El Gobierno nacional está de fiesta. Su plan de motosierra y licuadora “no se negocia”, tal como afirmó el propio Milei hace unos días, y lleva las cuentas  del gélido Excel de “Toto” Caputo al superávit fiscal que el presidente tiene casi como único objetivo. El problema es que esa fiesta se monta sobre un cúmulo de mentiras y, fundamentalmente, sobre el sufrimiento de la mayoría del pueblo argentino.

“El ajuste lo está pagando 60% la casta y 40% la gente”. La ecuación la lanzó Javier Milei a fines del año pasado en la mesa de Mirtha Legrand y sobrevive hasta estos días. La repitió hace poco más de una semana el titular de Diputados, Martín Menem, y en la lógica de tirar números a la bartola para sonar verosímiles la falacia sobre el reparto del recorte del gasto público funciona a modo de mantra libertario. La realidad, como en tantos otros aspectos, dista años luz del relato de los nuevos ocupantes de la Rosada.

El Instituto Argentino de Análisis Fiscal (IARAF) publicó recientemente la composición del ajuste, es decir, cuáles fueron las áreas que más recortes sufrieron en términos reales durante el primer bimestre del año. Lejos de las frases tuiteras del presidente, los primeros meses de su gestión descargaron una fenomenal pérdida de poder adquisitivo sobre las jubilaciones y pensiones, los salarios de empleados públicos, las asignaciones familiares, y una fuerte reducción de los recursos destinados a las universidades públicas y a las provincias.

Según el IARAF, descontando la inflación, el gasto habría bajado un 36,4% en febrero en términos reales respecto al mismo mes del año pasado. Esto marca un ajuste aún mayor al que se registrara en diciembre (23,2%) y enero (30,1%). En otras palabras, el plan motosierra se profundiza. El acumulado del primer bimestre anual marca según el instituto una caída interanual de 33,6%.

Ya enero había marcado números récord en cuanto al ajuste. La ejecución del gasto en inversión pública del primer mes completo del gobierno de Milei fue el tercero más bajo en más de tres décadas, solamente superado por los gastos de los meses de enero del 2002 y del 2003 respectivamente. Dentro de ese dato, desde el IARAF destacaron que “el gasto en transferencias a provincias registró en enero de 2024 el menor valor real de los últimos 31 años, con un valor de $2.581 millones”, lo cual explica el nivel de conflicto del Gobierno nacional con las provincias.

Las mentiras de la motosierra

Justamente las transferencias a los gobiernos provinciales fueron el ítem que mayor caída registró en términos interanuales en el primer bimestre, registrando un 65% menos que en los primeros meses del 2023. En enero, las transferencias no automáticas enviadas por nación a provincias fueron las más bajas en los últimos 31 años.

Sin embargo, cuando se mira la torta de la reducción total del gasto primario, que en el primer bimestre significó $3.869.000 millones a valores de febrero, el sector social que sufrió el mayor recorte fueron los jubilados y pensionados. Unos $1.682.000 millones, el 43% del recorte total, salió de la partida de jubilaciones y pensiones.

Por otro lado, también las paritarias a la baja de los trabajadores estatales significaron una porción importante del ajuste. El 5% del total del recorte fue en “gasto en personal”, es decir, salario del sector público. “Esto refleja que la licuación de jubilaciones y salarios del primer bimestre explica la mitad de la reducción total de gasto primario ejecutada en el periodo” sintetizaron desde el IARAF.

Las reducciones a las transferencias a las provincias explicaron un 6% del total del ajuste en el primer bimestre, mientras que hubo otro actor de la vida nacional que también se vio fuertemente lesionado por la motosierra de Milei. Se trata de las universidades públicas, que no tuvieron ninguna recomposición presupuestaria y hoy por hoy están funcionando con el presupuesto de 2023, que fue aprobado en septiembre del 2022 cuando las previsiones inflacionarias hablaban de un 60%. Esa licuación explica el 4% del recorte total del gasto primario en enero y febrero.

Por su parte, las asignaciones familiares como la AUH también sufren el ajuste. Con un recorte de $101.886 millones, esta partida explica el 3% del total de la reducción del gasto primario en el primer bimestre.

Por más que Javier Milei y su coro de repetidores se esfuercen día a día por instalar en sus medios de comunicación adictos y las redes sociales que están afectando a la “casta” y a la política con su plan de ajuste, lo cierto es que la motosierra y la licuadora están lastimando a los jubilados del país más que a nadie. Su guerra por someter a los gobernadores está dejando a las poblaciones de las provincias sin subsidios para el transporte público y a los docentes del país con un 10% menos de su sueldo. Su obsesión en contra del Estado la están sufriendo los trabajadores públicos, que ven sus ingresos licuarse ante una inflación fuera de control. Las universidades y el sistema científico se desangran ante la falta de presupuesto por la brutalidad del plan libertario. Esa es la realidad que, más tarde o más temprano, el presidente deberá afrontar dejando su tono infantil para hacerse cargo de la responsabilidad con la que lo invistió el voto de una mayoría de argentinos que hoy sufren su gobierno.