“Prefiero decir una verdad incómoda antes que una mentira confortable”. El enunciado, uno de los tantos que Javier Milei emitió directamente ante unas decenas de miles de congregadas en la Plaza de los dos Congresos, resulta quizás la más flagrante de las contradicciones que ayer tiñeron de zozobra su asunción como nuevo Presidente de los argentinos.  Y es que, aunque reiteradamente Milei culpó al populismo por el país que recibe, toda su escenificación y su mensaje de ayer tuvieron un alto componente populista.

Aunque se mostró como un mensajero de una cruda realidad y sus consecuencias inevitables, falseó datos y estadísticas para justificar su discurso y sus acciones venideras. Aunque se erigió como lo opuesto a “la casta”, modificó protocolos, costumbres y hasta normativas vigentes para hacer las cosas a su manera, como si lo establecido en el país no importara ante su decisión. Aunque se vendió como algo nuevo en campaña, reafirmó un reinicio de algo de lo que la sociedad está cansada: promesas prelectorales que cambian a los cinco minutos de la llegada al poder. Un comienzo de mandato que siembra muchas dudas en el porvenir del gobierno de La Libertad Avanza.

Populismo, mentiras y exageraciones: arrancó la doctrina del shock Milei

POPULISMO

Si un rasgo se destaca y repite entre todas las críticas que históricamente ha recibido el peronismo en sus distintas experiencias es el de ser siempre tildado de populista. El razonamiento es el de un movimiento político en el que el (o la) líder traza una relación directa con el pueblo que lo sigue, a partir de saltarse de distintos modos la institucionalidad estatal y construir escenarios dicotómicos: de un lado los buenos, los patriotas, los trabajadores, los honestos; del otro los malos, los que sacan ventaja perjudicando al conjunto, los vende patria, los enemigos del pueblo. En todas las formas posibles, Javier Milei reprodujo esa secuencia en sus primeras horas como Presidente.

El primer gran gesto en esa dirección fue la decisión de Milei de no dirigirse a la Asamblea Legislativa y enunciar su mensaje desde las escalinatas del Congreso y de cara a los manifestantes. El Presidente desconoció así que, mal que le pese, los legisladores son representantes del pueblo de la nación, elegidos democráticamente, y ningunear esa relación es de alguna manera restarle importancia al funcionamiento institucional de la democracia. ¿Cuál hubiera sido la lectura de la sociedad si, por ejemplo, era CFK la presidente que decidiera semejante gesto para su asunción?

Dos curiosidades sobre este punto: un antecedente populista y los costos del populismo. Milei habló de 100 años de decadencia Argentina. El gobierno al que parece remontarse como inicio del fracaso tal vez sea el de Hipólito Yirigoyen, paradójicamente el primer presidente electo por el voto universal masculino, algo de lo que quizás el propio Milei descrea. Lo concreto es que Yirigoyen tampoco pronunció discurso ante el Parlamento por considerara los legisladores representantes del “régimen”. Imagen desagradable para el espejo de Milei.

Populismo, mentiras y exageraciones: arrancó la doctrina del shock Milei

El Gobierno de la motosierra arrancó despilfarrando recursos en su inicio populista. Desde el viernes la Plaza de los dos Congresos mostraba una tremenda estructura montada como para recibir a cientos de miles de personas. Enormes pantallas led y equipos de sonido fueron montados no solo al pie del Congreso, sino también en la mitad de la plaza como para que la asunción pudiera verse y oírse desde bien atrás. Finalmente las masas no llegaron y la concurrencia no completó media plaza, por lo que toda esa estructura ni se usó. Costos secundarios de una asunción populista y desmedida en sus previsiones.

En otro sentido el Presidente reafirmó un rasgo populista que promete crecer en su mandato. Ayer, Milei volvió a hablar de “los argentinos de bien”, una expresión que remite a los discursos de la última dictadura cívico militar y recurrentemente utilizado por le macrismo. Ese universo implica un contraste, unos “argentinos del mal”, que ante la vaguedad de la expresión podría incluir a millones simplemente por no compartir otro de os conceptos abstractos que Milei repite  como cajita musical, “las ideas de la libertad”. La lógica de adherentes o enemigos fue lo que siempre le criticaron a CFK, para tildarla de populista en su búsqueda de la confrontación en lugar de la construcción de consensos sociales. Milei repite la fórmula pero devaluada: si antes la patria era el otro, hoy la causa de la decadencia es el “colectivismo” y el individualismo es la esperanza.

MENTIRAS Y EXAGERACIONES

En su discurso, Milei incurrió en múltiples falacias para pintar un infierno del cual él viene a salvarnos. Pero para eso, claro está, primero hay que sufrir y mucho. “La peor herencia de la historia” es el título tremendista con el que el Presidente busca exagerar la difícil situación que atraviesa el país con el objetivo de justificar su plan motosierra. Lejos de defender el estado de situación actual, un poco de claridad sobre algunas cifras y estadísticas que revoleó a la bartola solo sirve para poner en contexto un forzamiento de la realidad económica y social que no debiera ser necesario si Milei realmente contase con el apoyo popular para lo que pretende hacer.

Populismo, mentiras y exageraciones: arrancó la doctrina del shock Milei

El gran titular que dejó ayer Milei fue que Unión por la Patria le dejó una “hiperinflación plantada”, recurriendo al estrafalario número del 15.000% anual en aumento de los precios como horizonte si no se toman las medidas que él propone. La inflación actual es del 150% anual, cien veces menor. Para dimensionar lo que planteó ayer el Presidente basta recurrir a la historia: los picos hiperinflacionarios de 1989 y 1990 llegaron a cifras del 3079% y 2314% anual respectivamente. Es decir, Milei plantea que la herencia que recibe conduce a una inflación cinco veces mayor que la peor de la historia argentina. Para justificar esa cifra solo recurre  números inentendibles y piruetas teóricas incontrastables. Creerle es un acto de fe y realismo mágico. Populismo 100%.

También en el plano económico, Milei habló de un déficit fiscal del 17%, del cual un 5% corresponde al déficit del Tesoro y 15% al Banco Central. Mezclar los pasivos del BCRA con el déficit del Estado es ya de por sí una operación forzada. Por otro lado, el déficit acordado con el FMI para este año para es del 1,9%, y las estimaciones privadas coinciden que puede haberse estirado uno o dos puntos, pero no más. Exagerar esta cuestión permite justificar un ajuste mayor al tolerable.

A su vez, el Presidente también denunció un estancamiento de la generación de empleo, mintiendo sobre uno de los pocos indicadores que Unión por la Patria deja en positivo. Desde el 2019 se crearon más de 300.000 puestos de trabajo formales registrados, y la desocupación actual es la más baja desde 2015. El nivel de los salarios, en todo caso, es otra discusión. Pero hablando de falta de empleo Milei se anticipa a la recesión que generará su plan económico para echar culpas hacia atrás.

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Otro de los golpes bajos del Presidente fue hablar de los muertos en pandemia. Milei ya había hecho esta referencia en campaña, pero ayer volvió a decir que por culpa de “el Estado te cuida y su ineficiencia” murieron unos 100.000 argentinos de más. Lo cierto es que la Argentina tuvo cifras de muertos por Covid cada 100.000 habitantes menores a la de países de la región como Brasil, Chile, Perú, México, e incluso que grandes potencias de los países centrales.

Dos temas que preocupan a la ciudadanía también pasaron por el discurso de Milei. En materia de seguridad, afirmó que el país está sumido en un “baño de sangre”. Según la ONU, Argentina tuvo el año pasado 4,3 homicidios cada 100.000 habitantes, por debajo de Brasil (21,3), Uruguay (11,2) y Chile (6,7). En términos educativos, el Presidente afirmó que “sólo el 16% de los chicos se reciben en tiempo y forma en la escuela”. La referencia surge de un estudio que estableció que ese porcentaje es el de los alumnos que llegan al final de su trayecto escolar con conocimientos esperados en matemáticas, lengua y comprensión de texto. Pero el mismo estudio señala que el porcentaje de quienes finalizan sus estudios en los 12 años que establece el sistema son el 52% de los alumnos, y cerca de un 25% de los restantes tardan sólo un año más. No son datos a festejar, tampoco el panorama apocalíptico que vendió Milei en su asunción.

CASTA

El concepto sobre el que Milei estructuró su carrera política remite a un sistema social donde la supremacía es hereditaria, familiar. En su afán de hacer todo a su gusto y sin importar lo establecido, el nuevo Presidente jugó una carta de casta ni bien asumido para posibilitar que su hermana asuma un alto cargo en el Gobierno. Por un Decreto presidencial de Macri, los familiares directos no podían ser nombrados por el presidente dentro de la estructura gubernamental. Milei modificó ayer ese Decreto y nombró a Karina Secretaria General de la Presidencia.

Populismo, mentiras y exageraciones: arrancó la doctrina del shock Milei

En la misma  línea de comportamiento, el Presidente afectó seriamente el derecho a la comunicación de la sociedad argentina prohibiendo la transmisión de la jura de su gabinete por otro medio que no fuera el canal de youtube privado que maneja Iñaki Guitérrez, uno de sus CM que ahora está a cargo de las redes oficiales.

“Queríamos una ceremonia íntima” explicaron. El acto de jura de ministros es un acto de naturaleza público, y prohibir su difusión atenta contra el derecho de la sociedad a recibir información relevante. Además, llevar eso a un canal privado de youtube implica millones de visualizaciones, que luego se monetizan. En síntesis, un negocio, privatizar un acto público de gobierno como la designación de un gabinete para generar ganancias privadas.

MENTIRAS DE CAMPAÑA

“El ajuste lo va a pagar la política, no la gente” era un mantra de la campaña de Milei. Ayer, esa premisa ya mutó a apenas minutos de asumido. “El ajuste lo va a pagar el Estado” es la nueva máxima, que esconde tras de sí que el Estado somos todos. En síntesis, el ajuste lo pagará principalmente la sociedad.

Los cientos de miles de despidos que vendrán si el Estado suspende todos sus contratos y sólo queda funcionando con su planta permanente, como se dice por estas horas, implicará un fuerte aumento de la desocupación. La enorme mayoría de esos contratos no son políticos, sino trabajadores que año a año renuevan su vínculo laboral a través d ese tipo de contratación precaria.

Populismo, mentiras y exageraciones: arrancó la doctrina del shock Milei

La suspensión de transferencias a las provincias implicará, inevitablemente, peor salud, peor educación, peor seguridad, todos derechos que Milei prometió no quitar. La prórroga del presupuesto 2023 implica un ajuste por inflación del 150%. Eso significa menos salarios para docentes, médicos y fuerzas de seguridad, menos insumos para hospitales y recursos para colegios o las fuerzas. La privatización de las universidades, desmentida por Milei en el último tramo de la campaña, arranca con enviarles los mismos fondos para este año que el año pasado, con un aumento de la inflación del 150% y lo que significarán los tarifazos por venir. Desfinanciar los servicios públicos es siempre un primer paso necesario para privatizarlos.

Otra mentira giró en torno a los subsidios al transporte, enorme transferencia en salario indirecto para los bolsillos de trabajadores. Milei denunció que era una “campaña del miedo” el planteo de Massa de a cuánto se irían los boletos sin el subsidio. Hoy esa quita es una cuestión de tiempo y la famosa campaña del miedo volverá a confirmarse, como luego de que Macri la negara frente a Scioli en 2015 y la ejecutara al pie de la letra una vez presidente.

SUFRIR PARA LLEGAR AL PARAÍSO

Milei justifica los dolores que infringirá en base a dos pilares. El primero es la inevitabilidad, producto de la situación heredada. Con todos sus defectos, en años muy adversos por restricciones externas (pandemia, guerra, sequía), Unión por la Patria deja una inflación con picos del 12% mensual. Que esa cifra pase a 30% o 40% mensual dependerá de las decisiones de política económica del nuevo Gobierno. El mantra de “no hay plata” también se revela falso. El que viene será un año de al menos 20 mil millones de dólares más en exportaciones agropecuarias y unos 7 mil millones a favor en materia energética, que hasta este año fue deficitaria, producto de la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. Plata hay y habrá. Si Milei decide que vaya a alimentar las ganancias de pocos a costa de un mayor sufrimiento de las mayorías, eso será una decisión política de la que debe hacerse cargo.

Populismo, mentiras y exageraciones: arrancó la doctrina del shock Milei

Pero también el Presidente incurre en una falacia histórica para prometer un paraíso del cual caímos y al cual podemos volver, como forma de justificar su motosierra. Milei habla de la ideas de la Generación del 37, que llevaron al país a ser “la primera potencia mundial”, y una vez abandonadas nos generaron los famosos 100 años de decadencia. Esa Argentina a la que remite el libertario fue un país sin lo que todavía la distingue en la región y el mundo: una clase media consolidada y la posibilidad de ascenso social.

La Argentina agroexportadora de la generación del 80 y principios del siglo pasado concentraba su riqueza en las élites y centralmente en el puerto porteño en detrimento de las provincias. El inicio de la decadencia que marca Milei fue el inicio de la sustitución de importaciones, la construcción de modelo industrial y de mano de obra calificada que, con la protección y acompañamiento del Estado, permitieron la inserción social de millones que antes vivían en los márgenes y a las órdenes de los dueños del país, sin ninguna otra expectativa de desarrollo. Esa Argentina atravesó gobiernos radicales, peronistas y hasta militares, y empezó a desmontarse en la dictadura de 1976, con las ideas neoliberales que hoy Milei resucita.

¿Cuál es el país que sueña el nuevo Presidente? No termina de quedar claro, pero las preocupantes contradicciones en su discurso y las mentiras y exageraciones a las que tiene que recurrir para justificar lo que va a encarar en materia de políticas públicas sólo siembra incertidumbre y preocupación. Por si fuera poco, el propio Milei se encomienda a “las fuerzas del cielo”, en un misticismo inédito entre los líderes políticos al menos de los últimos tiempos, y otro rasgo de carácter populista. Si para mitad del 2024 la inflación no cede y se instala en las varias decenas, aumenta el desempleo y se frena la economía, el padecimiento de la sociedad aumenta sin horizontes de recuperación, ¿habrá que culpar a la pesada herencia? ¿Será responsabilidad de unas deficientes fuerzas del cielo?

Milei ya es Presidente. Bien haría en hacerse cargo, sin explicaciones fantásticas ni tergiversando la realidad. La sociedad lo votó para que dé respuestas y construya soluciones, no para que ponga excusas y genere sufrimiento. Y su crédito está lejos de ser ilimitado.