Un nuevo capítulo de la novela del Frente de Todos, que nuevamente tuvo en vilo a un país casi todo un fin de semana, concluyó (¿concluyó?) anoche con el nombramiento de Silvina Batakis al frente de Economía en reemplazo del renunciado Martín Guzmán. El intempestivo e inesperado final dejó algo de sabor a poco, en parte por la ausencia de un anuncio formal donde se le diera más profundidad a los cambios que se vienen, y en parte también porque durante todo el día de ayer circuló una versión mucho más radical que finalmente no fue. Como esas películas que preanuncian un gran final y terminan a mitad de camino, el recambio en Economía no terminó de satisfacer las expectativas que se generaron durante toda la jornada sobre lo que podría haber sido un cambio mucho más profundo del Gobierno, con aires de relanzamiento para el último tramo del mandato. Y eso hubo una figura clave, que sonó para héroe y terminó con papel secundario: Sergio Massa.

Luego de la polémica salida de Guzmán, con renuncia durante el discurso de CFK incluida, en el oficialismo se activaron los canales de diálogo para resolver la crisis y el titular de la Cámara de Diputados volvió a saltar al centro de la escena. Calzado en el traje de bombero que supo usar para destrabar en el Congreso la aprobación del acuerdo con el FMI que el kirchnerismo rechazaba y hasta votó en contra, Massa llegó ayer cerca de las 11 de la mañana a Olivos. Alberto Fernández, Sin diálogo con CFK y cada vez más aislado políticamente de los actores con peso político propio del oficialismo, necesitó recurrir nuevamente al líder del Frente Renovador como válvula de escape para aliviar la tensión reinante y buscar una solución a la crisis política. La tercera pata de la coalición gobernante aparecía, una vez más, como la posibilidad de lograr una síntesis que evitara la implosión del Gobierno.

Massa, la apuesta por el relanzamiento que no fue

Massa fue al encuentro con el Presidente con una postura clara y definida. En el Frente Renovador están cansados del rol de vaso comunicante entre las otras dos veredas del FDT y evalúan que la figura del Presidente de Diputados se devalúa si queda asociada solamente a ser un mediador que destrabe conflictos entre CFK y Alberto Fernández. Sus aspiraciones presidenciales exigen mucho más que eso. Con ese contexto y entendiendo esta crisis como una última chance del FDT para enderezar el rumbo de cara a los pocos meses que quedan para las elecciones del 2023, Massa fue a pedir el timón económico del barco para comprometerse a ordenar el problema político.

En un barco no hay dos capitanes, y en el hecho indiscutible que la economía argentina no viene siendo conducida por un solo sector del oficialismo ni por un acuerdo pleno en el rumbo se encuentran muchas de las explicaciones del difícil momento que atraviesa. La descoordinación entre medidas y las internas producto del loteo en áreas clave que traban resoluciones importantes, construyen el escenario de una gestión económica imposible. A eso apuntó Massa con su pedido.

En el massismo confirman que Massa se ofreció para el cargo que quizás hoy sea el más relevante de todos los que no terminan de funcionar en el Gobierno: la Jefatura de Gabinete. Claramente Juan Manzur no oficia de articulador político entre los distintos ministerios y los sectores políticos que los conducen y esa descoordinación es lo que muestra un Gobierno fragmentado y tomando medidas improvisadas que no logran resolver el fondo de la crisis ni dar un horizonte de salida. Esa función política es la que podría haber asumido el líder del Frente Renovador, y lo que parecía un hecho casi hasta última hora de ayer, incluso con anuncios realizados en medios y por importantes comunicadores del país.

Massa, la apuesta por el relanzamiento que no fue

Pero el tigrense tiene claro que no hay peor opción para él y sus aspiraciones que quedar aún más preso de la interna entre el Presidente y la vice de lo que hoy por hoy ya está. Por eso, el planteo que le llevó a Alberto Fernández incluía la incorporación de un equipo económico propio a su cargo, más la titularidad de la AFIP y el Banco Central. Terminar con los múltiples comandos económicos centralizando las responsabilidades en jugadores propios, para comprometerse desde ahí a resolver el problema político, así podría sintetizarse la propuesta.

La danza de nombres de figuras directamente ligadas o cercanas a Massa para reemplazar a Guzmán incluyó a Marco Lavagna, Martín Redrado y hasta el ex ministro de Néstor Kirchner Miguel Peirano, uno de los referentes de la escuela de gobierno en la que se forman los cuadros del Frente Renovador. Finalmente el cargo iría para una funcionaria de la cartera de Eduardo “Wado” de Pedro, cercana en sus ideas económicas a los planteos de CFK, y que fuera ministra de Economía en la provincia de Buenos Aires durante la segunda gestión de Daniel Scioli, quizás el mayor enemigo público de Massa dentro del oficialismo.

Parece difícil que las tensiones en el oficialismo que traban el curso del Gobierno vayan a resolverse con un simple cambio de nombres en Economía. Más allá del restablecimiento del diálogo entre CFK y el Presidente, las diferencias ya son tan profundas tanto en lo político como en lo personal, que la crisis que desató la renuncia de Guzmán parecía ameritar una operación más profunda. Allí es donde un crecimiento de la figura de Massa, tanto en su rol de articulador como su poder de toma de decisiones, parecía una nueva y última posibilidad de síntesis que le ofrecía al FDT una plataforma de relanzamiento. Para un Alberto Fernández debilitado en extremo y para quien pensar en una reelección hoy es más que una utopía, significaba no tener que darle directamente el comando absoluto a CFK en un acto de dimisión total. Para una CFK que identifica en el Presidente y su modo de conducción el principal problema del Gobierno, significaba empoderar a un interlocutor con el que tiene muchos más vasos comunicantes y que, a su vez, tiene la espalda política como para asumir la difícil tarea de recomponer el FDT y dotarlo de una expectativa para 2023 que hoy sólo aparece como expresión de deseo.

Massa, la apuesta por el relanzamiento que no fue

Por alguna razón eso no ocurrió y se eligió el camino de una decisión más superficial y para salir del paso, cuya profundidad aún no queda clara. Si la designación de Batakis significa que ahora el kirchnerismo conducirá la política económica del Gobierno es una pregunta abierta. Si la respuesta es no, las tensiones emergerán inevitable y nuevamente en el corto o mediano plazo, cuando ya no queda margen para más eventos como el de este fin de semana.

Quién bajó la apuesta Massa y relanzamiento es una de las grandes incógnitas que quedan en este final de película con gusto a poco. Voceros de la Presidencia están dejando trascender que desde la Rosada nunca le ofrecieron la Jefatura de Gabinete. Si para CFK resulta inadmisible ese nivel de protagonismo del tigrense, es otra pregunta a responder en unas semanas donde hasta circularon rumores de una posible fórmula presidencial que los incluyera a ambos. Lo concreto es que tanto en el kirchnerismo como en el massismo están disconformes con la gestión de gobierno de Fernández, y eventualmente eso podría acercar sus posiciones como parecía ayer que iba a suceder, ya que estaba más que claro que si Massa asumía como Jefe de Gabinete y con equipo económico propio eso sería con el aval de CFK. Las versiones que dan vueltas en este lunes de dimes y diretes apuntan a que quienes no habrían aceptado los planteos de cambios económicos de Massa son el Presidente y su entorno.

En las beses del massismo, sobre todo en la provincia de Buenos Aires, hay una preocupación que crece hace meses sobre el desgaste del Gobierno y, por arrastre, la del titular de Diputados. Esa preocupación tiene una discusión pendiente, que se llevará a cabo en un plenario del Frente Renovador que ya fue pospuesto un par de veces, pero que ahora sí tendría fechas definitivas para el 6 y 7 de agosto. Desde el entorno más cercano del tigrense expresaron, ante cada de las suspensiones previas del congreso del partido, que el motivo era no llevar más tensión al clima de un oficialismo ya de por sí caminando por la cuerda floja. Con lo sucedido este fin de semana, es de esperarse que esa instancia del FR pase a ser un elemento central para el futuro del oficialismo.

En el mientras tanto, desde el massismo confirman que Massa seguirá ayudando desde donde está. Qué significa eso para un político con aspiraciones presidenciales, que quizás haya visto en la posibilidad de asumir la responsabilidad de resolución de esta crisis su puente hacia una candidatura, estará por verse. Lo cierto es que, si la designación de Batakis acercó alguna posición entre el kichnerismo y Alberto Fernández, dejó herido al massismo que ayer fue la cara de una apuesta que no se concretó. Con múltiples actores del FDT celebrando el nombramiento de la ex ministra de Scioli, cabe preguntarse si el saldo de otro fin de semana de furia es un oficialismo algo más consolidado o con nuevas heridas que puedan complicar las relaciones en los meses que vienen. Lo único que deja como cierto cada final de capítulo de la novela de las internas del FDT, es que más temprano que tarde vendrá una nueva entrega.