Las únicas certezas en la nueva Argentina, finalizando la primera semana tras la asunción de Javier Milei, es que el país entró en una senda que muestra rasgos novedosos y que promete un panorama muy complejo y doloroso para la población, al menos en el corto y mediano plazo. Con sello propio marcado por la improvisación, decisiones contradictorias con su discurso de campaña y una lógica comunicacional disruptiva, La Libertad Avanza dio sus primeros pasos como Gobierno nacional.

Una primera mirada sobre los días transcurridos desde la asunción presidencial muestra un preocupante nivel de improvisación en el oficialismo. Los primeros lineamientos de la hoja de ruta económica, algo que se suponía que el economista Milei tendría preparado para anunciar de inmediato, tuvieron que esperar dos días y un par de sobresaltos. La falta de definiciones obligó a un lunes de cuasi feriado cambiario y parálisis de las operaciones. El martes, día señalado para los anuncios de Luis Caputo, se estiró hasta casi entrada la noche debido a idas y vueltas en la grabación de un mensaje con durísimas medidas económicas que no admitieron repreguntas de la prensa. El país, en vilo desde el domingo hasta casi el miércoles.

Caputo se convirtió en el principal rostro del Gobierno esta semana. Sus anuncios del martes generaron una catarata de pronunciamientos debido a la dureza de los recortes y la devaluación anunciados, y el ministro de Economía se llevó durante los días subsiguientes las marcas que normalmente deberían haber caído sobre el Presidente. “Toto” brindó dos entrevistas luego de su mensaje grabado (al menos dos veces), a medios amigos como TN y LN+. Esas fueron todas las explicaciones que hasta ahora hubo sobre el rumbo económico, los alcances y los paliativos del ajuste.

IMPROVISACIÓN E INCONSISTENCIAS

Las inconsistencias y contradicciones con el discurso de campaña de LLA estuvieron a la orden del día. Una de las principales tuvo que ver con la cifra elegida para infundir el terror hiperinflacionario en la población, a modo de justificación del ajuste y el sufrimiento por venir. Primero, el ministro de Economía repitió el estrafalario 15.000% anual que Milei enunciara en las escalinatas del Congreso en su discurso de asunción. En su última entrevista, Caputo cambió la cifra por un 1% de inflación diaria, que anualizó en un 3.678%. Ese registro, similar al de la peor hiperinflación de la historia argentina (que el 15.000% multiplicaba casi por cinco), fue repetido este viernes por Manuel Adorni, vocero presidencial, y por el propio Milei en un vivo de Instagram en el que sorteó su último sueldo como diputado.

Pero esas cifras tiradas a la bartola no es lo único que el oficialismo cambió en tiempo récord en estos días. También se desdijo de varias de sus principales líneas de campaña y de principios identitarios del propio Milei. La quita de subsidios, que en el debate con Massa dijo que no implementaría, ya es una realidad y tiene fecha: en enero comenzará para el transporte público. Habrá aumento de impuestos, algo que para Milei en campaña era peor que cortarse un brazo. El ajuste, quedó claro, lo pagará la población mientras “la casta” pasó a ser un concepto en desuso en el léxico oficialista.

La liberalización económica deberá esperar, al parecer. El Gobierno anunció aumentos impositivos tanto a las importaciones como a las exportaciones. La idea de sacarle al sector privado el pie estatal de encima para dejarlo producir choca de frente con las nuevas trabas a las importaciones de insumos, y el establecimiento de un 15% de retenciones a las economías regionales, industriales y agropecuarias, exceptuando a los beneficiados de siempre: los sojeros.

El jueves, representantes de las entidades agropecuarias se reunieron con el secretario de Bioeconomía (nuevo nombre para Agricultura), Fernando Vilella, y fueron notificados de la decisión de implementar retenciones. Vilella se mostró incómodo con la medida que, según trascendió, se enteró a través de los medios de comunicación. Los productores pusieron el grito en el cielo y ya sobrevuelan las posibilidades de protestas en el sector. Desde el Gobierno intentaron explicar que la devaluación ya compensa de por sí ese 15% de retenciones, argumento que desconoce toda la producción agropecuaria que no se exporta y se destina al mercado interno. Alberto Fernández recibió su primer reclamo sectorial por parte del campo como Presidente, quizás Milei corra la misma suerte.

Junto a Caputo, la ministra que también asumió el protagonismo en la primera semana del Gobierno fue Patricia Bullrich. La titular de Seguridad anunció su plan antipiquetes, que rápidamente fue cuestionado y denunciado por el carácter inconstitucional de varios de sus planteos. Fiel a su estilo, Bullrich se mostró firme ante las críticas y colaboró acaparando la atención y las tensiones para con un oficialismo que sigue siendo un enorme signo de pregunta.

¿VIOLETA O AMARILLO?

Paradójicamente, las dos áreas más activas y protagonistas  fueron las encabezadas por ex funcionarios macristas. En la tropa libertaria se advierte un preocupante letargo para arrancar con sus funciones y el reordenamiento del Estado. Por caso, se esperaba algún pronunciamiento por parte de Sandra Pettovello, ministra de Capital Humano, en torno a cómo se implementará la contención de los sectores sociales más castigados por la crisis económica, sobre quienes el ajuste pegará aún más fuerte. El silencio de la ministra mantiene en incógnita cómo se ejecutará el aumento de la AUH y la Tarjeta Alimentar anunciados por Caputo, qué sucederá con los Potenciar Trabajo, etc. La única declaración de Pettovello que llegó a la agenda esta semana fue aquella en la que contó que se sumó al proyecto de Milei porque nunca pensó que llegaría tan lejos.

Mientras múltiples áreas del Estado nacional aún no tienen a sus funcionarios políticos designados y trabajando, las que sí los tienen se encuentran en una lenta reestructuración donde faltan comandantes y conducción. En ese panorama, el que sí se mostró activo entre los funcionarios libertarios fue el ministro del Interior, Guillermo Francos. El ex funcionario de la gestión de Alberto Fernández es uno de los principales armadores desde lo político para el Gobierno, y en estos días mantuvo importantes encuentros de cara a lo que viene.

Francos se reunió con Daniel Catalano, secretario general de ATE Capital y secretario adjunto de la CTA, para comenzar a tender puentes de comunicación con el sindicalismo y un sector que se verá particularmente afectado por despidos como los estatales. El mismo día, el ministro del Interior recibió en la Casa Rosada Martín Llaryora. El gobernador cordobés fue el primer mandatario en pisar la Rosada bajo el nuevo Gobierno, marcando la profundización del acercamiento entre LLA y el cordobecismo, y abriendo el diálogo de los gobernadores con el oficialismo. Contención de la crisis y armado de estructura política para lo que viene, la agenda de un Francos que aparece en la lista de los “funcionarios que sí funcionan” de la primera semana en la Argentina de Milei.

¿Y EL PRESIDENTE?

La lógica indicaría que en un contexto como el actual, con un brutal ajuste anunciado sobre los bolsillos de la población, con la instauración de impuestos que eran mala palabra en campaña, con un anuncio para limitar la protesta social como el del protocolo de Bullrich, la palabra del Presidente se torna indispensable frente a una sociedad expectante y angustiada con el porvenir de un fin de año donde nadie puede saber qué logrará poner en su mesa navideña. Lo cierto es que hubo que esperar recién hasta el viernes para ver a Milei en actividad, y ni el evento ni la forma elegida estuvieron a la altura de semejante momento del país y su población.

Durante la semana en la que todo se incendiaba, los precios de naftas y alimentos se disparaban, las cadenas de comercialización tambaleaban por la incertidumbre, el Presidente se mantuvo en silencio. Las reuniones de gabinete y la mudanza a Olivos eran sus actividades  y su agenda, y hasta se especuló con la posibilidad de que estuviera atravesando un momento delicado en cuanto a su estado de ánimo. El cineasta y publicista de Milei, Santiago Oría, publicó el jueves una foto del Presidente en la Rosada casi a modo de parte de existencia.

No fueron los productores y exportadores a quienes les aumentaron los impuestos, ni los sectores sociales a quienes tendrán que contener en la disparada inflacionaria que se viene, ni los gobernadores que vienen presionando por ser recibidos por el máximo mandatario y no por emisarios como Francos. Ninguno de ellos fue destinatario de la primera comunicación en primera persona de Milei desde el domingo de su asunción. El Presidente, fiel al estilo populista que viene desplegando, eligió el sorteo de su último sueldo como diputado nacional como la instancia para mostrarse por primera vez su semana inaugural al frente del país. El canal elegido para hacerlo no fue institucional, sino sus propias redes sociales.

Milei sorteó su dieta de $2.119.432 brutos entre las 2.881.716 de personas que se anotaron. Antes, realizó un paneo por el despacho presidencial en el que pudo verse a buena parte de su círculo íntimo: Karina Milei; Iñaki Guitiérrez, su novia Agustina y Tomás, quienes se encargan de las redes libertarias; Graciela, una de sus mejores amigas, entre otros. Además, mostró el Sillón de Rivadavia, el bastón presidencial con sus perros en el puño y la banda presidencial que “pesa mucho”, según contó “el jefe” en vivo para los 115.000 seguidores que estaban en línea.

El tono jocoso y descontracturado de Milei contrastaron con el difícil momento del país. El Presidente se mostró con su estilo informal que le permitió sintonizar con gran parte de la población, pero que no puede transformarse en su único registro y menos en tiempos de anuncios de sufrimiento. Los chistes y las risas dentro del despacho presidencial nada tenían que ver con ta tensión y la incertidumbre que viven hoy las familias argentinas. Por otro lado, la poca institucionalidad que viene mostrando la comunicación del Presidente, como pasó con la escandalosa transmisión privada de la jura de ministros, comienza a tornarse inaceptable. El negocio de la monetización de sus videos en las redes sociales no debería hacerle perder de vista a Milei que ya no es un personaje televisivo sino el Presidente de la Nación, y que sus actos deben ser públicos ante todo.

El Presidente destinó apenas unos últimos minutos de su transmisión para hablar del momento del país. “Estamos totalmente abocados a terminar con la inflación y evitar la híper” afirmó, luego de repetir la cifra del 1% diario y el 3.678% anual que ya parece haber reemplazado definitivamente al estrafalario 15.000%. Pero eso no fue lo único en lo que se desdijo Milei.

“Estamos haciendo un esfuerzo enorme que recae en un 60% en el Estado y el 40% en el sector privado, pero todo lo que cae en el sector privado es transitorio” expresó el Presidente. De “el ajuste lo va a pagarla casta y no la gente” durante la campaña, al “el ajuste lo va a pagar el Estado y no los privados” de la asunción, al 60-40 de hoy. Tal el periplo argumentativo de un Milei que cada vez encuentra menos solidez a la hora de explicar lo inexplicable.

Ya con la certeza de que el ajuste caerá con fuerza sobre toda la sociedad, generará una altísima inflación y una caída de la actividad económica que afectará a la población, tanto en su carácter de consumidores como también de productores y comerciantes, la nueva gambeta de Milei pasó por afirmar que “todo lo que cae en el sector privado es transitorio, una vez que reacomodemos la economía, vamos a empezar a eliminar todo lo que a los liberales libertarios no nos gusta”. Sonó a poco y a excusa de la boca de un Presidente que no dio la cara en su primera semana de gobierno, en la cual contradijo muchos pilares de su campaña tomó medidas que castigarán el poder de compra de los argentinos.

Así terminó la primera semana Milei. Para la próxima, Guillermo Francos ya citó a un encuentro a los 24 gobernadores para el martes, en el que el Gobierno atenderá las dudas de los mandatarios en torno al programa económico que anunció Caputo. Se especula que el Presidente podría participar de la reunión. Sería una buena forma de encauzar el arranque caótico y desordenado del nuevo oficialismo.