Horacio Rodríguez Larreta escribió este sábado la página más negra de su carrera política. El vallado en los alrededores del departamento de Cristina Fernández de Kirchner en Recoleta, el operativo desmedido desplegado en las inmediaciones y hasta las imágenes de efectivos filmando a los manifestantes, todos indicios de una severa provocación política, pasaron a un segundo plano anecdótico cuando la Policía de la Ciudad directamente comenzó a reprimir a la multitud que se había movilizado en apoyo a la vice. 

Cerca de las seis de la tarde, y luego de varias horas de vigilia pacífica, los miles de fieles y militantes kirchneristas que fueron llegando hasta Juncal y Uruguay recibieron el descargo violento del cuerpo de Infantería porteño. Con gases lacrimógenos, palazos y camiones hidrantes, la fuerza de Seguridad que conduce el jefe de Gobierno arremetió contra una multitud, entre quienes se encontraban incluso dirigentes muy importantes para el sistema político como el propio gobernador de la Provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y el Ministro de Interior, Wado de Pedro. 

Tres dirigentes del Frente de Todos, incluso, fueron detenidos. El diputado provincial Matías Molle, el ex director de juventudes hasta 2015 y ex diputado provincial, Facundo Tinganelli, junto al ex director de Télam, Fabian “El Conu” Rodríguez, fueron apresados cuando sobre una de las vallas se desató la represión, sobre la calle juncal. 

Tanto Kicillof como De Pedro estuvieron a pocos pasos de los incidentes. Lo mismo algunos diputados nacionales como Daniel Santoro e Itai Hagman. Más temprano habían llegado el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, y el intendente de Ensenada, Mario Secco.

La presencia de funcionarios y legisladores de peso hacía improbable, a priori, que se cumplieran los pronósticos de que el Jefe de Gobierno había montado una provocación con el vallado de la residencia de la vice, lo que en definitiva fue el disparador de la movilización. Pero fue todo lo contrario. “Lo de Larreta fue calculado. De manual”, decían a Diagonales anoche cerca de un dirigente de peso de La Cámpora, dando por sentada la especulación política del Jefe de Gobierno detrás de los incidentes. 

El “manual” incluye las clásicas razzias de la policía porteña posteriores a cualquier disturbio, un clásico que ya se vio durante la movilización de Ni una Menos en 2017, la represión posterior a la sanción de la reforma previsional en 2018, el homenaje a Diego Maradona en 2020 y la protesta reciente de trabajadores del INCAA. 

La confirmación de que se trató de un uso político de la represión llegó una hora después, de la mano del jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, quien eligió aumentar el tono de la confrontación y acusó a los propios manifestantes de haber iniciado los incidentes. “Fueron los violentos de siempre”, dijo y se excusó en que la Policía porteña estaba para “cuidar a los vecinos del barrio”, como si en ese mismo barrio no estuviera concentrada toda la tensión política que atraviesa al país desde que el fiscal Diego Luciani pidiera nada menos que la proscripción de la ex presidenta durante dos mandatos y actual vicepresidenta de la nación. 

Para colmo, minutos antes de los incidentes hubo pedidos ante la justicia para que se retiraran las vallas. Una intervención judicial y política al respecto hubiera podido evitar cualquier incidente. La movilización se había convocado a Recoleta básicamente en repudio de esa decisión, que el Jefe de Gobierno porteño había tomado por la mañana. El plan original del Frente de Todos era concentrarse en algunos parques de la Ciudad, con epicentro en el Parque Lezama, donde el cierre iba a ser un discurso del propio De Pedro. Pero las vallas forzaron el cambio de planes. Los indicios de una jugada al límite de Rodríguez Larreta estuvieron presentes durante todo el sábado. Hasta que se confirmaron.

La Recoleta era, además, una ratonera. El avance de Infantería se produjo sobre Juncal, y generó una suerte de “efecto pinza”: no había por donde salir, tanto para los policías como para los manifestantes que se encontraron en medio de la calle. Fue en esa suerte de trampera donde se desató la mayor violencia. 

“La represión no fue en respuesta a la violencia, sino que la Policía de la Ciudad reprimió deliberadamente”, afirmó el diputado Leopoldo Moreau, quien además adelantó que presentará una denuncia por violación de la ley de inteligencia a raíz de las fotos en que se vieron a efecivos de la Policía de la Ciudad filmando a los manifestantes desde los balcones de los edificios linderos. 

La provocación rozó el paroxismo cuando, promediando la tarde, un camión dejó dos volquetes llenos de piedras sobre Uruguay casi Santa Fe, a pocos metros de donde se desplegaban los camiones de Infantería que pocos minutos después entraron en acción. 

DOS CANDIDATURAS

La sensación en un sector del kirchnerismo esta noche era ambigua: no estaba claro todavía a quién beneficiaba el conflicto. Pero abundaba una certeza: otra vez, quizás más que nunca, se demostró en la calle que Cristina ocupa el centro de la escena política y que las movilizaciones callejeras le están poniendo un coto muy claro al intento de sacarla de la cancha. 

Un cartel pegado en uno de los edificios de la zona describía esa idea: “No hay valla que pueda contener el amor”, decía. 

Otra certeza, más pública, la había expresado horas antes Máximo Kirchner: “Larreta tiene que sacarse de encima a Mauricio Macri”, dijo. Las interpretaciones a partir de la represión son dos: que nació la candidatura del Jefe de Gobierno, en plena autonomía, o que actuó corrido por derecha, tomando la agenda confrontativa del sector más radical de la oposición. 

Lo claro es que los protagonistas excluyentes del sábado fueron evidentemente dos: Larreta y Cristina. Al cierre de esta edición, ninguno de los dos se había pronunciado públicamente. 

EL PRESIDENTE Y JXC

“En el día de hoy el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires dispuso desplegar un operativo policial con vallas que impedían la libre circulación en las inmediaciones del domicilio de la Vicepresidenta de la Nación. El operativo, lejos de aportar a la tranquilidad invocada, generó un clima de inseguridad e intimidación”, twitteó el presidente Alberto Fernández. 

 "Mantener la paz social y garantizar el ejercicio de libre expresión de las personas es su responsabilidad institucional", dijo y agregó que “es imperioso que cese el hostigamiento a la vicepresidenta y garantizar el derecho a la libre expresión y manifestación de los ciudadanos y ciudadanas”.

La oposición también salió a marcar la cancha y a través de las redes sociales de JxC señalaron que "las intenciones de la Vicepresidenta, de querer encuadrar todo en su teoría conspirativa y en la búsqueda de cualquier excusa para alterar la paz social y politizar la causa judicial que atraviesa, terminan incitando violencia irresponsablemente".