Llegó otro ocho de marzo y las calles volvieron a inundarse de mujeres y disidencias que marcharon bajo numerosas consignas y reclamos tan básicos como el respeto a la vida. Pero también existen otras banderas que algunas veces, ante los hechos de violencia aberrantes, pasan desapercibidas pero están presentes desde hace varios años. En pleno siglo XXI, en Argentina se sigue manteniendo la brecha salarial, el techo de cristal, una mayor desocupación entre mujeres y, a la par, los sindicatos todavía son conducidos mayoritariamente por hombres, incumpliendo incluso la Ley 25.674 de participación femenina en las asociaciones gremiales.

El artículo 14 bis de la Constitución nacional establece el principio de “igual remuneración por igual tarea”, pero la igualdad de oportunidades de mujeres y varones en el mercado de trabajo es una de las deudas pendientes. Según las estadísticas del informe de Evolución de Distribución del Ingreso (EPH) correspondiente al segundo trimestre de 2021 del INDEC, los hombres ganan un 31% más que las mujeres en Argentina. En septiembre del año pasado, el promedio del ingreso total para varones era de $51.916, mientras que para las mujeres la cifra descendía a $36.025.

Durante la marcha por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora en La Plata, Laura Granillo, referente de Las Rojas, sostuvo que "uno de los principales factores de la violencia de género es la dependencia económica que también se traduce en violencia simbólica, psicológica y genera una relación de poder desigual, por eso también son sumamente necesarias políticas públicas que generen un acceso verdaderamente igualitario al mercado del trabajo"

Hoy ese acceso todavía está muy lejos de ser igualitario. Durante el tercer trimestre de 2021, la desocupación fue del 7,7% entre hombres y del 9% entre mujeres. Dentro del mercado laboral, la tasa de informalidad también expresa la desigualdad de género existente: 30,6% entre varones y 36% entre mujeres.

Las múltiples caras del patriarcado: La desigualdad económica y laboral

“Sigue habiendo una desigualdad salarial enorme, las mujeres constituyen la mayor cantidad de desocupadas, precarizadas y de jefas de hogar que viven apenas con una asistencia social. Eso también tiene que ser parte de nuestra pelea”, resaltó Luana Simioni, delegada general de la junta interna de IOMA-ATE, en conversación con Diagonales durante la marcha que se celebró por el 8M en La Plata. Marta Vedio, abogada de Derechos Humanos y miembro de la Asamblea Permanente por los DDHH, también reparó en “las enormes desigualdades en el ámbito laboral, como por ejemplo el techo de cristal con el que se encuentran las mujeres por acción y decisión de los hombres, y por las desigualdades que tiene que afrontar en la vida doméstica que le dificulta el acceso a lugares de responsabilidad”.

El “techo de cristal” refiere a la segregación vertical, una distribución desigual de las mujeres y los varones en la estructura jerárquica de cualquier trabajo ya sea en el ámbito público o privado. Es decir, existe un techo invisible pero muy real que obstaculiza el acceso de las mujeres a cargos directivos, con las consecuentes implicancias en términos de la toma de decisiones, el desarrollo de carrera y, por supuesto, en las escalas salariales. Por ejemplo, según un relevamiento de la Jefatura de Gabinete de Ministros publicado por el Centro de Economía Política Argentina en marzo de este año, en la alta dirección pública la relación es de 44% mujeres y 55% varones, mientras que en los cargos superiores la distancia es de 22% mujeres y 78% varones.

De acuerdo a la Encuesta de Uso del Tiempo del INDEC (2013), las mujeres dedican 3 horas diarias más que los varones a los trabajos de cuidado no remunerado. La desigual distribución de los trabajos de cuidado no remunerado, implica que las mujeres dispongan de menos horas que prestar en el mercado de trabajo remunerado. Esta situación no sólo se refleja en las dificultades que enfrenta una mujer para acceder a cargos jerárquicos, sino también en las tasas de actividad.

La tasa de actividad femenina al tercer trimestre de 2021 creció al 50,4%, mientras que la de los hombres se ubicó en 69%, sosteniendo una diferencia de casi 20 puntos porcentuales.

Las múltiples caras del patriarcado: La desigualdad económica y laboral

Ahora bien, la segregación en el mercado de trabajo no es sólo vertical, sino también horizontal. Esto quiere decir que existe una mayor participación femenina o una feminización de ciertos sectores de la economía y ocupaciones, reproduciendo la división sexual del trabajo tradicional. Actualmente, las ramas de actividad de mayor feminización en el país son el Trabajo doméstico en casas particulares (100%), la Enseñanza (73%) y los Servicios Sociales y de salud (69,4%). Mientras que las ramas con menor participación son la Construcción (2,3%), el Transporte, almacenamiento y comunicaciones (15,0%), las Actividades primarias (16,6%) y la Industria manufacturera (26,5%). De más está aclarar -o tal vez no- que las horas de trabajos feminizados son peor remuneradas.

A pesar de las evidentes desigualdades y vulnerabilización de los derechos de las mujeres en el mercado laboral, los gremios y ni hablar de las grandes centrales obreras, siguen bajo la conducción mayoritaria de varones e incumplen con la Ley 25.674 que establece un “cupo femenino” del 30% en los cargos directivos.

En noviembre, la Confederación General del Trabajo (CGT) escogerá nuevas autoridades y anunciaron que esta vez sí cumplirán con la legislación que hasta ahora ignoraron por completo. Hoy el consejo directivo de la CGT está compuesta por 36 secretarías y sólo dos de ellas están ocupadas por mujeres. El Equipo Latinoamericano de Justicia y Género reveló que en 2020 sólo el 3% de las secretarías generales de los gremios argentinos estaban en manos de mujeres y un 20% estaba en cargos jerárquicos.

Las múltiples caras del patriarcado: La desigualdad económica y laboral

Desde la entidad, remarcaron que al igual que en el mercado de trabajo, en los sindicatos  las mujeres en líneas generales están ocupando puestos “típicamente feminizados y que tienen menos peso en la toma de decisiones”.

“Tenemos una gran cantidad de sindicatos compuestos mayormente por mujeres, pero conducidos mayormente por varones. El cupo femenino en los sindicatos sin duda es un piso, pero nos parece que el lugar de las mujeres en la política, en la vida sindical, en la vida pública es una pelea que todavía tenemos pendientes”, señaló Luana Simioni.

Por su parte, Marta Vedio aseguró que “cuesta mucho que los varones dejen sus lugares, de hecho no los dejan, hay que conquistarlos". "Por eso vamos más allá de hacer petitorios, formar parte de gobiernos o participar en los bloques legislativos, vamos a la calle que es el lugar donde se ganan las cosas realmente”, añadió.  

Ante este escenario, no sorprende que los reclamos por una verdadera igualdad salarial, económica y laboral sean parte y bandera de las marchas por el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. La cantidad de horas dedicadas al trabajo, la distribución desigual de las tareas de cuidado y del hogar, la división sexual del trabajo, las licencias por responsabilidades de cuidado, entre otras cuestiones, impactan en la remuneración final de cada trabajadora y, en definitiva, de sus derechos y libertades.