El proyecto con el acuerdo número 22 celebrado en los últimos 65 años entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) ingresó finalmente este jueves al Congreso vía la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados. El texto, que contiene los principales consensos alcanzados luego de más de 24 meses de intensas negociaciones, también trajo consigo un mapa detallado de lo que será la política económica de los próximos años, la hoja de ruta que seguirán el presidente Alberto Fernández y su ministro Martín Guzmán con el objetivo de llegar con aire a 2023 y proyectar la continuidad en el poder de al menos esa fracción del Frente de Todos -la que hoy conduce el Poder Ejecutivo- a largo plazo. La circulación del proyecto desató una fuerte resistencia en los extremos del arco político. Tanto el sector duro del macrismo como La Cámpora salieron a bombardearlo y, con el objetivo de que ningún bloque tenga demasiado tiempo para seguir dudando sobre cómo posicionarse, el Gobierno ya avisó que le dará un tratamiento exprés y que espera tenerlo votado “a más tardar el próximo viernes”, tal como adelantó esta mañana el diputado oficialista Carlos Heller, quien será el maestro de ceremonias del debate.

Salvo por la reducción progresiva del déficit fiscal, lo que por estas horas se termina de conocer del acuerdo con el FMI no incluye, según el Gobierno, ningún “ajuste”, palabra que por primera vez no aparece textual y configura una excepción en la larga historia entre el país y el organismo. La “tablita mágica” del memo conocido ayer, que incluye tres variables centrales como “la política fiscal y de financiamiento”, “la política monetaria y cambiaria” y “las políticas de crecimiento y resiliencia”, está tan en sintonía con la idea general de Guzmán que parece haber sido redactada por el propio ministro de su puño y letra. Hay alusiones al crecimiento y a la producción, dos de las líneas fuerza que apuntan a acrecentar la capacidad de pago del país a partir de 2026, y hasta se incluyen las metas de reducción gradual de la inflación.

Si ya había diferencias explícitas con ese rumbo general de la economía entre Máximo Kirchner y el ministro, el video que La Cámpora subió ayer a sus redes sociales no hace más que confirmar esa distancia, reafirmada con la ausencia del líder de la agrupación durante el discurso con que este martes el Presidente inauguró las sesiones ordinarias del Congreso, con el acuerdo con el FMI como tema central. El posteo recordaba un discurso del ex presidente Néstor Kirchner en el que decía que “el Fondo Monetario Internacional ha actuado como promotor y vehículo de políticas que provocaron pobreza y dolor en el pueblo argentino''. Más que una definición ideológica -que lo es- la cita reaviva el fuego de una posible división al interior del oficialismo a la hora de votar.

La letra chica del acuerdo con el Fondo abre la caja de pandora a ambos lados de la grieta

“Así es la democracia”, dijo Heller esta mañana consultado sobre la posibilidad de que el Congreso no acompañe el acuerdo, aunque dejó entrever que los votos, a priori, estarían. “Hay un sector de la oposición que por responsabilidad política va a acompañar”, aclaró, respecto de lo que pudo recoger el jueves cuando puso en marcha la comisión que preside con representantes del resto de los bloques. “Vamos a votarlo con la nariz tapada”, agregó sobre las contradicciones que atraviesa el propio Gobierno para explicar lo que se viene.

El flamante diputado nacional por la Ciudad Leandro Santoro insistió anoche por su parte con que “un acuerdo como el que vamos a firmar no resuelve los problemas de la argentina, pero no firmar un acuerdo agrava todos los problemas, dramáticamente”. “Es muy sencillo. No tenemos 3200 millones de dólares para pagar el 22 de marzo. Y de abril a junio tenemos que pagar otros 3500 millones. Y sin dólares no podés estabilizar el tipo de cambio. Y si no podés estabilizar el tipo de cambio, no podés controlar la inflación. Y si no podés controlar la inflación…”, argumentó.

Más explícito fue el llamado a la "colaboración" de las fuerzas políticas de la coalición gobernante y de la oposición realizado por la secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería, Cecilia Todesca, una de las economistas del albertismo. “Dejemos de lado las chicanas y no perdamos de vista el escenario crítico en el que estamos en el mundo y en la Argentina", pidió.

Desde la vereda de enfrente fue Diego Santilli quien salió con más fuerza a pararle el carro a Heller y a apretar el grano de las internas del Gobierno. “Lo primero que tiene que definir el Gobierno es cómo van a votar el acuerdo La Cámpora y la Vicepresidente (Cristina Kirchner), y tener una postura uniforme”, disparó.

La letra chica del acuerdo con el Fondo abre la caja de pandora a ambos lados de la grieta

Santilli pidió, además, que el Gobierno envíe pronto los tres anexos de la ley, con la famosa letra chica, técnica, del acuerdo, a lo que el oficialismo se había comprometido ya en la noche del miércoles. Sergio Massa dijo ayer que estaría listo antes del fin de la jornada, pero sólo había girado un texto incompleto. Los anexos se conocieron finalmente este mediodía, lo que termina de habilitar, ahora sí, el debate profundo. Y abre la cancha a las objeciones, tanto internas como externas a la Rosada.

No se puede ser oficialismo y oposición al mismo tiempo, es una trampa institucional. La oposición la semana que viene empezará a tomar una decisión respecto del acuerdo. El oficialismo tiene los instrumentos necesarios como para resolverlo sin pasar por el Congreso”, dijo un perspicaz Santilli.

Algunos legisladores de la oposición ya dejaban traslucir anoche su descontento con el primer artículo del proyecto. El reclamo pasaba por diferenciar en distintos artículos la autorización del Congreso al Ejecutivo para refinanciar la deuda y los famosos anexos, que contienen el programa económico, las metas, para cumplir con el FMI. Eso les permitiría un voto diferenciado: darle al Gobierno la facultad de aprobar el Memorándum pero voltear el programa económico. “Así como está es invotable”, decía un legislador opositor que había detectado la “trampa” del oficialismo. Las sillas vacías del martes pueden ser un augurio de lo que vendrá.

Así las cosas, el debate en comisiones tendrá un plato fuertes el próximo lunes, con las exposiciones de Guzmán, el Jefe de Gabinete, Juan Manzur; el presidente del BCRA, Miguel Pesce y el representante argentino ante el Fondo, Sergio Chodos, entre otros. El albertismo ya se aseguró que su marco principal de apoyo, la CGT, los gobernadores y los movimientos sociales, estén presentes entre los disertantes. Según el plan de Heller, el proyecto debería tener dictamen el próximo miércoles, para ser debatido en el recinto ya el viernes.

La letra chica del acuerdo con el Fondo abre la caja de pandora a ambos lados de la grieta

En el propio acuerdo incluye un tramo de la revisión que el propio Fondo realizó del crédito Stand-By tomado por Macri en 2018, que puede adelantar la posición discursiva que tomará el Gobierno de cara al debate con el sector de la oposición que no acompañe: “ni la confianza, ni el acceso a los mercados fueron reestablecidos, el producto se contrajo fuertemente y la inflación aumentó; el desempleo cayó y la pobreza aumentó; el tipo de cambio se depreció; la ausencia de medidas para manejar los flujos de capitales y los desembolsos de facto financiaron una salida de capitales de magnitudes históricas, la deuda aumentó como porcentaje del PIB”. Para lo mismo está la decisión del Banco Central, que levantó el secreto bancario para permitir conocer quiénes la fugaron durante el macrismo. Se abrió la caja de pandora.