Que haya pan para todos
Varios informes económicos vienen advirtiendo sobre cómo ha impactado una de las directrices principales del plan de Cambiemos, que Argentina sea el supermercado del mundo a partir de la desregulación de exportaciones
El proyecto de ley de emergencia alimentaria no es impulsado por la oposición para aprovechar la coyuntura electoral. El economista Hernán Letcher explica por qué razones el modelo económico liberó el precio de los alimentos. A su vez Nicolás Caporesi, de la CTEP Capital, cuenta cómo golpea la insuficiencia alimentaria en el distrito más rico del país
El Secretario de Cultura Pablo Avelluto sorprendió días atrás cuando declaró en los medios que no comprendía la categoría de “emergencia alimentaria”. En el subtexto de lo dicho por Avelluto primaba la principal lectura de la Casa Rosada sobre el proyecto de ley que hoy se discutirá en sesiones extraordinarias en el Congreso: el reclamo social de apoyo alimentario como una acción política electoral.
Sin embargo, no hay ninguna clase de metáfora natural –como suele hacer el equipo económico para explicar la recesión- que pueda dar cuenta de la insuficiencia alimentaria en Argentina como un hecho casual o extraordinario. Varios informes económicos vienen advirtiendo sobre cómo ha impactado una de las directrices principales del plan de Cambiemos, que Argentina sea el supermercado del mundo a partir de la desregulación de exportaciones, en convertir precisamente a ese supermercado con precios desorbitantes para la población local.
Días atrás un estudio del Observatorio de Políticas Públicas de la Universidad Nacional de Avellaneda (Undav) calculó en más de cinco millones a los argentinos que no pueden acceder a una alimentación básica y resalta que los afectados por dicha cuestión comprenden el doble de personas que en el año 2016. “El nivel general del Índice de Precios al Consumidor creció interanualmente en la zona metropolitana en julio un 53,9%. No obstante tanto los alimentos (57,3%) como las bebidas no alcohólicas (59,8%) lo hicieron en mayor medida. La leche, los productos lácteos y los huevos, por ejemplo, subieron 85,7 por ciento el último año”, advierten los investigadores de la Undav.
Diagonales habló con el economista Hernán Letcher, concejal en San Martín y Director del centro de estudios económicos CEPA. ¿Los alimentos básicos suben su cotización por un hecho fortuito o ese hecho es la consecuencia lógica de un modelo?, pregunta Diagonales a Letcher. “Enumeraría dos cuestiones para dar una respuesta. Desde un primer momento lo que hizo Cambiemos fue atar los precios de la leche, el pan, o la carne a la cotización del dólar. Es decir, deshicieron todo lo hecho por los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Por eso hoy el kilo de pan cotiza en función de los valores de la Bolsa de Chicago porque no hay referencias, o medidas gubernamentales, que acoten esa tarifa para el mercado doméstico. Lo mismo pasa con el precio de los combustibles, más allá del último congelamiento, la nafta cotiza en nuestros estaciones de servicio en función del interés de las petroleras, y ese insumo impacta en la cadena de comercialización. Hasta con la carne se observa un alza en el precio de los cortes cotidianos porque la referencia de los productores pasa por el negocio exportador a China. Conclusión, hoy nuestra góndola esta dolarizada. Por eso cada devaluación impacta con tanta fuerza en los insumos básicos de nuestra dieta”, detalla Letcher. A futuro Letcher recomienda recuperar políticas económicas que desdoblen el precio de los alimentos básicos y, en ese sentido, aconseja que el Estado amuralle una cuota de la producción, ya sea en trigo, en leche, o en carnes, para que pueda llegar a los consumidores a un precio accesible.
Nicolás Caporesi es dirigente de la CTEP Capital. Su testimonio es importante para vislumbrar los efectos de la insuficiencia alimentaria en el distrito más rico de la Argentina, una ciudad cuyo ingreso PBI per cápita es similar al que se da en un país europeo desarrollado. Caporesi cuenta a Diagonales que los habitantes de la zona sur de la ciudad de Buenos Aires son los más afectados en su bolsillo por el aumento en los precios de los alimentos. Específica que en barrios como Constitución, Barracas, la Boca o villas como Zabaleta y la 1 11 14 cada vez son más los vecinos que todos los días buscan un “rebusque” para poder pagar de su bolsillo elementos básicos e indispensables como la leche y el pan. “Los vendedores o manteros deambulan buscando una esquina donde no haya mucha policía para poder ganarse el mango. Lo que crece también es el cartoneo, antes esa actividad era más reducida, pero ahora aparece para muchos como una salida transitoria para zafar de la crisis”, describe Caporesi.
Por otro lado el referente de la organización social metropolitana advierte un hecho novedoso, impensado tiempo atrás, muchos trabajadores, precarizados o cuyo ingreso ha quedado vapuleado por la inflación, también concurren a los comedores comunitarios. Caporesi aclara que los niños y los adultos mayores siguen siendo las franjas etarias más vulnerables y las que más demandan la ayuda alimentaria pero, dado el tamaño de la recesión, otros actores sociales comienzan a necesitar el auxilio público para poder comer cuatro veces al día.
“La asistencia a los comedores que realizamos las organizaciones sociales se ha triplicado en el último año. Además, hubo un aumento muy grande en nuestro trabajo las últimas semanas tras la devaluación. Muchas personas se llevan la comida en tuppers para comer luego en su casa con sus familias. Eso se da en el caso de los nuevos asistentes que, muchas veces, sienten cierto pudor en asistir a los comedores. Es común que los jefes de familia manden a los más chicos al comedor a buscar la vianda. Voy a dar un ejemplo, en enero de este año en el barrio de Constitución se servían 800 raciones por día tres veces a la semana, hoy estamos casi en 2200 raciones y mucha gente que se queda sin comer. Por eso la necesidad de una respuesta urgente por parte de los gobiernos nacionales, provinciales y municipales”, detalla Nicolás Caporesi a Diagonales.