A una semana de la decisión de Casa Rosada de suspender la presencialidad en las escuelas del AMBA, todo el país parece preguntarse dónde está Nicolás Trotta. Gremios docentes piden que dé la cara, el Gobierno evita mencionarlo y, hacia ambos lados de la grieta, la educación se gestiona por cuenta propia de mandatarios. Entre medio, el destino de las aulas se decide en despachos judiciales donde la pulseada mayor la tienen Provincia y CABA.

Con Nicolás Trotta estamos en la situación como cuando un chico se desconecta y no sabemos dónde ir a buscarlo”, sostuvo la secretaria general del gremio de docentes porteños Ademys, Mariana Scayola, en diálogo con El Destape. Una definición ácida para una figura de la primera plana de Nación, a quien todavía lo persigue el fantasma de los “funcionarios que no funcionan”, sentenciado por Cristina Fernández de Kirchner como postal de fin de año 2020.

Un breve repaso: Trotta viró de ser el funcionario que defendió a capa y espada el cierre de escuelas durante la cuarentena del año pasado, a un 2021 donde salió a sostener que la “presencialidad es fundamental”, a contramano de sindicatos docentes y la gestión bonaerense, dos actores clave para la batalla sanitaria en el AMBA.  

Aunque la imagen del ministro de Educación de la Nación ya había empezado a mostrar fracturas desde el año pasado, el momento más crítico tuvo lugar la semana pasada, cuando el presidente Alberto Fernández  decidió anunciar la suspensión de la presencialidad en las aulas, sepultando así la postura manifestada por el propio Trotta apenas dos horas antes.

Desde entonces, el Ministro se mantuvo al margen del escenario político, a tal punto de no emitir palabra ni siquiera ante el fallo judicial que ordenó a Horacio Rodríguez Larreta a suspender las clases presenciales, hecho que estuvo en boca de todos, excepto la del titular de Educación.

En tanto, la ausencia de Trotta ahora se convirtió en blanco de ese pelotón de fusilamiento que son las redes sociales, en esa mezcla de humor social y operación política a fuerza de trolls. Entre consignas como “Se busca a Trotta” o chicanas políticas, comienza a sonar cada vez más fuerte el rumor de una inminente renuncia a su cargo.

Por otro lado, fuentes cercanas a Balcarce 50 han señalado que el propio Trotta ya tenía intenciones de dar un paso al costado desde hacía largo rato, pero que el Gobierno decidió frenarlo hasta tanto las aguas se calmen, tanto a nivel sanitario, social como electoral. Según esta versión, la renuncia del Ministro ya sería una ficha asegurada, a la que solo le quedaría encontrar el momento justo.

Lo cierto es que la imagen del titular de Educación está cada vez más debilitada, en un momento donde lo último que necesita Casa Rosada es presentar signos de fragilidad. En pleno año electoral, la segunda ola de contagios en marcha y una oposición que dispuesta a ponerse “rebelde” incluso a precio de aumentar contagios, el Frente de Todos no parece tener más lugar para cabos sueltos.

Desde el año pasado a esta parte, la falta de firmeza del funcionario frente un escenario social en ebullición que exige respuestas firmes, sumado a las tensiones en las filas internas del FdT que no termina de amigar al kirchnerismo duro con “los que son de Alberto”, ubicaron a Trotta en el centro de todas las críticas. Ahora, el poder de autoridad del Ministro pende de un hilo hacia ambos lados de la grieta. Y su silencio no hace más que avalarlo.