El proceso electoral argentino que se abrirá a partir del próximo 11-08 comprende dos, o eventualmente, tres instancias diferenciadas. En primer lugar, las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) equivalen, por un lado, a un procedimiento legal efectivo a los fines de establecer un “piso” de sufragios que habiliten la participación de los partidos, o alianzas, políticos, en la jornada cívica del 27-10. Ello implicaría que se excluyan de esta contienda, probablemente algunos frentes menores, los cuales representan posturas ideológicas ultraconservadoras y, con cierta probabilidad, de “izquierda”.

Por otro lado, esas mismas PASO fungirán en términos de encuesta real y concreta con respecto al direccionamiento cierto de los votos, colocando en blanco sobre negro las estimaciones estadísticas basadas en sondeos de opinión realizados por consultoras, cuyos métodos de medición son discutibles, o endebles, y que han demostrado fácticamente, con creces, su ineficacia “pronosticadora”.

El resultado de las primarias conllevaría, además, un posible “efecto no deseado”, consiste en el giro de las preferencias electorales, por ejemplo, en caso de que el Frente de Todos y Juntos por el Cambio registrasen una diferencia contundente entre ambos, cualquiera fuese el triunfador. Si, verbigracia, Alberto Fernández obtuviese una amplia victoria a escala nacional (y Axel Kicillof en Buenos Aires), un segmento -quizás- importante entre quienes se volcaron hacia Lavagna o Espert, se sumarían al macrismo en primera vuelta, a partir del encono visceral con el peronismo/kirchnerismo, que anida en la prosapia de muchos votantes de estas dos últimas corrientes.

Potenciación del quebranto o esperanza plausible
macrismo

Los sufragios generales del 27-10 asumen, entonces, una relevancia cuasi decisiva, teniendo en cuenta que, si la fórmula AF-CKF alcanzara un 45% del guarismo, mientras que AK-VM se impusieran por la mayoría simple suficiente en “la Provincia”, ello garantizaría un golpe rotundo a la posibilidad de continuidad de la administración pública -socioeconómica e institucionalmente devastadora- actual. También coadyuvaría al logro de tal resultado el alineamiento del interior del país, sobre todo de Córdoba y Santa Fe, en torno de la disputa electoral de la primera vuelta, dado el peso de sus padrones, junto a la incógnita alrededor del comportamiento de sus votantes.

Un pasaje al ballotage implicaría el riesgo de un vuelco masivo de los sufragantes hacia Juntos por el Cambio, sumando aportes heterogéneos de los poderes fácticos, del “núcleo” concentrado a partir de los intereses económico-financieros asociados al círculo de Macri, de los anticristinistas acérrimos y numerosos, y -en fin- del conjunto de la caterva formada por los cerebros esculpidos y las mentes anestesiadas, producto de la aplanadora mediática del statu-quo, hoy en día dominante.

*Posdoctorado Humanidades [FFyLL-UBA], Dr. Ciencia Política [UGR-España], Lic. Sociología [FFyLL-UBA]