La industria de la edición representa siempre un desafío en términos de políticas públicas dada su doble condición. Por un lado, en su carácter productivo necesita de una fuerte protección estatal para ser viable a nivel local. Por el otro, en su carácter de industria cultural las limitaciones que se establezcan sobre el sector afectan la circulación de ideas e información.

Desde 2010, en busca de favorecer la producción local, se había limitado la importación de libros a partir de dos medidas, las DJAIs y el control de cantidad de plomo usado en las tintas. Ahora bien, desde la llegada del Mauricio Macri al poder estas restricciones que buscaban proteger la industria de la edición fueron eliminadas.

En toda su producción intervienen tres actores. Primero, la industria papelera, luego la industria de edición y finalmente las editoriales.  Estas últimas son las que, al decidir qué libro publicar, activan la cadena para atrás;  detentando,  por tanto, el poder de decisión sobre todo el sector. Las mismas están compuestas por grandes multinacionales, en su mayoría españolas, que encuentran más provechoso encargar la  fabricación  de sus libros en países como China, Uruguay o Chile que hacerlo localmente. La foto se completa al entender que los libros importados no pagan IVA y la producción local si lo hace en todas sus etapas.

Desde el Centro de Economía Política Argentina (CEPA) se analizaron los impactos sobre el sector de las nuevas medidas. El primero, es el esperable, las importaciones se incrementaron 94,79% respecto de 2015, pasado de los 40,3 mil millones de dólares y a casi 80 mil millones en 2016.

Gráfico 1 - Evolución del Comercio Exterior de libros Período 2002/2016 en u$

Industria Gráfica, ¿Proteger o no proteger?

Segundo, dado el aumento de las importaciones la industria redujo la utilización de la capacidad instalada del 69.07% en el primer trimestre 2015, al 55,61% en el primer trimestre 2016 y 52,37% en mismo periodo del 2017. En espejo, se reduce un 5,6% la cantidad de trabajadores registrados empleados del sector, despidiendo 2.536 trabajadores entre el tercer trimestre del 2015 y el tercer trimestre 2016.

Tabla 1. Capacidad Instalada y Cantidad de Trabajadores en el sector edición por trimestre

Industria Gráfica, ¿Proteger o no proteger?

La producción de libros se redujo sensiblemente. En 2016 fueron 27.700 en el caso de los títulos registrados (Datos Cámara Argentina del Libro). Esto representa una caída respecto de 2015 de 5,14%. Además la producción local de ejemplares registrados, alcanzó la cantidad de 62.600.000 (Datos Cámara Argentina del Libro). Esto representa una caída de 25,03% respecto de 2015 y una caída de 36,58% respecto del promedio de 2010/2015.

Como conclusión, la industria gráfica se encuentra en retroceso frente las decisiones tomadas por la dupla Cabrera y Avelluto. Estas políticas fueron diseñadas a las medidas de las grandes editoriales, que aumentaron las importaciones de libros del exterior. Cabe resaltar, que en el gabinete de Macri no hay representantes de la industria de la producción de libros, aunque sí los hay de las editoriales, como Avelluto, que proviene de Planeta y Random House, las cuales junto con Penguin tienen el 50% del mercado en Argentina. Por otro lado, el Jefe de Gabinete del Ministerio de Producción, Ignacio Pérez Riba, es el hijo de Santisteban el titular de la Cámara Importadores de Argentina.

Por último, como consecuencia de las medidas tomadas en 2011 se desarrolló la capacidad de traducir, diseñar, corregir e imprimir localmente. Estos avances no deben ser menospreciados, menos aun exponerlos a la competencia mundial sin algún tipo de planificación de cómo preservar lo logrado. La industria grafica requiere de políticas públicas creativa puedan impulsarla en su doble rol, industrial y cultural.