Fue un largo y sinuoso camino, y hasta el final llegaron Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich. Dos caras de una misma moneda, la de un Juntos por el Cambio (JxC) que quiere recuperar el centro de la escena nacional, mostrándose como una opción “superadora” de los cuatro años de gestión peronista, con Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner a la cabeza, pero también de los de Mauricio Macri. Quien se imponga en esta interna será el favorito para quedarse en el sillón de Rivadavia, ya que JxC en la sumatoria que dan los promedios de encuestas (siempre tomadas con pinzas) le ganaría a Unión por la Patria.  

La intensidad de cómo debería ser “el cambio”, y con qué marco de alianzas políticas, fueron los temas que los distanció durante estos meses cuando ya se perfilaba que Larreta y Bullrich serían las caras visibles de las alternativas de JxC. En algunas ocasiones intentaron que la convivencia sea pacífica, como cuando coincidieron en los escenarios de algunos de sus laderos de la coalición que ganaban en las elecciones provinciales (Chubut). O cuando se expresaron con la misma sintonía de dureza en contra de la violencia callejera (Jujuy, CABA) y de la inseguridad (Lanús), y a favor del accionar de las fuerzas de seguridad. Pero el malestar entre ellos no solo se presiente, se vive.

Quien cuenta con cierta ventaja por lo que supone tener “los fierros” para la campaña es Larreta. En la carta más importante que juega en su carrera hacia la presidencia, para la que dice que se viene preparando hace años, buscó destacar su perfil de “gestor”, metido en los números macroeconómicos. Su estilo se basó en mostrar propuestas ordenadas de lo que sería su eventual gobierno, con un perfil marcadamente “racional” hacia una dirección “de centro”. Para darse a conocer en todo el país fue clave la estructura que montó detrás de él con lo que significa tener la caja del distrito más rico del país, como es la Ciudad de Buenos Aires.

La apuesta de Larreta es a todo o nada, porque en caso de perder se quedaría sin distrito para gestionar, algo inédito para el economista de la UBA que busca resaltar siempre ese aspecto. En su equipo se muestran confiados en que puede hacer una diferencia en su favor, aunque no está claro cuánto sería esa distancia con Bullrich.

El actual alcalde porteño buscará ser respaldado ampliamente para que pueda permear su prédica acuerdista, y que la amplitud con el “70 por ciento” de las fuerzas políticas no kirchneristas sea una realidad. Larreta fue quien cosechó mayor cantidad de aliados en todo el país, entre los que se incluyen las figuras de JxC ganadoras en Santa Fe y Chaco (en sus PASO), y de forma definitiva en Jujuy, San Juan, San Luis y Chubut. El abismo que lo diferencia con Macri lo posiciona como figura “autónoma” de la coalición amarilla, y los momentos de mayor tensión con el referente del PRO se dieron cuando Larreta anunció el voto recurrente en CABA y con su planteo de integrar a su armado al peronista cordobés Juan Schiaretti.

Bullrich, por su parte, espera dar el batacazo. La exministra de Seguridad de Macri salió del llano partidario y pudo imprimir potencia en su propuesta más radicalizada, con un escenario más receptivo a las ideas extremas y conservadoras. Supo posicionarse como alternativa dentro de la principal fuerza opositora, y se mostró como la opción de gobierno frente a un electorado que hace unos meses solo miraba con simpatía como Javier Milei despotricaba contra la “casta” política.

La exmotonera y funcionaria de la Alianza delarruista busca hacerse de un cargo electivo de relevancia por primera vez en su carrera, y si no logra imponerse la tarea es marcar la cancha “hacia adentro”. Sus señalamientos por el “todo o nada” durante la campaña tuvieron la repercusión más efectiva y habrá logrado que su figura se instale en la primera plana nacional, cuando hasta hace unos meses esto era impensado.

También buscará incidir con su gente en los cuerpos legislativos y su desafío será retener el sillón de la jefatura del PRO, previa aprobación del Consejo Nacional. Para eso no es nada deleznable que sea la que cuenta con el apoyo implícito del expresidente Macri, con quien mantiene gestos fraternos pero también repite que su propuesta política tiene marca propia.

Detrás de todas las especulaciones y los meses de espera, hoy la ciudadanía se quedará con uno de ellos. Y se sabrá quien fue más efectivo para transmitir expectativas por ese nuevo “cambio”.