdo con el Fondo?

-La CGT apoyó el acuerdo desde un primer momento sin conocer su contenido, algo que nos llamó la atención. Por supuesto que no comparto ese apoyo ni la posición que tuvo la CGT en todo el proceso, fundamentalmente porque no abrió el debate interno. Nosotros nos reunimos como Corriente y debatimos el contenido del acuerdo y hay varias cosas que no nos cierran, desde el control sistemático del FMI a la política económica hasta las metas de reducción del déficit o las limitaciones a la emisión monetaria, por ejemplo. Pero con o sin acuerdo, entendemos que hay que avanzar urgentemente con medidas de fondo, que creemos que había que implementar incluso antes del acuerdo mismo, como el control de precios, la investigación y el freno de la especulación financiera y la fuga y el control estatal de lo que sale por el río Paraná. 

"Entendemos que hay que avanzar urgentemente con medidas de fondo, que creemos que había que implementar incluso antes del acuerdo mismo".

El Gobierno, precisamente, está en un debate sobre la conveniencia o no de la moderación en determinadas políticas, al menos a juzgar por las cartas de intelectuales de los dos sectores mayoritarios. ¿Cómo ve ese debate?

-Nos preocupa esa idea del sector que conduce el gobierno de que pueden resolver los principales problemas del pueblo, como la inflación, “dialogando” con los sectores concentrados, que no quieren resolver esos problemas sino conservar y expandir sus márgenes de ganancias. Las empresas exportadoras, si fuera por ellas, aportarían todo y que el pueblo pague en dólares la comida. Ahí hay una batalla que dar, hay que animarse a tocar intereses concentrados. Es lo que hay que hacer para mejorar el ingreso de los trabajadores, de los jubilados y de los que menos tienen. 

"Nos preocupa esa idea del sector que conduce el gobierno de que pueden resolver los principales problemas del pueblo, como la inflación, 'dialogando'".

¿Le preocupa el estado actual de la pelea entre Cristina y Alberto?

-Me cuesta creer que no se pueda construir una mesa de conducción donde se escuche la opinión del sector mayoritario del frente. No estoy de acuerdo con esta idea de que en el sistema presidencialista como el que tenemos sea el presidente el que decida todo, menos si se trata de un gobierno nacional y popular y si ese presidente fue elegido para estar ahí por la referente del espacio mayoritario, en este caso Cristina. Yo no creo igualmente ni que Cristina ni que Alberto ni que Massa no quieran que el pueblo salga de esta situación en la que está, complicada, pero me parece que tiene que institucionalizar un espacio de conducción donde todos los espacios del frente están representados, porque así está claro que no se pudo.

"Me cuesta creer que no se pueda construir una mesa de conducción donde se escuche la opinión del sector mayoritario del frente".

Pero está claro, igualmente, que esa mesa tiene que servir para que prevalezca la unidad, la unidad en otras condiciones distintas de la actual, pero la unidad es importante porque me parece muy obvio que esta coyuntura está siendo aprovechada por la derecha y la oposición para tumbar al gobierno. No tengo dudas que quieren eso y apuestan a que eso ocurra y sería una nueva frustración muy importante para el pueblo argentino. 

Héctor Amichetti: "Preocupa que un sector del Gobierno crea que puede resolver los problemas 'dialogando'"

Entre esos problemas está la inflación, ¿es el principal, hoy? 

-Sin ninguna duda. Es un tema central, tenemos que estar todos metidos en esa situación. Tenemos claro que tenemos que tocar a los formadores de precios para aliviar la situación. Hay que animarse a tocar intereses concentrados. El rubro alimentos no puede esperar, más allá de que ya las paritarias quedan por debajo de esta inflación al menos en el corto plazo, algo que además complica la reactivación económica. 

"Hay que animarse a tocar intereses concentrados".

Por último, ¿qué reflexión le merece la asunción de Abel Furlán al frente de la UOM?

-Evidentemente ha habido una expresión muy genuina recambio de la conducción del gremio. Valoro el trabajo que realizó Abel, con quien compartimos la Corriente Federal. Ha podido interpretar a las distintas seccionales los compañeros y no utilizó eso para establecer una ruptura ni armar listas paralelas, sino que buscó generar una unidad que pueda generar un estilo nuevo de conducción. Es valioso porque indudablemente surgió de una expresión genuina de las bases. Tengo que destacar además la conducta política de Abel, no sólo sindical, también política cuando le tocó ser diputado nacional durante el gobierno de Macri y muchos le pedían que se sume a la ruptura del bloque y se mantuvo firme, y lo mismo hizo al rechazar la reforma laboral, el pago a los fondos buitres y otras medidas del macrismo, a diferencia de muchos otros.