Por desconocimiento y soberbia: el rotundo fracaso de Karina Milei y Lule Menem en Corrientes
Los armadores políticos de La Libertad Avanza hicieron todo mal en la provincia del litoral: rechazaron un pedido de acuerdo del gobernador Valdés y fueron con un candidato ignoto que salió cuarto cómodo. El desconocimiento de las dinámicas locales y la soberbia de llevarse todo puesto suman una dura derrota en semanas difíciles para el oficialismo y a días de las elecciones bonaerenses.
Es sabido que Javier Milei tiene una visión mesiánica en la cuál es un elegido de Dios para transformar de raíz la Argentina. Ese delirio místico está lejos de ser una característica intrascendente del presidente: se derrama hacia abajo en las decisiones políticas y de gobierno en las que el oficialismo expresa una actitud de llevarse todo puesto y enfrentarse con todo el mundo. Los resultados van quedando cada vez más a la vista con el aislamiento y las derrotas electorales que se le empiezan a acumular a la cúpula libertaria.
Los comicios de este domingo en Corrientes quizás hayan sido la expresión más contundente de esta dinámica. Karina y Javier Milei tenían la oportunidad de acordar con un gobernador extremadamente predispuesto a acompañar al oficialismo nacional, tanto en sus iniciativas legislativas como en su camino a las urnas. La razón de ese acercamiento de Gustavo Valdés a la cúpula libertaria es la misma que en otras provincias: el rechazo de la enorme mayoría de la población local al peronismo y el kirchnerismo y su canalización desde 2023 en la figura de Javier Milei.
Pero esa realidad superficial es más profunda de lo que parece y el núcleo libertario parece carecer de expertise para analizar y operar sobre esa profundidad. Si bien es cierto que Milei conserva un muy buena imagen en muchas provincias partir de ser el antagonista más potente al kirchnerismo, eso no se traslada a un encumbramiento del presidente por sobre todo el sistema político, incluidos los mandatarios locales que son quienes atienden las necesidades cotidianas de la población, pagan lo sueldos, etc.
La famosa frase expresión del presidente según la cual iba a ahogar y asfixiar fiscalmente a los mandatarios provinciales para someterlos políticamente a su liderazgo expone su profundo desconocimiento de la política local en las provincias. La suposición de Milei y Karina de que la población les dio un cheque en blanco y un mandato para que rompan todo el sistema político, en todos sus niveles, es un fantasía dentro del delirio mesiánico de la pareja gobernante que omite la enorme relevancia de las mediaciones locales en ese rechazo al kirchnerismo que el presidente consiguió representar a nivel nacional.
Milei piensa que el apoyo que le dio buena parte de la población para enfrentar al kirchnerismo es producto más de un culto a su propia persona que de un rechazo a los K. Y que eso es trasladable a cualquiera de las batallas que el presidente y su círculo decidan enfrentar en su cruzada cuasi religiosa contra lo que ellos determinen que es “la casta”. Incluidos los gobernadores y los sistemas políticos locales de las provincias. La realidad está muy lejos de eso, y si bien Milei conserva un gran apoyo sobre todo en el interior del país, lo concreto es que el núcleo de fanáticos que está dispuesto a acompañarlo en todas las peleas está lejos de ser una mayoría y se achica al ritmo de su falta de resultados económicos y los escándalos de corrupción en lo más altos de su gobierno.
Las elecciones en Corrientes y todo su proceso político previo exponen con claridad esta dinámica. Encaprichados en plantar la marca libertaria en todo el país, enceguecidos por las mieles del éxito de 2023, los máximos dirigentes libertarios decidieron una estrategia política que puede volvérseles como un boomerang en su contra. En lugar de acordar con gobernadores antiperonistas y con hegemonía local en sus provincias, prefirieron ir en buena parte del país con candidatos “puros” y que a su vez polarizaran con las administraciones locales. Si el objetivo fue plantar posibles candidatos propios para disputar algunas provincias en las próximas elecciones ejecutivas, lo cierto es que mucho más factible que eso es la posibilidad de que esa estrategia les complique las legislativas del 26 de octubre, que a esta altura ya parecen un punto de supervivencia para el oficialismo libertario.
La sociedad correntina es muy refractaria al kirchnerismo. La UCR gobierna allí desde principios de los 2000 y la mejor elección de un candidato peronista fue la de Camau Espínola por el Frente para la Victoria en 2013, cuando sacó 45 puntos pero no pudo llegar al balotaje por los 50 que obtuvo Ricardo Colombi. Esta radiografía provincial es clave para entender el error de cálculo político producto de la falta de conocimiento y la soberbia de los armadores libertarios, Karina Milei y Lule Menem.
Gustavo Valdés ganó por primera vez en 2017 con el 54,5% de los votos y fue ratificado en 2021 con el 76%. Esos números expresan la posición de poder de un gobernador que termina su segundo mandato con importantísimos niveles de aprobación, una provincia ordenada en términos económicos y con la planta de empleo público cobrando sus sueldos al día, lo cual no es poco en una provincia que fue intervenida entre 1999 y 2001 tras una crisis económica y social que dejó muertos en las calles.
Karina Milei y Lule Menem tuvieron la posibilidad de acordar con un gobernador como Valdés, que demostró en sobradas ocasiones su apoyo al Gobierno con los votos de sus diputados y senadores en el Congreso, que le permitieron al oficialismo sacar leyes, sostener vetos y DNUs. Hubiera sido la misma estrategia que adoptaron en Chaco con el también radical Leandro Zdero. Pero eligieron la confrontación, quizás desconociendo también lo que implica culturalmente en la provincia litoraleña que un gobierno nacional tenga tratos diferenciales con la jurisdicción que queda a un puente de distancia cruzando el Paraná.
La mala praxis de los popes libertarios no solo incluyó la pelea con el gobernador y una campaña enfocada en criticar su gestión. La elección de un candidato ignoto y desconocido como Lisandro Almirón, sin un armado local potente y ajeno a los círculos del poder provincial fue una decisión arriesgada frente a otras opciones posibles. En concreto, quien se desvivía por ser el candidato libertario era Carlos “Camau” Espínola, senador nacional por el PJ que también resultó clave para el Gobierno en votaciones determinantes como la Ley Bases y el RIGI.
Espínola tuvo las dos mejores elecciones del peronismo en la provincia en las últimas décadas. En 2013 enfrentó a Ricardo Colombi y obtuvo el 45,93% de los votos. Cuatro años más tarde, su puja fue con Gustavo Valdés y volvió a sacar 45,20% de los sufragios. Entregado como estaba al Gobierno nacional y con su identidad peronista totalmente diluida, Espínola podría haber sido una carta mucho más potente que Almirón para plantar el sello de La Libertad Avanza en Corrientes. Pero Karina y Lule decidieron ir con un libertario “puro”, y el resultado fue que Camau terminó de completar su giro y se alió a Valdés y el oficialismo provincial, engrosando un triunfo que nadie puso nunca en duda.
¿Almirón quedó plantado como una opción libertaria en la provincia? Ese objetivo, que motivó las decisiones de los armadores de LLA, parece haber quedado muy lejos de cumplirse. Sin haber llegado al 10% de los votos, el diputado karinista no se lleva mucho crédito hacia el futuro para pararse como un opositor a la gestión provincial que aspire a disputar el gobierno en 2029.
Peor aún, la marca libertaria sufrió una importante devaluación en relación a lo que fueron los comicios del 2023. Javier Milei sacó el 29,2% en las PASO de hace dos años, cosechó el 26,9% en las generales y trepó al 53,2% en el balotaje. El candidato de Karina y Lule arrastró esos números hacia abajo como un ancla, debilitando a La Libertad Avanza en la previa a las elecciones legislativas nacionales en las que el oficialismo se juega prácticamente su supervivencia.
Y allí está otro de los resultados del enorme error estratégico de la cúpula libertaria en el proceso correntino. Al enfrentar a Valdés en lugar de acordar con él, Karina Milei y Lule Menem lo empujaron a una alianza con el frente Provincias Unidas, que distintos gobernadores vienen construyendo a lo largo y ancho del país con el objetivo de plantar una tercera vía en la Argentina polarizada entre el peronismo y LLA.
Valdés anunció su desembarco en el nuevo frente de gobernadores en el cierre de campaña del jueves pasado, al que asistieron su pares de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, de Jujuy, Carlos Sadir, y de Chubut, Ignacio Torres, y el ex gobernador cordobés, Juan Schiaretti. Con ese armado el oficialismo correntino competirá el próximo 26 de octubre con la lista libertaria que encabezará la actriz Virgina Gallardo. Al Gobierno nacional no le sobran los números para tirar manteca al techo en las legislativas, y este frente de centro puede infringirle un daño considerable en provincias antiperonistas en las que Milei arrasó en 2023.
La soberbia y la falta de expertise político son marcas propias del gobierno de un outsider que cree haber llegado a la Rosada por mandato divino y con un cheque en blanco para enfrentarse a todo o nada con cualquier elemento del sistema. La realidad cacheteó esa fantasía en todas las elecciones locales que hubo en este 2025, con excepción de la CABA, único territorio donde LLA pudo plantar su propia bandera contra el oficialismo local y salir victoriosa, aunque sin romper el techo de su núcleo del 30% obtenido en las PASO 2023.
A una semana de las elecciones bonaerenses, que pueden ser un termómetro determinante para lo que queda del año y de cara a octubre, La Libertad Avanza se comió una tremenda paliza en Corrientes bajo la estrategia definida por la cúpula que hoy está, a su vez, señalada en el mayor escándalo de corrupción en lo que va del Gobierno. Si los Milei venían a llevarse todo puesto, la realidad pareciera estar dictando lo contrario.