Cambiemos inició su campaña electoral de manera muy agresiva, llevando la contienda directamente al barro porque sabe que ese es el único terreno donde se ve con posibilidades de competir. Entonces hoy más que nunca de lo que se trata es de no pisar el palito y dejarlos expuestos en su propia basura. Entrar en un golpe por golpe en el barro es dar la pelea en la superficie elegida por ellos. Si hoy la sociedad tiene algo muy claro es que está muchísimo peor que cuatro años atrás y los ejemplos abundan por doquier. Es ahí donde conviene instalar el debate porque cualquier respuesta a las bestialidades que ya se vieron en medios masivos les da la opción de la réplica y es en esa dinámica donde se fortalecen.

Cambiemos no tiene nada para mostrar, ni siquiera albergues para los indigentes que mueren de frío en la opulenta CABA donde Rodríguez Larreta inaugura obras de infraestructura fastuosas pero no puede evitar que en las calles de la ciudad haya indigentes durmiendo a la intemperie y por eso también recurren a la campaña sucia, dándole libertad de acción a ejércitos de trolls que ensucian aún más el debate que nos debemos dar los argentinos y agreden sin piedad a una personalidad como la de Juan Carr cuyo compromiso con los menos favorecidos arrojados a la miseria no puede menos que emocionar a cualquier persona bien nacida.

¿Por qué Cambiemos reacciona con tanta mugre? Porque sigue sin hallar una respuesta política saludable a la movida de Cristina, que al colocarse como candidata a vicepresidenta de Alberto Fernández, quizá el dirigente peronista que con más dureza le marcó los errores de su gestión, consumó uno de los movimientos políticos más transcendentes de los últimos tiempos y ante el cual el gobierno quedó sin el más mínimo argumento de refutación razonable, por eso buscan llevar la lucha al barro porque  fuera del lodo, la campaña de Cambiemos sólo tiene para ofrecer fuegos artificiales como un acuerdo difuso del Mercosur con Europa o volver a proponer una alianza con el ALCA que no es más que humo batido.

Mientras tanto, la sociedad espera en silencio, mensurando cada gesto pues sabe muy bien qué expresa cada propuesta; sabe que el país del 2015 estaba mejor pero no ignora que no todo estaba bien. Así y todo, cuatro años después la realidad no admite lecturas confusas y lo que la gente espera es ver qué fuerza política está en condiciones de garantizar una salida a esta encerrona y para eso tiene un peronismo que ha formulado la autocrítica respectiva, ha gestionado niveles muy elevados de Unidad y propone un candidato a presidente que en sí mismo encarna la revisión de los errores y un Cambiemos que como única propuesta exhibe la campaña sucia.

El peronismo sólo tiene chances de ganar si demuestra capacidad y templanza política para eludir los empellones cambiemitas y volver a mostrarse como la única fuerza política que sencillamente sabe cómo sacar al país de este atolladero.