El PRO está decidido y va a fondo. Así como el año pasado la educación y la presencialidad en las clases fueron los caballitos de batalla elegidos para machacar en la opinión pública contra las decisiones del oficialismo en pleno año electoral, el macrismo identificó con astucia que en el relato que se instale socialmente sobre la deuda y el acuerdo con el FMI se juega una de sus principales cartas de cara a 2023. Si logra desprenderse del ancla de haber vuelto a traer al Fondo al país y, en un mismo movimiento, consigue que la responsabilidad de las penurias económicas que ese endeudamiento trajo y traerá al país recaigan todas sobre el oficialismo, no solo tendrá casi asegurado el triunfo en las presidenciales del año que viene sino que lavará su imagen como alternativa política para construcción de una Argentina diferente que las sociedad tanto ansía y reclama.

La operación comenzó antes de las PASO del año pasado, cuando Macri mostró en una entrevista con Luis Majul en La Nación+  un cuadro con el que intentó explicar que el Gobierno del Frente de Todos había endeudado al país en USD 30 mil millones en el año y medio que llevaba. Rápidamente los principales referentes del PRO se subieron a ese discurso y una de las más enfáticas fue María Eugenia Vidal, quien ayer también se mostró muy activa en declaraciones y redes sociales, persiguiendo el protagonismo en la jugada. Tras la teatralización de la retirada del recinto, el bloque de Diputados y Senadores del PRO emitió un comunicado en el que queda clara la importancia de esta disputa de sentido para el macrismo y en el que también actualizaron los números de su relato. “El relato mentiroso y sesgado sobre la deuda pública en Argentina que desconoce la deuda que heredó el ex Presidente Macri de las administraciones kirchneristas y las generadas por esta gestión (que ya acumulan USD 65 mil millones incluyendo la deuda del BCRA) insulta la inteligencia de los argentinos y la investidura de los representantes del pueblo en el Congreso de la Nación” dispara la segunda y última oración del escueto comunicado.

La gallina que cacarea es la que puso el huevo versa un dicho popular, y una de las preguntas que surge de la jugada del PRO es si la reacción tan dramatizada frente a un dicho tan puntual del Presidente Fernández, que criticó a la gestión macrista en varios otros temas como los tarifazos, no conlleva una asunción de culpabilidad implícita. Más allá de eso, hay números oficiales demoledores para el relato PRO sobre la deuda, así como también números de la opinión pública desde los cuáles su jugada política cobra total sentido. Y sumado, como otro elemento clave del debate, está la reacción de los aliados del PRO en JxC, que en su postura de no acompañar la puesta en escena macrista reafirmaron una idea que defienden hace tiempo: el gobierno de cambiemos fue el gobierno del PRO, no de la coalición. Desde allí habrá que leer hasta dónde acompañan el radicalismo y la Coalición Cívica el intento de lavada de cara del PRO.

LOS NÚMEROS OFICIALES DE LA DEUDA

El relato PRO sobre la deuda parte de un concepto fundamental: toda la deuda es lo mismo, no importa si es en moneda extranjera o local, si es con el sector privado, organismos de crédito internacionales o intra sector público, si se tomó bajo legislación nacional o extranjera, ni para qué se utilizó esa deuda. Desde esa mirada, por citar un ejemplo, los 7 puntos del PBI que el Gobierno nacional destinó a la gestión de la pandemia en 2020 son equiparables a los USD 44 mil millones que Macri tomó con el FMI para sostener el tipo de cambio y la salida de dólares del sistema en 2018, luego de que se le cortara el crédito con el sistema financiero privado. Desconocer el gasto que le significó al Estado el fortalecimiento del sistema de salud, los IFE, los ATP, etc. es parte de la operación, así como también desconocer que JxC entregó una Argentina en default, sin acceso al crédito, por lo cual ese esfuerzo económico tuvo que solventarse a partir de emisión monetaria o colocaciones de deuda local.

El argumento de los USD 65 mil millones de deuda tomados por el actual Gobierno oculta además tras ese número marketinero la composición de la deuda, o dicho de otra manera, el peso de la deuda en moneda extranjera en el total adeudado. Resulta evidente que la deuda en pesos y bajo legislación nacional es más sencilla de reestructurar y negociar, además de licuarse por el aumento del tipo de cambio, mientras que la deuda externa, tanto con privados como con organismos de crédito, viene siendo la gran traba al desarrollo económico del país desde hace décadas.

El Ministro Martín Guzmán se encargó varias veces durante esa polémica del año pasado de aclarar que el Gobierno del FdT no tomó deuda en dólares, básicamente por tener el mercado del crédito cerrado desde el default macrista. Pero si se toman los cuatro años de gestión de Cambiemos, lo que se observa es que la deuda argentina aumentó, quedó más dolarizada, más privatizada y con vencimientos incumplibles en el corto plazo.

La deuda neta en dólares creció en esos años unos USD 106 mil millones, pero lo que agrava la cuestión es que parte de esos dólares se utilizaron para pagar deuda en pesos. Así, la deuda en dólares que en 2015 representaba el 70% del total de la deuda argentina, a fines del 2019 explicaba un 78% de ese total. A la inversa, la deuda en pesos pasó de ser del 30% al 22% del total. Esa deuda en pesos que se pagó durante el macrismo fue en gran medida intraestatal, es decir, se tomó deuda en dólares con el sector privado para pagar deuda en pesos al interior del Estado argentino. Esto llevó la deuda con privados del 47% del total en 2015 al 67% en 2019. En relación a los plazos, en 2015 un 41% de la deuda tenía vencimientos en los cuatro años siguientes, y para 2019 ese porcentaje subió al 51%.

Esta tendencia al aumento, dolarización y privatización de la deuda también se registró en el Gobierno de Vidal en la provincia de Buenos Aires. La deuda bonaerense total pasó de USD 9.400 millones a fines del 2015 a USD 13.700 millones a fines de 2019, mientras que el peso de la deuda en moneda extranjera pasó de representar el 58% del total al final del mandato de Daniel Scioli al 82% al término de la gestión Vidal. A su vez, si en 2015 la deuda era de un 34,5% con el Estado nacional, ese porcentaje que cayó al 5% a fines de 2019 incrementando el peso de los privados en esa composición.

El otro argumento que el PRO utiliza para lavar su responsabilidad en el feroz proceso de endeudamiento entre 2015 y 2019 es el de la deuda heredada del kirchnerismo. Frente a esto vale recordar las palabras de quien rubricara el crédito con el FMI, el ex Ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, que en una conferencia de junio de 2016 titulada “seis meses de Macri, perspectivas para la argentina” declaró: “Dentro de todo este conjunto de problemas que dejó la administración anterior también nos dejó una bendición. El gobierno anterior era tan estrafalario, tan poco comprensible, tan poco homologable para el resto del mundo, que nadie le prestaba plata (...) Argentina tiene niveles de endeudamiento bajísimos tanto a nivel del gobierno como a nivel de las empresas como el nivel de las familias”.

LA OPINIÓN PÚBLICA

Como tiburones que huelen sangre, los referentes del PRO no se arrojan porque sí a dar esta discusión cada vez que pueden. Un estudio de la consultora Analogías publicado a fines de enero reveló el dato de que sólo el 43,3% de los encuestados sabían que la deuda con el Fondo la tomó el Gobierno de Macri, mientras que un 26% respondió que la tomó el Gobierno de Alberto Fernández y un 30% que no sabía.

El mismo estudio preguntó cuál era el gobierno que más aumentó la deuda externa argentina, a lo cual un 45% respondió que fue el actual, un 38% el de Macri y un 17% que no sabía. Otra pregunta fue “¿Cree usted que un acuerdo con el FMI le permitirá a la Argentina crecer y desarrollarse en los próximos 10 años?”. El 45,6% respondió entre poco y nada, y sólo un 37,9% dijo que mucho o bastante.

 los resultados pueden alimentar aún más las especulaciones políticas del PRO. 

LA INTERNA EN JUNTOS POR EL CAMBIO POR LA DEUDA

Este estado de la opinión pública permite entender mejor la radicalidad de la movida del PRO y hace pensar que sólo irá a intensificarse. Lo que habrá que observar en ese caso es hasta dónde lo acompañan sus aliados. Ayer, cuando Ritondo tomó la iniciativa de levantarse para irse del recinto y fue acompañado por el resto del PRO, incluso por el propio Larreta quien se retiró de su palco, tanto los legisladores de la UCR como de la CC eligieron quedarse en sus bancas y marcar una diferencia, que se acentuó luego en el cruce que tuvieron por Twitter Facundo Manes y Fernando Iglesias.

La frase de Manes “el futuro es de los que nos quedamos” resume la postura de un radicalismo decidido a disputar con el PRO el liderazgo del espacio y una eventual candidatura presidencial. Para ello, los principales referentes del radicalismo vienen distanciándose de lo que fue la experiencia de gobierno macrista, alegando que no tuvieron lugares de decisión y que Cambiemos fue una coalición electoral y parlamentaria pero no de gobierno. En esa diferenciación, el crédito con el FMI podría ser un vértice clave. De hecho, cuando el Gobierno anunció el principio de acuerdo la primera reacción del ala dura del PRO fue plantear que no acompañarían nada hasta que CFK no se pronunciara, y fue el peso de Gerardo Morales por el radicalismo y Elisa Carrió por la Coalición Cívica lo que terminó ordenando al espacio a favor de llegar a un acuerdo con el organismo internacional.

Algunas especulaciones señalan que algo de esto podría repetirse a la hora de la votación del proyecto en el Congreso. Una posibilidad es que el PRO se abstenga o directamente se retire del recinto como hizo ayer, con la seguridad de que el oficialismo contaría igualmente con los votos entre propios y aliados y que el acuerdo se aprobaría. De eso forma el PRO buscaría evitar toda responsabilidad de las políticas que el acuerdo pueda implicar y culpar al Gobierno por cualquier medida de ajuste o antipopular.

Anoche la jugada continuó con una reunión de los principales referentes del partido presidido por Patricia Bullrich, de la cual se dejó trascender la conclusión de que el acuerdo es una “bomba de tiempo” para quien asuma en 2023. El encuentro fue en la casa de Macri en Acassuso y participaron el ex presidente, Bullrich, Larreta, Santilli, Vidal, Ritondo, Humberto Schiavoni, Omar De Marchi, Álvaro González y Federico Angelini. La cúpula PRO evaluó unos informes elaborados por Hernán Lacunza, Luciano Laspina y Guido Sandleris de lo que concluyeron que el acuerdo será “muy malo” para el país y que no permitirá resolver los problemas económicos actuales.

El PRO seguirá insistiendo con fuerza en la idea de que el proceso de endeudamiento entre 2016 y 2019 es sólo monstruo que el peronismo construye para tapar sus propios errores de gestión. En la era de la posverdad, no importan los números ni los indicadores sino el relato que se instale sobre ellos. En la batalla por el relato de la deuda el PRO sabe que se juega sus chances para 2023, tanto frente al Gobierno como en la propia interna de Juntos por Cambio. Con el acuerdo con el FMI en las puertas del Congreso, vendrán semanas picantes en el principal tema de la política argentina de la actualidad.