Un sector del radicalismo lo tiene claro: cualquier acuerdo macro a nivel nacional con Horacio Rodríguez Larreta para una fórmula presidencial está atado necesariamente a la suerte de Martín Lousteau en la sucesión porteña. Esa máxima funciona desde hace meses como el ordenador táctico de la línea interna que se referencia en el diputado Emiliano Yacobitti, jefe del espacio Evolución. La apuesta funciona a espejo de lo que sucedió en Mendoza, donde el larretismo bajó a su delfín Omar De Marchi en favor de Alfredo Cornejo para la gobernación. 

De momento, la UCR porteña encuentra eco en el planteo. Fruto de esa sintonía hay casi una foto quincenal entre Larreta y Lousteau. La última fue este mismo lunes, en un encuentro con vecinos en un bar de Parque Chacabuco, que ambos aprovecharon para promocionar la quita del impuesto a los sellos y reclamar los fondos de la coparticipación. “Si la Corte Suprema ordena restituir los fondos de forma retroactiva, le devolvemos la plata del impuesto a las tarjetas de crédito a cada vecino, no tengan dudas”, coincidieron.

En ese marco, el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, lanzará este miércoles en el Gran Rex una candidatura que, cómo él mismo dijo, tiene como objetivo principal posicionar a los candidatos de su propio partido en cada distrito. "Mi candidatura es la del radicalismo", reconoció. 

La apuesta del sector mayoritario de la UCR es clara: hacer pesar su poder territorial para condicionar las decisiones de Rodríguez Larreta.

La apuesta del sector mayoritario de la UCR es clara: hacer pesar su poder territorial para condicionar las decisiones de Rodríguez Larreta, a quien apuestan a acompañar en su candidatura. 

Una suerte de simbiosis electoral, cuyo objetivo es doble: poner a jugar el aparato para ocupar espacios con mayor poder decisión en un posible gobierno del ala blanda cambiemita y, en un mismo movimiento, potenciar a la estructura y la tropa propia. Saben que tienen un activo, que es la propia interna del Pro: el jefe de Gobierno necesita al radicalismo para ganarle una hipotética PASO a Patricia Bullrich. 

Esa carta es la más fuerte que tiene Lousteau para jugar por la sucesión porteña, lo que al propio larretismo le genera fuerte tensiones internas. El sector del Pro que acompaña el sueño del jefe de Gobierno no tiene mayores reparos a la hora de “entregar” la Ciudad al radicalismo si eso es condición para llegar a la Rosada. La vereda de enfrente, en cabeza de Mauricio Macri y Bullrich, apedrea esa posibilidad, con el argumento de que el próximo jefe de Gobierno debe tener el ADN macrista. 

Saben que tienen un activo, que es la propia interna del Pro: el jefe de Gobierno necesita al radicalismo para ganarle una hipotética PASO a Patricia Bullrich. 

En esa línea aparece Jorge Macri, portador del ADN vía apellido. Larreta, lejos de impulsarlo, le niega la foto que casi sistemáticamente le dedica a Lousteau. También hay un tercero en discordia, Fernán Quirós, que opera como el candidato al que nadie apuesta con la salvedad del jefe de Gobierno, el principal interesado. María Eugenia Vidal, otra vez, desestimó esta semana el ofrecimiento.  

Lo que preocupa en el radicalismo porteño, de todos modos, es la ingeniería electoral: todos en el radicalismo porteño saben que si se dinamitan los acuerdos del Pro a nivel nacional el reparto de candidatos y boletas a nivel local puede complicarse. Que el Pro divida votos es el mejor escenario; que la UCR quede por fuera, el peor. 

El sector del Pro que acompaña el sueño del jefe de Gobierno no tiene mayores reparos a la hora de “entregar” la Ciudad al radicalismo si eso es condición para llegar a la Rosada.

“Estamos confiados y sabemos que vamos a competir, y que Horacio depende de un acuerdo con la UCR para llegar al Gobierno. Pero sabemos que no nos van a regalar la Ciudad”, precisaron a Diagonales desde la mesa porteña de la UCR. 

Se sabe que la jefatura de Gobierno porteña es un trampolín para la presidencia: el radicalismo, en reconstrucción permanente desde 2001, está dispuesta a esperar su turno.