A medida que avanza agosto y que el calendario electoral comienza a ocupar la mayor parte de la agenda del Gobierno, parece difícil pensar que haya un día después. Pero ese lunes post elección nacional legislativa del 26 de octubre está a la vuelta de la esquina, y en ese camino el presidente Javier Milei no para de dar señales de qué es lo que vendrá para la segunda parte de su mandato.

Más allá del número final de la repartija de cargos por fuerza política en el Parlamento, es sabido que La Libertad Avanza (LLA) no alcanzará una mayoría que le permita definir a gusto las normativas que para el Poder Ejecutivo aparecen como impostergables de cara a lo que siempre se considera el tercer año “maldito” de cada gestión desde la vuelta de la democracia.

Una buena cosecha para el Gobierno en las próximas elecciones, si bien se contabiliza el resultado por cada una de las provincias, sería alcanzar o superar el 40 por ciento.

Sobre todo si se tiene en cuenta que en la boleta “libertaria” se incluye al PRO y a algunos dirigentes amigables de la UCR y de fuerzas provinciales, como quedó plasmado en la alianza que Karina Milei construyó en cinco provincias.

Si el oficialismo lograra ese porcentaje, incluyendo esas fuerzas aliadas que ahora pasan a ser una sola propuesta electoral, superaría la línea de 80 diputados propios, contemplando que además hay una veintena de legisladores que podrían formar parte de una serie más amplia de acuerdos parlamentarios.

Modelo 2001 y 2017: Milei, entre el déficit cero y el plan de reformas de cara al fatídico tercer año

Eso lo ven los grandes capitales financieros y lo ve el establishment, los principales favorecidos del programa económico de LLA. Lo que les importa a estos sectores es saber bajo qué condiciones, en caso de producirse ese resultado victorioso para las aspiraciones de la Casa Rosada, se alcanzará los acuerdos con las fuerzas “satélite” que quedaron fuera de la fagocitación de los hermanos Milei sobre los espacios colaboracionistas más incondicionales.

Ahí tiene relevancia, no tanto por su performance electoral inmediata en octubre, pero sí por lo que significa tener la llave para hacer pasar o no los planes oficiales, el papel del sector “del medio” Provincias Unidas, fundado por el cordobés Juan Schiaretti junto al grupo de cinco gobernadores que se muestran “equidistantes” de LLA y también del peronismo.

Si Milei gana la elección de medio término y utiliza ese triunfo como medida disciplinadora contra estos sectores políticos que no se le arrodillan pero que podrían entablar nuevamente conversaciones con la Casa Rosada, excluyendo al peronismo y a la izquierda, le será más más cuesta arriba ese plan de reformas que está a la vuelta de la esquina. El FMI y los mercados quieren certidumbre política.

En cómo será la relación con la oposición "dialoguista" nuevamente se da un parte aguas entre los dos integrantes del Triángulo de Hierro que acompañan a Milei. 

Desde el entorno de Karina sostienen que el hecho de imponerse en la elección sería condición suficiente para que los gobernadores y sus delegados en el Congreso deban acatar las exigencias del Gobierno.

La otra parte de la biblioteca “libertaria”, en la que se embandera el asesor Santiago Caputo, sostiene que el Poder Ejecutivo va a necesitar sentarse, conversar y negociar.

Si se diera este escenario de una LLA avasallante en la elección de medio término habría un panorama similar al que tuvo como protagonista hace 8 años a Mauricio Macri. Y también las mismas necesidades para demostrar su autoridad.

El por entonces presidente surfeaba en la cresta de la ola de la “revolución de la alegría” cuando ese lunes posterior al triunfo del 22 de octubre de 2017 en 14 provincias, con ventaja de 4 puntos sobre Cristina Kirchner en la Provincia de Buenos Aires, anunció con una amplia sonrisa que la Argentina entraba en “una etapa de reformismo permanente”. Todavía no estaba la injerencia del FMI, al que Macri acudiría en abril del 2018 después de la estampida de los mercados. 

Modelo 2001 y 2017: Milei, entre el déficit cero y el plan de reformas de cara al fatídico tercer año

El debate por la reforma jubilatoria de finales del 2017 había herido de muerte la reputación de CAMBIEMOS frente al establishment y los grandes acreedores internacionales por la batalla campal y la represión digitada por Patricia Bullrich que se había desatado en las inmediaciones del Congreso. El daño político era irreversible y Macri lo pagó en las urnas en 2019.

El otro revival es todavía más pesado y sí tiene el yunque del FMI. El anuncio de Milei en la cadena nacional del último viernes, por el que se prohibirá financiar el gasto primario con emisión monetaria y se elevará un proyecto de ley para penalizar presupuestos con déficit fiscal, se mete con las facultades del Poder Legislativo. Y esto ya se había hecho en el fatídico 2001.

Por ese entonces Fernando De La Rúa y su ministro exsímbolo del menemismo Domingo Cavallo habían logrado que el Ejecutivo se adjudicara “superpoderes”.

El paso siguiente fue la aprobación, a finales de julio de ese año, de la normativa de “Déficit cero”, y con la gestión de la por entonces ministra de trabajo Patricia Bullrich se aplicó un recorte del 13% del salario a empleados públicos, incluidos docentes y trabajadores de la salud), y también para las jubilaciones y pensiones.

Modelo 2001 y 2017: Milei, entre el déficit cero y el plan de reformas de cara al fatídico tercer año

El gobierno de la Alianza se desmoronaba. Pese al ajustazo, las cuentas públicas registraban un aumento del déficit fiscal: al peso de una deuda externa cada vez más grande por los 13.600 millones de dólares del préstamo del FMI se le sumaba la caída de la recaudación.

Era la antesala de la corrida y la estampida de los depósitos, del Corralito, la represión y asesinatos a los manifestantes, del helicóptero y de los cinco presidentes en una semana.

Tanto De La Rúa como Macri necesitaban dar señales de garantía de gobernabilidad e implacabilidad ante los ojos del “poder real” de cara a su tercer año de mandato, brindando señales de que su programa era consistente y que se avanzaría con cambios estructurales para la vida de los argentinos.

Una vez conocidos los resultados de octubre, Milei empezará a correr en esa misma rueda.