La novela YPF configura un escenario que no es nuevo pero se irá profundizando con el paso de los meses. Dos modelos antagónicos de gestión y de visión política en pugna quedaron sobre la mesa, tranzando lo que tal vez pueda ser una confrontación electoral dentro de dos años. Formas opuestas de entender los intereses nacionales y colectivos que se disputan la representación de la sociedad, esta vez a partir del futuro de la principal empresa argentina.

Javier Milei no atraviesa su mejor momento político. El presidente perdió totalmente la centralidad de la agenda desde la ratificación de la Corte a la condena de CFK , y desde entonces apenas esboza forzados manotazos de ahogado para recuperar la atención política. Sus brutales ataques a periodistas o la carta de ir a un programa de streaming con uno de sus perros son recursos pobres que lo muestran errático frente a movimientos de la política y la economía que resultan adversos: los pésimos desempeños electorales de LLA en Santa Fé y Formosa, la alianza entre los 24 gobernadores para recuperar recursos para las provincias a través del Congreso, o el lapidario informe del JP Morgan recomendando a sus clientes que desarmen inversiones en la Argentina, que ya se tradujo en una suba del dólar cercana al 2% en lo que va de la semana.

En ese contexto llegó el fallo de la jueza de Nueva York, Loretta Preska, ordenando que la Argentina entregue el 51% de las acciones de YPF al fondo buitre Burford Capital. Milei volvió a mostrarse errático y descoordinado en su respuesta. Atolondrado, se apuró tuitear contra Kicillof reafirmando la posición de la justicia norteamericana, algo que podría valerle denuncias por traición a la patria si sus dichos son utilizados por los buitres como argumentos en el juicio para intentar quedarse con YPF.

X de Javier Milei

Lo cierto es que Milei subió al ring a Kicillof y el gobernador le respondió esta tarde como presidenciable. Días atrás el presidente también había atacado con fuerza al mandatario bonaerense, pero en una discusión provincial. Está claro, Milei protagonizará la campaña de cara a las elecciones del 7 de septiembre, y su discurso de la semana pasada en La Plata buscó instalar el debate en clave bonaerense. El segundo round al que el presidente invitó al gobernador tras el fallo de Preska tuvo una lógica inversa: Milei nacionalizó a Kicillof y le entregó una plataforma para que el gobernador saliera por un rato de la rosca interna del peronismo para mostrarse como un dirigente con capacidad de mirada nacional.

No fue casualidad que Kicillof pusiera frente al micrófono esta tarde una serie de muestras obtenidas de Vaca Muerta a modo de símbolo. Su recorrido con datos y argumentos sobre la historia del vaciamiento de la compañía insignia nacional tras su privatización, el impacto que eso tuvo en el conjunto de la economía argentina, y los resultados posteriores a la nacionalización del 2012 lo ubicaron como garante de un modelo de país que es totalmente antagónico al que en su momento mal vendió YPF y que hoy intenta repetir ese fraude contra la nación.

Kicillof expuso que desde 1997 al 2011 la producción de hidrocarburos de YPF-Repsol tuvo una caída del 49%, fundamentalmente a partir del 2004, cuando la compañía española agotó las reservas de los pozos existentes y dejó de invertir en la producción de nuevos yacimientos. Justamente, desde 2001 al 2011 las reservas de petróleo de la empresa se redujeron en un 50%. En materia de gas, entre 1999 y el 2011 las reservas cayeron un 55%. En relación con una economía que se recuperaba y demandaba energía, esto llevó a que entre el 2006 y el 2011 el saldo comercial en materia de combustibles tuviera un retroceso del 150%.

El gobernador enmarcó así la decisión de recuperar el control sobre la compañía: “El objetivo era volver a poner en funcionamiento YPF en favor de los intereses nacionales”, afirmó. Y revalidó esa definición con los datos del  aumento del 78% en la producción de petróleo de la compañía luego del sanción de la ley, y del 18% en la producción de gas. “Sin YPF no había Vaca Muerta y sin Vaca Muerta no había puesta en marcha y recuperación de la producción de hidrocarburos en la Argentina. Desde que el Estado recuperó el control de YPF, no sólo se recuperó la producción de petróleo y gas, sino que en 2024 el superávit energético alcanzó los US$ 5.696 millones, llegando casi a los valores de 2006”, sentenció. Casi que apenas le faltó decir que el superávit fiscal del que tanto se vanagloria Milei tiene una raíz principal en la decisión del gobierno kirchnerista en 2012.

X de Diagonales

La argumentación técnica en torno a la gravedad del vaciamiento de YPF para la economía argentina y los importantes resultados tras su nacionalización fueron sólo una parte de la respuesta de Kicillof a Milei. El gobernador explicó además la trama jurídica del caso, en la cual expuso la gravedad del hecho que el presidente ratifique el planteo de la jueza norteamericana violando la soberanía nacional y la vigencia de la Constitución y las leyes sancionadas por el Congreso. Ahí también Kicillof se plantó como un dirigente político con mirada seria y nacional, frente a un polemista de Twitter que poco parece entender de derecho internacional. O, en su defecto, que expuso en su ataque al gobernador algún interés espurio más cercano al de los fondos buitre que accionan contra el país que a los del conjunto de la nación.

“Sabemos que entró como un topo a destruir al Estado, esto forma parte de esas decisiones”, afirmó el gobernador, y agregó que “por más admirador que sea Milei de Trump, las acciones de YPF no quedan a mano de una potencia extranjera”. Consultado sobre qué debería hacer el presidente en representación del país, Kicillof fue más allá y sentenció: “No tengo dudas de que Argentina tiene que apelar. Sería delictual que no lo hiciera. El cumplimiento de sus deberes como funcionario público es apelar, y él les está dando la razón, eso va a ser usada en el juicio y eso va a ser responsabilidad de Milei”.

Llamado al debate por el propio Milei, Kicillof recogió el guante de la discusión sobre la economía nacional, sobre modelos de país, sobre gestión energética y soberanía, y le asestó un nuevo golpe a un presidente errático y que no logra volver de manera positiva al centro de la agenda. Si en su momento quien lo había desplazado de allí fue CFK, hoy el que tomó ese bastón de mariscal fue el gobernador bonaerense, que recién hacia el final de su conferencia habló como mandatario provincial, cuando destacó que la PBA es el principal refinador de petróleo y consumidor de energía del país.

Milei lo subió al ring y Kicillof respondió como presidenciable

Durante todo el resto de su discurso Kicillof habló como dirigente nacional, un terreno al que lo llevó el propio Milei y que le permitió pararse con otra potencia en medio de las negociaciones que el peronismo lleva adelante para definir su futuro tras la detención de CFK. Hacia el final, recordó que Milei adoptó la misma actitud en lo que fue la discusión por la planta de GNL de Petronas y que el resultado fue una catástrofe para el país. “¿Dónde está la planta de GNL? En ningún lado. La inversión del siglo, como dijo él mismo, que tenía que ver conmigo y con el RIGI, resulta que ahora no se hace culpa de Milei”, disparó.

Kicillof terminó la conferencia levantando las muestras extraídas de Vaca Muerta, para reafirmar que la mayoría del petróleo de YPF proviene de esa joya nacional que “no tendríamos” sin la nacionalización. Milei le sirvió la mesa para hablar como si fuera él el presidente. O como si en el futuro fuera a serlo.