Por estas horas, la Cámara Federal porteña está analizando si confirma o revoca el procesamiento del pediatra y ex presidente del Consejo de Administración del Hospital de Pediatría Juan Garrahan, Carlos Kambourian, por los delitos de violación de los deberes de funcionario público y malversación de caudales públicos. 

El “Dr. Miedo” está acusado de usar los fondos del Hospital para gastos personales. Por ese motivo, el médico fue procesado sin prisión preventiva por el juez federal Luis Rodríguez junto al ex Director Administrativo del Garrahan, Alan Norton. El magistrado también ordenó embargar sobre los bienes de ambos imputados por un millón y medio de pesos a cada uno. 

Por su parte, la defensa de Kambourian interpuso un recurso de apelación que ahora está bajo análisis de la Cámara Federal y el propio profesional usó sus redes sociales donde aseguró que el procesamiento en su contra se trata de una persecución con fines políticos por su pertenencia al PRO. 

Tweet de Dr. Carlos Kambourian

“'Quien tenga miedo a tomar decisiones y ser denunciado, que se quede en su casa. Lo que viene es para valientes' me dijo una vez Patricia Bullrich", lanzó. “No gasten tanto dinero intentando ensuciarme. No me van a parar hasta asegurarme que se vayan todos. TODOS”, añadió.

Lo cierto es que de acuerdo a las pruebas recolectadas por la fiscal federal María Mángano, se pudo constatar que los imputados habían sustraído sumas de dinero del erario público del Hospital de Pediatría “Prof. Juan P. Garrahan” para su uso en beneficio personal.

La fiscalía detalló que entre el mes de mayo del año 2018 y enero de 2020, Kambourian y Norton utilizaron distintas tarjetas corporativas VISA ­emitidas por el Banco Ciudad de Buenos Aires a favor del hospital con las que realizaron compras y gastos personales que no fueron justificados. 

El 11 de mayo pasado, el pediatra presentó un escrito ante la Justicia donde justificó esos gastos argumentando que ser el presidente del órgano de administración del Hospital Garrahan le requería una dedicación a tiempo completo, no solo en su oficina del centro de salud, “sino también reuniones en otros lugares, en otras instituciones, con distintas personas que muchas veces se hacían en algún bar o confitería durante la semana o los sábados y domingos, de noche y de día, muchas con urgencias, viajes constantes por la ciudad, el interior del país y muchos en el extranjero”. 

Y sentenció: “Yo no era un médico o un enfermero que, con su sagrado deber, deben estar todo el tiempo en el hospital atendiendo pacientes”.