Las políticas públicas

En 2017 Esteban Bullrich desarmó los programas socioeducativos del Ministerio de Educación de la Nación. Uno de ellos fue el Programa nacional para el mejoramiento de la lectura, creado en junio de 2008 y continuador de otro iniciado en 2003. Este programa, que repartió 67 millones de libros a las escuelas, hoy funciona al mínimo de su capacidad.

Por otro lado, distintas investigaciones coinciden en la reducción del presupuesto educativo que ejecuta Cambiemos desde 2016. La única política pública que menciona el macrismo al anunciar este repunte son las “Escuelas Faro”, pero se trata de un programa lanzado en mayo de 2018, y cubre a unas 3000 escuelas de las más de 33.000 que hay en todo el país. También refiere a “jornadas institucionales, círculos de directivos y ateneos didácticos”, pero no hay indicios de causalidad (pueden ser encuentros sobre cualquier otro problema escolar). Otra posibilidad es que se haya invertido en capacitación docente para Lengua, pero el presupuesto para esto se redujo en un 64% desde que Macri es presidente. ¿Cómo se explicaría, entonces, este avance?

Una hipótesis, más cercana a este tipo de procesos, es que sea por un efecto de arrastre. Los millones de libros repartidos hasta 2015, junto con acciones de formación docente continua, podrían tranquilamente haber sentado las bases para estos resultados. Esos libros siguen en la escuela, y los docentes también, tres años después. ¿Y si la mejora en Lengua tiene que ver con una política kirchnerista que da sus frutos ahora? Ese es el gran problema sobre los usos electorales de la educación: los resultados no se ven en el corto plazo, siempre será otro gobierno el que recibirá los trofeos de las políticas previas.

La metodología

Hay muchas variables que pueden modificar sensiblemente los resultados. Por caso, si se amplía el universo del nivel socioeconómico bajo en detrimento del medio, habrá “clases medias” que figuren como “clases bajas” y que, por contar con un capital cultural más adecuado a los requerimientos del sistema, puede impulsar hacia arriba los resultados del universo de NSE bajo. ¿Se respetó ese punto de corte en las pruebas Aprender de 2016, 2017 y 2018? ¿Y con respecto a las evaluaciones previas?

Un dato concreto: se informa que el avance en Lengua es de 8.5 puntos respecto de 2016. La muestra 2016 cubrió al 70.8% de los estudiantes. La cobertura para la prueba 2018 fue de 78.7%. La diferencia es del 7.9. Entonces: ¿Hay una causalidad entre el porcentaje de aumento de la cobertura y los puntos de avance en Lengua? Si es así, ¿No será mucho menor el avance registrado? Si no lo es, ¿Qué impacto tuvo ese plus? ¿De qué provincias y regiones, a qué niveles socioeconómicos, a qué tipo de gestión corresponden esos alumnos?

Un ejemplo: los resultados de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en las pruebas PISA 2015, en la que subió 50.6 puntos respecto de la muestra anterior (2012), una cifra jamás alcanzada por ninguna muestra. Una semana antes de la divulgación de esos resultados, se difundieron los de la prueba internacional TIMSS, que había dejado a CABA en el antepenúltimo puesto. A su vez, CABA había tenido problemas en las pruebas ICILS en 2012, con una muestra insuficiente (razón por la cual sus resultados no fueron incluidos). En síntesis: las cuestiones metodológicas tienen un peso altísimo en cómo se configuran los resultados.

El uso político

Los gobiernos que aplican evaluaciones estandarizadas esconden todas estas salvedades metodológicas. Ciertamente, por su complejidad, tampoco son ampliamente accesibles para que lo entienda el conjunto de la población.

Está claro que evaluar el sistema es parte central de las políticas educativas, ya que se obtiene información relevante para encarar las políticas públicas. Es de esperar que en algún momento se establezca un consenso general y sostenido para no cambiar la metodología cada vez que cambia la gestión, y tengamos series históricas fehacientes y menos contaminadas por los urgentes usos electorales.

*Profesor de secundaria y formación docente en la Ciudad de Buenos Aires, y autor del blog fuelapluma.com