Si se trata de quemar todos los manuales de estilo “libertario”, con declaraciones altisonantes, acusaciones despiadadas contra las gestiones nacionales pasadas por pedir préstamos “inmorales” e impartir insultos por doquier ante cualquier aspecto de la cultura “woke”, parece que Javier Milei esta semana dio un paso más.

Con el nuevo empréstito de los Estados Unidos, Milei, sus funcionarios y las milicias digitales adeptas al Presidente se olvidaron de los principios fundantes de la doctrina “libertaria”: retrograda en lo cultural, conservadora en lo político y aperturista en lo económico. Todos los caminos de esta contradicción y redención apuntan a un hombre: el secretario del Tesoro Scott Bessent.

No hay otra forma de explicar que ahora sea alabado un hombre gay de 75 años, casado y con hijos por vientre alquilado, que además es firme defensor del matrimonio igualitario y tiene debilidad por la realeza.

Los “libertarios” tampoco le hubieran perdonado a Bessent que hubiera sido, en algún tiempo de su vida, firme partidario del ala demócrata, y que les hubiera donado dinero a destacados referentes de ese espacio como Hillary Clinton, John Kerry y Barack Obama. De hecho, en el año 2000, organizó una recaudación de fondos para Al Gore, que perdería contra el republicando George Bush (hijo), en la casa del exvicepresidente en Hamptons.

Con el transcurso de los años, su visión política giró hacia la derecha. No solo con algunas críticas hacia algunos referentes del Movimiento LGTBQ.

Para entonces, Bessent ya se había cambiado de lado del mostrador y se había transformado en un gran donante de candidatos republicanos. De acuerdo al resumen de sus donaciones, le aportó unos 15 millones de dólares a causas políticas, de los cuales solo 300.000 fueron a demócratas. Como hecho más reciente, donó un millón de dólares a la investidura de Trump en su primera presidencia en el año 2016.

Estas son solo algunas características que forman parte de la excéntrica biografía del secretario del Tesoro Scott Bessent, hombre que ya era conocido en Wall Street, y que ahora forma parte del entorno de absoluta confianza del presidente estadunidense Donald Trump.

Hace algunas horas, tras el encuentro entre Milei y el líder republicano, Bessent afirmó que ambas naciones tramitarán un swap por 20 mil millones de dólares, en un préstamo condicionará a las generaciones futuras, cosa que el Milei pre-presidente detestaría.

Este histórico agente financiero tiene un rol destacado en el equipo comercial de la administración norteamericana. Al frente de la agenda económica republicana tiene la misión de reducir impuestos, recortar regulaciones federales e implementar la mundialmente conocida medida de impartir aranceles generalizados hacia propios y extraños.

Además, gestiona la participación de EE. UU en instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, donde esta nación tiene un papel predominante.

Más allá del cargo formal y las tareas que forman parte de su agenda, Bessent oficia de operador ante la comunidad internacional y el mundo financiero para garantizar la articulación de las políticas comerciales de Trump, que oscila entre el péndulo nacionalista y los frenos “pro mercado”. En esta faceta, Bessent procura un lenguaje más afín al de los grandes fondos de inversión mundiales.

A pesar de la centralidad de Bessent en el gobierno estadounidense, este fundador del fondo Key Square Group, es un economista atípico dentro del trumpismo. Pero es un actor clave para pilotear la turbulenta guerra comercial de Trump contra China y Europa.

Su centralidad quedó expuesta en uno de los momentos más tensos de la relación de Washington con Pekín. Fue él quien de la Casa Blanca para explicar el abrupto giro de Trump, minutos después de que el presidente norteamericano anunciara una pausa de 90 días en su plan arancelario que había desatado el pánico mundial en los mercados.

Si bien en público defiende la política arancelaria que Trump imprimió al comienzo de su segunda gestión, se mantiene proclive a abrir vías de negociación con los países, y, al menos de manera temporal, pudo imponer su línea de “paz arancelaria”.

Pragmático y aperturista, realiza esta misma tarea de “traductor” con la Argentina, manteniéndose como nexo entre el poder político norteamericano y la incertidumbre de los inversores globales sobre un escenario de default que asomaba en el horizonte.

De hecho, este tecnócrata financiero es el funcionario de mayor rango del gobierno republicano que ya pisó Buenos Aires. Lo hizo en abril de este año cuando la hoja de ruta cambiaria volaba por los aires y cuando el Poder Ejecutivo cerraba el acuerdo de préstamo por 20 mil millones con el FMI.

De excelente relación con el actual ministro de Economía Luis “Toto” Caputo, pero también de otros funcionarios como Santiago Bausili, José Luis Daza y Demian Reidel, todos de pasado en el JP Morgan, en aquella visita reafirmó el “pleno apoyo de Estados Unidos a las audaces reformas económicas” de Milei, consolidando un vínculo personal con el presidente argentino, con quien comparte la visión ideológica.

Lo hizo en medio de la sangría de dólares, con una corrida hacia la divisa y un pedido de auxilio del gobierno argentino al FMI para que llegara un salvataje por 20 mil millones de dólares. Esto determinó el fin del esquema cambiario de la “tablita” para pasar a las bandas de flotación.

Tras ese encuentro con Milei en la Casa Rosada, Bessent se había encargado de aclarar que Estados Unidos no evaluaba una línea de financiamiento directo para la Argentina.

Durante ese viaje, que desató la algarabía en las redes sociales “libertarias”, también hizo miramientos sobre la relación financiera de Buenos Aires con China, por la que se mantiene vigente un swap financiero de 18 mil millones de dólares.

Además, había confirmado que la suba del 10% en los aranceles de Washington a las exportaciones argentinas, que todavía se mantienen en ese porcentaje, sería materia de discusión bilateral.

X de Piti

DE DESTRUCTOR A SALVADOR DE BANCOS CENTRALES

El actual titular del Tesoro norteamericano se crió en un pueblo pesquero de Carolina del Sur. Bessent estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Yale, y tiene una historia familiar signada por las dificultades financieras, entre las que figuran dos bancarrotas de su padre, que era promotor inmobiliario, en 1969 y 1979, repsectivamente—, un promotor inmobiliario. También debió afrontar la muerte en 2022 de su hermana menor, Wyn Nicole Bessent, que trabajaba como defensora pública.

A pesar de su especialización, trabajó desde muy joven en otro ámbito: en el mundo de las finanzas. Obtuvo una pasantía con Jim Rogers, un inversionista y socio de negocios del filántropo liberal y multimillonario George Soros, un empresario húngaro judío que escapo del Holocausto y construyó su imperio.

En la década neoliberal de 1990, trabajó como socio en Soros Fund Management, y fue una de las figuras que ganó notoriedad global cuando este fondo apostó en contra de la libra esterlina, lo que generó ganancias por mil millones de dólares.

En 1992 Inglaterra planteaba su ingreso a la zona euro, algo que venía rechazando, y para esto estableció un sistema de bandas de flotación entre la libra esterlina y el marco alemán para entrar al euro.

El Soros Fund Management, que ya tenía a Bessent como joven colaborador en el fondo de inversión, comenzó con acciones de “venta en corto”.

Se trata de una estrategia financiera en la que este fondo inversor tomó prestados activos, para luego venderlos en el mercado, a la espera de que su precio bajara y poder recomprarlas más tarde a un menor valor.

Con ese apalancamiento para juntar enormes sumas de capital, consiguieron que el Banco de Inglaterra, autoridad monetaria central del Reino Unido, subiera las tasas de interés.

Cuando las autoridades se dieron cuenta de que, por más tasa que se pagara, los fondos iban a continuar su estampida hacia el marco alemán, tuvieron que devaluar.

Desde entonces, y tras el famoso “Miércoles Negro”, Soros (y Bessent) se hicieron famosos por “doblarse el brazo” al Banco de Inglaterra y este fondo se quedó con 1000 millones de dólares.  Después de fundar su propio fondo, Bessent regresó en 2011 como jefe de inversiones de Soros.

En esta historia que tiene como protagonista estelar a Bessent existía una “banda de flotación” entre dos monedas (la libra esterlina y el marco alemán). Esto tiene similitud con el esquema actual argentino entre el dólar y el peso, que en ese momento el Banco de Inglaterra no pudo defender.

Ahora Bessent, lejos de su pasado como agente de las más altas esferas de las finanzas mundiales, lo que hizo con la gestión de este swap por 20.000 millones de dólares fue salvar al Banco Central y al gobierno para que “no le tuerzan el brazo”.

Le permitió al Gobierno llegar con la posibilidad de mantener el esquema de bandas, según se rumorea, hasta después de octubre. Y, en caso de una elección en la que salga airoso, estos fondos le permitirán pilotar el frente financiero con un hipotético esquema de libre flotación.

Cosas que se puede permitir un Gobierno pragmático, que quema sus manuales sagrados, ante la billetera abultada de uno de sus pocos socios mundiales. En una relación de sometimiento inédita en la historia argentina.