Las elecciones de medio tiempo
Por Ezequiel Salas
¡Feliz navidad y próspero año nuevo! Vamos, termine rapidito el turrón que tiene que meterse en clima electoral. ¿Cómo? ¿Ya de nuevo? Sí, no crea que es el efecto de una sidra vencida, la campaña ya empezó. Bah, tal vez, nunca terminó. Solo cambiamos la bajadita del afiche. Entre este octubre y el que viene va a pasar de todo.
Las elecciones de medio tiempo, con algunos altos destacados como la renovación de los tres senadores nacionales por la provincia de Buenos Aires, tendrá a muchos espacios pugnando por revalidar bancas.
No es posible trazar hoy un mapa válido con candidatos asociados a partidos. Más bien hay una interna abierta ante los medios de comunicación de todos los pasibles de ser futuros diputados, senadores, concejales, etcétera.
Nuevamente el radicalismo será el premio a conseguir para obtener una nueva mayoría. La Convención de Gualeguaychú sigue dejando viudas y vírgenes que no tuvieron en el PRO el lugar que creyeron merecer al ayudarlos a acceder a la Presidencia. También su ala progresista busca su conchabo en el campo del cristinismo, con Leopoldo Moreau y Gustavo López como caras visibles.
Como premio consuelo estará la disputa por llevar en la lista a Margarita Stolbizer, amada por encarnar mejor que nadie el odio a Cristina, lugar que también quiere ocupar Sergio Massa con su espacio.
Cristina candidata no desvela ni a propios ni a extraños. En todo caso, genera incertidumbre en el oficialismo ya que la última palabra la tiene el cada vez menos oculto partido judicial, quien no tiene candidato pero sí tiene capacidad de veto, si es que decide ponerle nafta y prender la mecha de la bomba molotov llamada #CristinaPresa.
El PRO no necesita ganar las elecciones. Obvio que quisiera, pero no creo que le quite el sueño. Sus problemas pasan hoy por mejorar su performance en los focus group que definen las políticas a implementar. Además, ha demostrado a través del tridente Peña-Monzó-Frigerio, que puede domesticar y generar amplios consensos para sacar las leyes que considera medulares para gobernar.
La preocupación pasará por el accionar del partido judicial con relación a CFK y ver en cuántas partes se fragmenta la oposición. Para ello, las miradas van nuevamente hacia ella. ¿Podrá Cristina armar trinomio con Randazzo y Scioli? En este incipiente amplio frente ciudadano, ¿hay lugar para los traidores que saltaron del espacio K en estos tiempos? ¿Cerramos los actos cantando la marchita o mejor hacemos una selfie y twitteamos con el mismo hashtag?
Los candidatos del espacio gobernante los definirán las encuestas y hasta podría haber testimoniales como ministros en ejercicio, pero su pelea no será obtener la mayoría en las cámaras sino consolidarse como primera minoría y ser lo suficientemente atractivos para conseguir mayorías según los proyectos a tratar. Hemos visto que el PRO no le teme a los vetos ni a los decretos, por lo que el poder legislativo está en un plano menor.
El 2017 es un trampolín a una pileta que no se sabe cuánta agua contiene, pero que hay varios anotados para zambullirse. La idea de todos es nadar hasta la Presidencia o alguna Gobernación en el 2019 sin importar el estilo ni el partido por el que se compita.
Vamos a ver a las figuras políticas recorrer los distritos vestidos de médicos, tratando de recoger a los enfermos que dejó el cambio de gobierno nacional y también a los desencantados de la coalición gobernante. En suma, el año que viene no se presentarán ni Juan Carlos Proyecto ni María Luisa Modelo por lo que deberemos elegir candidatos, políticos. Veremos quién consigue la mejor ambulancia para armar la mejor lista y si tendrá la nafta suficiente para llegar al 2019.