Hay un texto de Borges, El Idioma de los Argentinos, de 1928, que tiene una líneas que siempre me han gustado: “Ser argentino en los días peleados de nuestro origen no fue seguramente una felicidad: fue una misión. Fue una necesidad de hacer patria, fue un riesgo hermoso, que comportaba, por ser riesgo, un orgullo”. Y me gusta porque contrapone ideas que al final, a mi modesto entender, se dan la mano: felicidad es lo contrario de misión, pero la misión, al comportar un riesgo hermoso, también es orgullo. Y nadie que esté orgulloso por hacer lo que hace puede evadir, tarde o temprano, la felicidad.

Sin embargo no todos tienen esta visión de “los días peleados de nuestro origen”. El propio presidente Mauricio Macri, al cumplirse 200 años de la Declaración de nuestra Independencia, el 9 de Julio de 2016, a unos meses de haber asumido su gobierno y frente a unos pocos invitados entre los que se encontraba el Rey de España, Felipe Borbón, dijo: “Estoy acá (en Tucumán) tratando de pensar y sentir lo que sentirían ellos en ese momento. Claramente deberían tener angustia de tomar la decisión, querido Rey, de separarse de España”.

Más allá del dislate histórico en el que incurrió nuestro presidente (ya se han ocupado otros de demostrar que muchas cosas experimentaban los patriotas en esos días pero la angustia no era una de ellas), lo interesante de su expresión es que al hablar de ellos delata una incapacidad propia: la de ponerse en el lugar del otro. La carencia de empatía que nuestro presidente profesa es tan profunda que ni siquiera tiene la suspicacia de aprovechar una oportunidad sin riesgo como es el acto protocolar del 9 de Julio. Ni los protagonistas de los sucesos iban a tener la posibilidad de contradecirlo. Podría haber apelado al sentimiento de independencia, de patriotismo, de lucha por aquello en lo que cree, etc. Pero no, eligió la angustia. Para hablar de ellos, eligió un sentimiento propio y confundió su estado con el de los otros. Eso puede ser muchas cosas, pero definitivamente no es empatía.

Para contrastar con esta “incapacidad empática” quiero traer a colación una idea que hace unos años, en el 2013 más precisamente, Cristina Fernández de Kirchner, presidenta en ese entonces, pronunció en el contexto de las inundaciones que había sufrido la ciudad de La Plata. Una idea que muchos han preferido darle un status de slogan para evitar pensar su profunda carga filosófica y su decidida entonación disruptiva: “la patria es el otro”. ¿Por qué es disruptiva? Porque la propia definición de patria, tal es conocida por todos, realiza una operación de interiorización: patria es el lugar de pertenencia. Sin embargo, al decir patria es el otro, Cristina puso en juego una noción diferente, cargada de amplitud y exposición: patria es la posibilidad de ponernos en el lugar del otro, de sentir como el otro, de estar afectados por el otro. No importa el nombre de ese otro, su color, su condición social ni las ideas que profese, porque la patria, más que un lugar, es un ejercicio cotidiano de empatía.

En una época en la que tan livianamente se habla de grietas y divisiones, es necesario ejercer esta capacidad de ponernos en el lugar del otro. Ser empáticos. Es por ese motivo que muchos de nosotros, los que no pensamos como Macri, hemos hecho un llamamiento a la unidad. Y que no ha quedado sólo en una intención, sino que la hemos hecho efectiva. Parafraseando las líneas de Borges que cité al comienzo: en estos días la unidad de todos es nuestra misión. Una misión que debemos llevar con orgullo.

Cada 9 de Julio tuvo sus propias consignas, palabras que los contemporáneos necesitaron poner en juego. Palabras que no hablaban tanto del pasado como del propio presente. Si en el 2016 Macri eligió la palabra “angustia”, nosotros debemos decir que el 2019 la palabra que debemos enarbolar con fuerza es “unidad”. Unidad de todos. Aún de los que no piensan como nosotros. Porque de algo estamos seguros, como dice nuestro candidato a Presidente, Alberto Fernández: queremos lo mismo que vos. Un futuro para vos. Un futuro para todos.

*Precandidato a diputado provincial por el Frente de Todos.