Al asumir la primera magistratura de la República, Mauricio Macri encontró un país mucho mejor que el que recibió Néstor Kirchner doce años y medio antes, con una economía que en los últimos años había iniciado un leve despegue luego de un par de meses de desaceleración, con un elevado nivel de consumo y de empleo. En poco tiempo, el presidente Macri deambuló la senda del endeudamiento, como si fuera una calcomanía de los años ‘90  hacia la explosión del 2001, negociando con los fondos buitre y acudiendo al Fondo Monetario Internacional (FMI).

De aquel 10 de diciembre de 2015 transcurrió más de un año y medio. Sucedió con todo y de todo. El próximo domingo se vienen las PASO legislativas, una especie de termómetro que tanteará fuertemente los niveles de adhesión del actual Poder Ejecutivo nacional y de las provincias.

Con todo, el macrismo gobernante y más notorio en los distritos más resonantes –Nación, provincia de Buenos Aires y ciudad homónima- sigue contando con la ayuda inalterable de los grandes medios de comunicación nacionales que castigaron impiadosamente a la anterior gestión por atentar contra sus intereses. El país actual golpeado que describen los medios hegemónicos, tiene un único responsable: la herencia kirchnerista.

Al Gobierno nacional no le alcanzaron las espadas parlamentarias para modificar la tan ponderada ley Sáenz Peña para luego aflorar en el sistema en electrónico. El centenario mecanismo que catapultó a las actuales autoridades es siempre una herramienta de doble filo. En estas PASO al margen del renombre de los candidatos, es contundente la presencia de los medios más dominantes en la pelea en las urnas. Para el votante lo destacado debiera ser la orientación general de un gobierno, es decir si sus políticas implementadas benefician al interés general de la sociedad o todo lo contrario. Los diarios y sus páginas digitales machacan con la tan mentada corrupción kirchnerista sin tener en cuenta que, por ejemplo, el principal obstáculo del menemismo en las legislativas de dos décadas atrás no fueron las denuncias de corrupción sino la desindustrialización y la falta de trabajo.

Un nuevo elector surge desde las parlamentarias 2009 con la derrota en las legislativas del entonces oficialismo gobernante y quien revertiría la situación política arrasando en la reelección presidencial dos años después. El escenario: la discusión en cuanto al rol de los medios de comunicación y el constante bombardeo en función de la protección de sus propios intereses empresariales. Uno de esos mecanismos son las constantes pantallas mediáticas con la corrupción kirchnerista, dejando de lado infantilmente que el dinero no se roba en un par de valijas. Informaciones de ese ruin calibre son de una falsía mediática intensa y de una subestimación maliciosa  hacia sus receptores.

Los diarios y sus páginas digitales machacan con la tan mentada corrupción kirchnerista sin tener en cuenta que, por ejemplo, el principal obstáculo del menemismo en las legislativas de dos décadas atrás no fueron las denuncias de corrupción sino la desindustrialización y la falta de trabajo.

El temor de varios de los candidatos a los medios de comunicación más influyentes es demasiado y se nota.  Fue en esa línea que las empresas más poderosas de comunicación se posicionaron contra la Ley de Servicios de comunicación Audiovisual. Los  monopolios no quieren competir. Y tal lo explica el director periodístico de Radió Gráfica, Gabriel Fernández, que el "gran error del movimiento nacional y popular fue no respaldar a otros medios para establecer una  competencia en toda la línea".

Si, estas PASO, son más que el preanuncio de las parlamentarias y conformación del Poder Legislativo. Tienen una estratégica mirada hacia adentro en los comicios presidenciales de y un color hacia lo que suceda en Latinoamérica. Y quienes hoy son gobierno y los que están en la oposición, lo saben