Massa llegó con ajuste bajo el brazo. Finalmente, el flamante ministro de Economía coronó su supermiércoles dejando en claro por qué su llegada al gabinete había generado tantas expectativas en los mercados. Luego de que el presidente Alberto Fernández le tomara juramento en su nuevo rol, el tigrense desplegó una batería de medidas tendientes a preservar los dólares disponibles y ajustar el gasto del Estado, con el objetivo central, dijo, de “cumplir con la meta de déficit del 2,5”, pactado con el FMI y “fortalecer el nivel de reservas” del Banco Central. 

“Vamos a cumplir con la meta del 2,5” de déficit pactado con el FMI, dijo, en la primera definición fuerte, por fuera de las generalidades. “Hay que cuidar las cuentas públicas”, agregó, y anunció recortes en materia de subsidios (medida resistida durante meses por el kirchnerismo) y en el empleo público. Ajuste contante y sonante, al que le siguieron, a modo de compensación, promesas de recuperación de ingresos para el sector privado y los jubilados, aunque sin mayores precisiones. 

Massa: el ajuste posible del peronismo

El tema central, la posible devaluación, estuvo flotando toda la conferencia de prensa, que tuvo lugar entradas las 8 de la noche desde el Ministerio de Economía, donde habló sólo, sin la compañía del resto de su equipo, que todavía tiene casilleros sin completar. Al respecto, dijo que se enfocará, por ahora, “en ir reduciendo la brecha” existente entre los tipo de cambio oficiales y el paralelo. Y prometió que, al menos, no habrá devaluación hasta el año próximo. 

El ministro arrancó por el diagnóstico. “El desafío es enorme, pero el contexto global puede ser una oportunidad para la argentina”. “Argentina tiene la oportunidad de transformarse en un jugador central si se lo propone”, siguió en referencia a las reservas de energía (gas, litio), el agro y la industria del software. 

Las primeras palabras fueron elegidas más para dar más una sensación de la puesta en práctica de un plan a mediano y largo plazo que a cierta idea, que el entorno del propio Massa había hecho correr durante toda la semana, de que el tigrense llegaba como salvavidas en el corto plazo. “No es una bala de plata, ni soy un mago ni un salvador”, advirtió. 

“Superávit comercial, desarrollo con inclusión, fortalecer las reservas”, definió enseguida como la “hoja de ruta” a seguir. Los problemas: “inflación, desbalance fiscal, falta de previsibilidad, disparidad cambiaria, pobreza e indigencia”, enumeró. 

Enseguida enumeró algunas de las primeras medidas, que formaban parte de la expectativa previa: 

-Reintegro de 10 mil millones de pesos del Tesoro al Banco Central y cese de la emisión monetaria como método de financiamiento del Gobierno. 

-Congelamiento de la planta de trabajadores del Estado

-Ajuste en los subsidios de luz y de gas, que dejará al menos a 4 millones de hogares sin el beneficio. “Se subsidiará el 50 por ciento del consumo hogareño y se hará un plan de ahorro por consumo para los 9 millones”. 

-Mayores controles del uso de divisas para importaciones

-Adelanto de exportaciones por 5 mil millones de dólares en los próximos 60 días para el fortalecimiento de las reservas

-Acuerdos con el BID y otros organismos multilaterales para el desembolso de 1,2 mil millones con el BID y otros 700 millones de la CAF.

El resto de la agenda (retenciones, jubilaciones y recuperación de ingresos de los trabajadores del sector privado) fueron materia de promesas de poner en marcha reuniones y medidas específicas a partir de la semana que viene. Al respecto, hubo un cierto intento de convocar a una especie de pacto social con empresarios y la CGT, que dicho sea de paso tiene previsto movilizar el 17 de Agosto. 

REFUERZO DE INGRESO Y PLANES SOCIALES

Los jubilados recibirán un “refuerzo contra la inflación”, dijo Massa, aunque pidió esperar al 10 de Agosto para brindar mayores detalles sobre un posible nuevo marco de movilidad. “La inflación es uno de los problemas centrales a combatir”, dijo respecto de los ingresos en general de los sectores asalariados. 

El tigrense anunció además un “reordenamiento de los programas sociales” que, prometió, irán “convirtiéndose en trabajo”. Ese programa estaba ya contenido en un proyecto de ley de su autoría que no tuvo mucho recorrido en el Congreso pese a presidió hasta la semana pasada la Cámara de Diputados. El Gobierno viene intentando implementarlo, otorgándole beneficios impositivos a los sectores pymes y medianas empresas que contraten beneficiarios del Potenciar Trabajo, pero sin demasiados éxitos para mostrar más que algún otro convenio específico con CGERA y algunos gremios con altos índices de informalidad, como gastronómicos. Ese punto sonó a humo para la tribuna. 

También dijo que habrá una “auditoría con universidades” sobre los planes vigentes, que según quién haga la cuenta representan entre medio punto y dos puntos del PBI.  “Quien no cumpla recibirá la baja del plan” y “el plan deberá ser la emergencia y el trabajo lo permanente”, dijo el ministro. 

Massa: el ajuste posible del peronismo

LA JURA

“Tenemos una gran oportunidad por delante, no la dejemos pasar”, pidió Alberto Fernández durante el discurso previo a la jura de Massa. 

“Estamos viviendo un tiempo complejo, en un mundo en guerra cuyos efectos repercuten en Argentina, por supuesto. Por eso les pido a todos que no dejemos pasar esta oportunidad, y cuando digo todos me refiero no solamente al Frente de Todos, para cuya unidad seguiré trabajando, sino para todos los que veo por acá, empresarios, sindicalistas, políticos. A todos”, dijo el Presidente refiriéndose a los invitados VIP que coparon el salón central del Museo Bicentenario. 

Estuvieron desde Marcelo Mindlin, dueño de Pampa Energía, hasta José Luis Manzano (un hombre clave en la conformación del Frente de Todos, en 2019) y su socio Daniel Vila, ambos flamantes dueños de Edenor, que compraron, precisamente, al propio Mindlin. Con su presencia, Massa mostró músculo político en el sector empresario. 

También dió el presente un viejo conocido, Francisco De Narváez, hoy dueño de la cadena de supermercados Walmart, quien a priori podría ser un nexo con sus colegas en cuanto al intento del flamante ministro de alcanzar acuerdos de precios satisfactorios que ayuden al menos a contener la inflación. 

Desde el sindicalismo hubo casi un pleno: Hugo y Pablo Moyano, Héctor Daer, Armando Cavalieri, Hugo Yasky y hasta Víctor Santa María estuvieron para dar la bendición. la presencia de varios gobernadores, Axel Kicillof (Buenos Aires), Gustavo Melella, Arabela Carrera (Río Negro), Osvaldo Jaldo (Tucumán), Mariano Arcioni (Chubut), Sergio Ziliotto (La Pam) y Ricardo Quintela (La Rioja), junto a la plana mayor de ministros y secretarios de Estado (los de siempre, los salientes y entrantes), reforzaban la idea de relanzamiento pleno del Gobierno. 

“Estamos acá para tomarle juramento a Sergio, cuya capacidad y coraje me constan, sé que lo va a hacer muy bien y le doy las gracias”, dijo Alberto antes del acto formal de la jura y la firma. 

“Antes quiero darles las gracias, también, a Silvina Batakis, a Daniel Scioli y a Julián (Domínguez) por su compromiso político y desprendimiento personal que han manifestado”, cerró el Presidente. A esa hora ya estaban publicados los decretos en el Boletín Oficial que designaban al nuevo ministro y reestructuraban el gabinete con la absorción en Economía de Producción y Agricultura.