A menos de una semana de la asunción del nuevo gobierno encabezado por Javier Milei, muchas incertidumbres y una certeza asoman en el horizonte al que el país se acerca. Con el rumbo económico y la profundidad del ajuste aún entre signos de pregunta, el sistema político que ordenó la discusión nacional en las últimas dos décadas cruje y se fragmenta. La irrupción de algo nuevo, aunque aún no se sepa que es, pateó el tablero de alianzas y referencias políticas transformando un mapa de actores, que hasta hace unas semanas podía dividirse en tres grandes continentes, en un conglomerado de tribus que buscan asentarse lo mejor posible para afrontar lo que viene.

Los focos más claros de conflicto se encuentran, por estas horas, en la nueva alianza ultraderechista que ganó las elecciones pero ya muestra serias fisuras que pueden afectar su capacidad para gobernar. La tensión entre Mauricio Macri y Javier Milei por el armado del gabinete del libertario afloran día a día y prefiguran una relación turbulenta. El ex presidente se dice “desilusionado” con Milei por el rumbo que adoptó en el armado de su gobierno. Pero ese enfriamiento de la relación entre ambos tiene un condimento especial, con nombre y apellido.

La política fragmentada

A Macri, más que las designaciones inconsultas de Milei, lo enfurece el hecho que el libertario haya acordado directamente con Patricia Bullrich y salteándolo a él. En su mentalidad de jefe eterno, la designación de Bullrich en Seguridad, de la cual no participó, significó una muestra de desafío por parte de ambos. Por si quedaban algunas dudas sobre las negociaciones de Bullrich mano a mano con Milei, el nombramiento de Luis Petri en Defensa termina de confirmar que la ex candidata a presidenta del PRO hizo su jugada y le devolvió a Macri su juego a dos puntas cuando ella iba por la presidencia y él se mantuvo ambiguo hasta último momento para arrimarse a Milei.

Las conversaciones de Bullrich con Milei incluyen mucho más que su designación y la de Petri. La nueva ministra habría acercado una lista de 50 dirigentes para distintas áreas de gobierno al nuevo presidente para ganar posiciones en su gestión. Justamente los lugares que Macri también quiere llenar y de los que estaría quedando afuera.  Una lectura apurada sobre que los nombramientos de ex macristas como Bullrich o Caputo son un gesto del libertario para con Macri puede llevar a un error de análisis. El propio ex presidente se encargó de felicitar a sus ex funcionarios deseándoles éxitos en su nuevo “compromiso personal” dentro del gobierno de La Libertad Avanza y despegándose de esas designaciones.

Otra de las tensiones que afloraron la última semana entre el PRO y los libertarios tuvo que ver con la presidencia de la Cámara de Diputados. Macri intentó capitalizar la debilidad de LLA en el Parlamento ofreciendo un presidente propio a cambio de los 50 diputados del PRO. Milei cuenta apenas con 38 bancas propias en la Cámara Baja, por lo que el apoyo de otros sectores será indispensable para hacer avanzar las reformas que impulsa. Sin embargo, el nuevo presidente no debe conformar solamente a Macri.

La política fragmentada

Los propios legisladores libertarios se pusieron firmes y se opusieron a una eventual presidencia en Diputados no sólo de Cristian Ritondo, el candidato de Macri, sino también de Florencio Randazzo, una opción que Guillermo Francos exploró en un intento de trazar acuerdos con una parte del peronismo. Milei se terminó inclinando por contener a los propios y eligió a Martín Menen para presidir Diputados, y a Franco Paoltroni para el Senado. Un gesto de autonomía del nuevo presidente que habrá que ver cómo sostiene durante su gestión. Desde el PRO ya avisaron que no habrá interbloque con LLA, y que mantendrán a sus diputados en un fino equilibro entre no hacer ni oficialismo ni oposición.

La disputa al interior del PRO tiene otro capítulo en la presidencia del partido. Bullrich anunció que llamará a una renovación de autoridades sin acordarlo con el resto del partido. “Yo no me someto a MM” rezaba un mensaje de Bullrich que Viviana Canosa leyó en vivo en la pantalla de LN+, y que no deja dudas sobre la profundidad de la tensión entre ambos. Con la nueva ministra lanzada a un cogobierno y fuera de la disputa por liderar el PRO, Macri y Larreta aparecen como los dos grandes contendientes que podrían buscar llevar a puertos distintos al partido porteño. Habrá que ver si el actual jefe de gobierno se anima a llevar a fondo la disputa para con el fundador del PRO como no logró hacer en la previa a unas elecciones que lo tenían casi como presidente puesto y lo vieron perdedor en las PASO.

La política fragmentada

En LLA las cosas tampoco marchan con demasiada armonía. El avance en las primeras semanas de Mauricio Macri intentando marcarle el gabinete a Milei generó tensiones con la tropa propia que exigieron ajustes de tuercas. Al caso mencionado en Diputados hay que agregarle las bajas de importantes referentes libertarios como Carlos Rodríguez o Emilio Ocampo, que saltaron del barco cuando empezó a tomar un tono más amarillo. A su vez, hay tendencias internas.

Guillermo Francos, quizás el más político del esquema del nuevo presidente, busca trazar alianzas con el peronismo y otros sectores del sistema en pos de lograr avances parlamentarios para las reformas que impulsa LLA. Pero otro de sus objetivos es limitar el avance del PRO en la estructura de gobierno. Este domingo se dio otra baja macrista que había sido anunciada. La ex vicepresidenta de la UIF, ex candidata a senadora y fundadora de Será Justicia, María Eugenia Talerico, anunció que no estará al frente de la Dirección Nacional de Migraciones. La baja se le atribuye a Francos, que quiere a propios o a peronistas ocupando las posiciones vacantes en el nuevo gobierno.

Victoria Villarruel es otra de las heridas de las últimas horas. De ser mencionada por Milei como quien se haría responsable de Seguridad y Defensa, pasó a ver cómo una miembro del PRO y otro del radicalismo se quedaban con esos botines. Quizás fue la respuesta de Milei por su jugada de cortarse sola en los últimos días de campaña, convocando a movilizaciones propias e incluso sacando a relucir un logo suyo y distinto al de LLA. Ahora sus funciones quedarán reducidas a las de la vicepresidencia.

La política fragmentada

Los gobernadores son otro de los actores de relevancia que empiezan a mostrar un juego propio. Los mandatarios de Juntos por el Cambio ya tuvieron su encuentro en el que manifestaron que fueron votados para ser oposición y que no le harán seguidismo al nuevo gobierno nacional. La estrategia es lógica: endurecer sus posiciones para obligar al presidente electo a negociar los votos de sus diputados y senadores para cada una de las leyes que pretenda aprobar.

Los gobernadores del PRO Rogelio Frigerio (Entre Ríos), Marcelo Orrego (San Juan) y Nacho Torres (Chubut) ya trabajan en la conformación de un bloque propio en Diputados que se diferencie del acuerdismo bullrichista y el endurecimiento forzado de Macri. Diego Santilli, Ricardo López Murphy y Miguel Ángel Pichetto están en tratativas de engrosar esas filas, en una muestra de lo profundo de las divisiones en el PRO y sus aliados.

Los gobernadores peronistas también analizan ciertos marcos de autonomía de cara a lo que se viene. Desde el interior del país comenzaría una cruzada por eliminar las asimetrías con el AMBA en materia de subsidios a las tarifas y el transporte, un viejo reclamo de las provincias que unifica a los mandatarios del PJ con los radicales y del PRO. La principal perjudicada sería la provincia de Buenos Aires, donde Kicillof tiene su plataforma para erigirse en el nuevo comandante del PJ. ¿Cómo responderán los mandatarios peronistas si Milei elimina subsidios en el AMBA y equilibra esa situación de la PBA y la CABA con otros distritos del país? ¿Bancarán a Kicillof en la denuncia de un atropello o celebrarán una medida justa?

Lo cierto es que el panorama del peronismo bonaerense tampoco marcha por las vías de una unidad armoniosa. Con la incógnita en torno a cuánto asumirá Kicillof un rol de liderazgo más allá de lo provincial, fronteras adentro de la PBA los actores se reacomodan pensando en la resistencia. El resultado de ese reacomodo se plasmará en el armado del gabinete del gobernador.

La política fragmentada

Allí los intendentes pelean por más lugares de los que ya tenían, ofreciendo a Kicillof una espalda en la cual recostarse en relación a la tensión que mantiene con Máximo Kirchner. La Cámpora ganó nueve intendencias en octubre y gobernará un total de 12 distritos. La organización de Kirchner se plantaría desde esos territorios para la resistencia a Milei y las versiones que circulan en la política bonaerense hablan de que no crecerían significativamente en la estructura del gobierno provincial. Una lectura posible es que La Cámpora proyecta una estrategia propia que no necesariamente incluye la banca irrestricta a Kicillof y un eventual apoyo a su nuevo liderazgo en el peronismo.

Para frutilla del postre del PJ, reapareció Alberto Fernández con críticas a CFK a días de dejar su mandato. “Creo que tiene un modo de hacer política que a mí no me gusta, que tiene que ver con esa forma personalista de hacer política, pero yo la respeto” lanzó en una entrevista reciente con Noticias Argentinas. Y, por si fuera poco, también se refirió a Kicillof expresando que “no sé si nos representa a todos, no tengo la impresión que nos represente a todos”.

La política fragmentada

Las declaraciones del aún Presidente permiten visualizar un escenario a corto plazo de extrema tensión en el peronismo. Los pases de factura ya empezaron y aún no termina el Gobierno. Las réplicas también llegaron rápido. Uno de los primero fue Juan Grabois, quien le pidió al Presidente que pida perdón por su gestión, pensando en quienes “no pudiste liderar en un proceso de reconstrucción nacional” y en “los pobres, que llegaron últimos, siguen últimos… y ahora son dos millones más”.

Estos cruces son apenas la punta de un iceberg que comenzará a derretirse en una semana, y cuya decantación no asegura un peronismo unido para la etapa que comienza. El gobierno fallido del Frente de Todos rebotará en críticas cruzadas y el riesgo de divisiones que debiliten las posiciones del peronismo en su rol de oposición está latente.

En este contexto de fragmentación política asumirá Javier Milei como presidente, el próximo domingo. Lejos de resultar un campo fértil para que el libertario avance con las reformas profundas que prometió en campaña a partir de la división opositora, el escenario pareciera estar configurándose más bien en el sentido contrario. La política fragmentada, la política de las tribus donde cada sector buscará sostener sus posiciones y sus intereses, podrá tender más a trabar que a destrabar cualquier iniciativa, con el riesgo que eso conlleva en una sociedad hastiada de la rosca inconducente y sedienta de respuestas concretas.