Ordenar y enderezar el Partido Justicialista. Esas fueron las banderas con las cuales, en octubre del año pasado, CFK se auto postuló para presidir el PJ a nivel nacional. Su decisión chocó con la construcción de la candidatura que venía haciendo en los meses previos el riojano Ricardo Quintela, y si bien cosechó un importante caudal de apoyos, también enfrentó en vació de sectores relevantes dentro del peronismo, como la mayoría de los gobernadores, buena parte del movimiento obrero y hasta el propio Axel Kicillof.

La historia es conocida. Quintela no logró edificar su candidatura y CFK quedó al frente de un PJ con serios enfrentamientos en su interior. A partir de entonces comenzó ese proceso de reordenamiento partidarios, que tuvo este fin de semana un test electoral relevante. Y los resultados no fueron para nada destacables.

El caso salteño es el más rotundo en este sentido. El PJ provincial fue intervenido en marzo, a dos meses del acto electoral. Hasta ese momento, el justicialismo venía trabajando articulado al armado oficialista de Gustavo Sáenz, uno de los gobernadores que se muestra como aliado de Javier Milei. No sólo en el plano discursivo sino, y fundamentalmente, con los votos de sus legisladores en el Congreso. La respuesta de CFK a esta situación fue la designación de Sergio Berni y María Luz "Luchy" Alonso como interventores del partido en la provincia.

La primera definición del PJ intervenido por CFK y al mando de Berni y Alonso fue ir a las urnas por fuera de la alianza oficialista. El resultado fue desastroso, tanto en lo institucional como en lo político. El justicialismo tuvo la peor elección de su historia, no se quedó con ninguna de las bancas en disputa y perdió las tres que puso en juego en las ciudades Capital, Cachi y San Martín. Sólo alcanzó el 6% de los votos en la categoría de senadores y el 4% en diputados en la Capital, el distrito más poblado de la provincia.

Pero quizás el mayor impacto haya pasado por lo político. En la provincia se habla de una migración masiva de dirigentes del PJ a las filas de Sáenz, vaciando de fuerza política al partido. Peor aún, el PJ quedó lejísimos de constituirse en lo que el reordenamiento pretendía como horizonte: una alternativa al modelo de Milei. En concreto, La Libertad Avanza tuvo una gran elección, incluso con victoria en la capital provincial,y se constituyó como la única alternativa concreta al oficialismo de Sáenz.

Dicho de otra manera, hoy en Salta la disyuntiva es entre el armado del gobernador al que CFK considera de mínima un colaboracionista y de máxima un traidor, y el armado libertario puro de Karina Milei. En ese mapa, el PJ quedó totalmente desdibujado y como un actor de reparto.

El cristinismo podrá argumentar que la renovación pretendida es un proceso a largo plazo y que la depuración de dirigentes que finalmente trabajan para un gobernador aliado a Milei es un paso necesario. Sáenz no dejó pasar la oportunidad para hacer leña del árbol caído, y apuntó con fuerza contra las decisiones de CFK. “La Cámpora hablaba no solamente de mí sino de muchos dirigentes políticos escondidos atrás de redes sociales. Cuando dirigentes nacionales se meten en cuestiones provinciales e intervienen partido que estaba legítimamente elegido por sus afiliados, los afiliados hacen lo que tienen que hacer, y más los salteños que no nos doblegamos ante nadie”, afirmó el gobernador tras los comicios, y agregó que nunca tuvo diálogo con CFK.

En Jujuy el peronismo tampoco tuvo una buena jornada este domingo. Allí, la división peronista se materializó en tres listas distintas, con un magro resultado del 10,83% de los votos para la que quedó mejor posicionada de las tres. Al igual que en Salta, el PJ quedó muy lejos de LLA, que superó el 20% de los votos y quedó como clara segunda fuerza y única alternativa concreta al oficialismo radical.

La intervención del PJ jujeño no fue obra de CFK, pero la ex presidenta lo controla con jugadores propios desde que llegó a la titularidad del partido. En 2023 Alberto Fernández dispuso la intervención, que hoy comandan Aníbal Fernández y Gustavo Menéndez, el intendente de Merlo que es uno de los aliados más importantes de Máximo Kirchner en la PBA.

La intervención de 2023 se dio luego de que el PJ encabezado por Rubén Rivarola apoyara la reforma constitucional de Gerardo Morales. En las PASO del 2023, Carolina Moisés derrotó a la camporista Leila Chaer, aliada de Rivarola, en lo que parecía una reconstitución del peronismo provincial. Ya con CFK como titular del PJ nacional, la definición partidaria fue ratificar al sector de Rivarola y armar una lista en conjunto con La Cámpora.

Este domingo en las urnas el PJ jujeño perdió la totalidad de las bancas de concejales que puso en juego en los distintos municipios de la provincia y, como en Salta, sacó un mínimo histórico de votos. Fuentes de la provincia señalaron a Diagonales que esto se debió a que los interventores que responden a CFK no incorporaron a 4 de las 5 intendencias que el justicialismo tiene en Jujuy. Solamente Rivarola, como intendente de Palpalá, quedó dentro del armado oficial del PJ. Para la Legislatura provincial, las expectativas del PJ pasaban por obtener 7 bancas, pero sólo se quedaron con 2.

Otras alarmas para el peronismo nacional se encendieron con los resultados de Chaco y San Luis. En la provincia del litoral, el dirigente cercano a CFK, Jorge Capitanich, obtuvo el 33% de los votos y quedó a unos 12 puntos de la alianza triunfante del radicalismo de Zdero con LLA. Mala cosecha para el ex gobernador que fue destronado en 2023 y pretendía un espaldarazo con su candidatura provincial para proyectarse hacia las nacionales de octubre, con la mira puesta en 2027. También allí jugó la división del peronismo, con una segunda lista del espacio que responde Magda Ayala que sacó un 11%, justamente la diferencia entre la lista de Capitanich y la del oficialismo. En San Luis, la lista peronista de Rodríguez Saá fue duplicada en votos por la oficialista de Claudio Poggi, otro de los gobernadores aliados a Milei por fuera del armado propio de los libertarios.

Afectado por el terremoto del 2023, del cual aún sufre las réplicas, el peronismo sigue sin hacer pie a nivel nacional y los resultados de este domingo lo muestran aún más lejos de lo que se esperaba en cuanto al objetivo de constituirse en alternativa a Milei. Las estrategias diferenciales no sirvieron en ningún caso. En las provincias donde el PJ nacional respetó las definiciones provinciales por los acuerdos de esos sectores con la conducción de CFK, el peronismo no pudo disputar con los oficialismos locales. En las provincias donde la dirección nacional del partido intervino para reconducir lo que las estructuras locales fueron definiendo, en la política y en las urnas durante los últimos años, los resultados fueron aún peores y el peronismo se ubicó cómodo como tercera fuerza, relegando el lugar de alternativa de los oficialismos a LLA.

Frente a este panorama surge el interrogante en cuanto a cómo seguirá el proceso de reorganización partidario y cuán efectiva es la estrategia de depuración adoptada por CFK. O, en todo caso, en qué plazos y bajo qué costos podrán verse resultados positivos para el peronismo con esa estrategia.

De fondo, una vieja discusión entre el interior y el centro político del país por la concentración de la toma de decisiones en función de lo que se vive en el AMBA. Si una de las grandes críticas al peronismo en general, y particularmente al kirchnerismo, es que se fue convirtiendo paulatinamente en un movimiento ambacéntrico y con poco registro de las dinámicas propias de cada provincia, los resultados electorales del 2023 y los que ya vieron este 2025 vuelven a poner el foco sobre esa cuestión. Por ahora, el peronismo sigue torcido y desordenado, tal como diagnosticara CFK antes de llegar a la presidencia del partido. Y a medida que van llegando resultados electorales de las provincias, quizás no sea incorrecto decir que el peronismo parece aún más desordenado y sin un rumbo claro de lo que estaba antes de la explosión interna del año pasado.