Mordió la lona el 12 de septiembre, y mientras el conteo se acercaba a diez en la esquina rival se apuraron a festejar el Knock Out. Pero como peso pesado curtido en mil combates, el peronismo se puso de pie en los dos meses que pasaron y terminó llevando la pelea a las tarjetas, que fallaron divididas. Algunas dieron ganadora a la oposición, otras un empate que fue todo lo que el Gobierno necesitaba para respirar y hasta animarse a festejar. Los flashes y las cámaras se quedaron con el estoicismo del gran campeón casi abatido que volvió de la derrota para dejar una imagen de entereza y dientes apretados para lo que viene. El retador, olvidado, aún reclama que le reconozcan su triunfo.

A casi una semana del domingo electoral, la noticia sigue siendo la increíble eficacia del Frente de Todos para instalar un clima de triunfo y relanzamiento de Gobierno a partir de una derrota que, si bien se redujo significativamente en territorio bonaerense, no deja de ser contundente a nivel nacional donde Juntos por el Cambio se impuso en la gran mayoría de las provincias. La espontaneidad, la naturalidad y la efusividad con la que se festejó en el búnker del frente de todos logró un golpe de efecto  que continuó en los días subsiguientes desorientando a la oposición política y sus medios de comunicación afines, a la par que inyectó el suero de la esperanza en la militancia peronista que volvió a creer. Los movimientos y las declaraciones a ambos lados de la grieta durante la semana que termina ofrecen sobrados ejemplos.

Semana de resurrección

Tal vez el minuto cero de esta jugada a dos bandas del oficialismo haya sido el mensaje presidencial que se emitió el domingo pasado alrededor de las 10 de la noche, con los primeros resultados ya sobre la mesa. En un mismo movimiento, el Presidente mostró relanzamiento con el anuncio del envío al Congreso de un plan económico plurianual y de acuerdo con el FMI, mostró unidad al afirmar que había sido consensuado con CFK y Massa, y le bajó el precio a la victoria opositora copándole las pantallas a Rodríguez Larreta, que a esa misma hora brindaba en Costa Salguero su discurso triunfal con mucho menos rating del que hubiera esperado. El mensaje de Alberto Fernández ya estaba grabado de antes, y si la jugada de tapar a Larreta y coparle la agenda a la oposición fue planificada o salió en parte de casualidad es un misterio, pero el impacto fue el de una primera ficha de dominó que voltea a la siguiente y desata una reacción en cadena. Con la certeza de los resultados finales, minutos después la primera plana oficialista redobló la apuesta y subió el tono sobre el escenario del búnker de Chacarita, donde se habló de nueva etapa de Gobierno y el propio Presidente llamó a llenar la plaza de Mayo el miércoles 17 para “festejar el triunfo”.

El golpe estaba dado y a partir del lunes el oficialismo se movió como si hubiera salido triunfador de los comicios, mientras que en la oposición comenzaron a volar los dardos cruzados y las acusaciones por un resultado que no fue el esperado. En la CABA se le reclama a Vidal no haber hecho el suficiente trabajo mediático y territorial, y se lee el 47% que obtuvo como un piso más que como un techo. La principal voz que se alzó en este sentido fue la de Patricia Bullrich, quien explicitó que esperaban un resultado más contundente, todavía con la sangre en el ojo por tener que haberse bajado de su candidatura para garantizar la unidad del espacio bajo la estrategia general de Rodríguez Larreta. Del otro lado de la General Paz, incluso con la victoria ante un peronismo unido, la distancia de menos de un punto y medio tuvo sabor a muy poco tras la altísima vara que la propia oposición se puso tras las PASO. Quién salió a hacerse eco de esa situación fue el radicalismo, a través de su prominente figura, Facundo Manes, quién afirmó que “la coalición que existió entre 2015 y 2019 no existe más”, y que “el radicalismo luchará por liderar”. Las chicanas cruzadas y el desfile permanente de sus referentes por medios afines teniendo que explicar que en realidad ganaron y que el Gobierno no reconoce la realidad son evidencia de cuán hondo caló la remontada peronista en la oposición.

Semana de resurrección

DE LAS INTERNAS A LOS NUEVOS MECANISMOS PARA LA UNIDAD

Alberto Fernández, por su parte, se enfocó en la muestra de fuerza planificada para el día de la militancia, que se pensó en un tono defensivo y terminó siendo un paso de avanzada. La convocatoria original, surgida de la CGT con su nueva conducción y los movimientos sociales y organizaciones políticas más cercanos al Presidente que a La Cámpora, fue pensada como un respaldo a Alberto Fernández ante los eventuales embates que pudiera sufrir, tanto desde adentro como desde afuera del FdT, si la derrota de las PASO se consolidaba o incluso se profundizaba. Pero como los resultados ordenan, el clima que la derrota heroica logró instalar se trasladó también al acto que pasó de ser un intento de supervivencia a un relanzamiento del Gobierno.

La Cámpora, que inicialmente no se había plegado a la convocatoria, terminó adhiriendo y haciéndose presente con sus máximos referentes en la marcha. Si bien es cierto que marcaron cierta distancia al convocar en Corrientes y 9 de Julio, unas cuadras afuera de Plaza de Mayo, y que su columna no terminó de ingresar a la plaza para escuchar al Presidente, la foto que quedó fue la de un oficialismo unido que recuperó la calle y la mística en una jornada que lo envalentonó para lo que viene.

Semana de resurrección

No sólo la movilización y la plaza llena fueron un contundente mensaje de respaldo, fortaleza y unidad. También la organización del acto y el discurso del Presidente fueron acordados por todos los sectores del FdT, en un acercamiento de posiciones entre el cristinismo y el albertismo. Los principales ejes planteados por Alberto Fernández desde el atril y como único orador del acto, contaron con el consenso de la coalición y apuntaron hacia un mejor ordenamiento del espacio que permita tramitar las diferencias que existen y ya nadie niega de una forma más armónica y que hasta pueda fortalecer al frente.

En ese sentido, los planteos de la institucionalización del Frente de Todos ya no como una coalición de sectores sino como un espacio orgánico en sí mismo, con autoridades y mecanismo de debate y decisión, y la apertura a las internas para las PASO del 2023 pueden leerse como una incipiente maduración de la relación política al interior del oficialismo. La conciencia de la unidad como factor tanto de supervivencia como de fortaleza parece comenzar a traducirse en un camino hacia redefinición del frente, donde los equilibrios de poder entre se los actores que lo componen transiten por sendas más claras y nadie tenga que patear ningún tablero para construir acuerdos. De las tensiones post PASO a esto, un abismo de diferencia que podrá resultar en un importante crecimiento para el oficialismo si logra conciliar nuevos mecanismos para sostener la unidad y definir el rumbo, clave a seguir para analizar las decisiones difíciles que se vienen por delante.

Semana de resurrección

KICILLOF E INTENDENTES

En la Provincia también se salió jugando del resultado del domingo. Luego de los cambios de gabinete y la inclusión de Intendentes en el Ejecutivo provincial, algo que costó aceptar dentro del kicillofismo pero que se aceitó y puso en funcionamiento de inmediato, el éxito de la estrategia de territorialización es un saldo indiscutible. El Gobierno provincial se reestructuró y activó a pleno la maquinaria peronista con un resultado que el propio Gobernador se encargó de destacar como el rumbo a seguir: “escuchamos el resultado de las PASO, cambiamos y obtuvimos un resultado mucho mejor. Por ese camino vamos a seguir” dijo el domingo pasado desde el escenario del búnker.

Este lunes, tras la derrota victoriosa, Kicillof reunió a su gabinete y pidió un plan de trabajo para cada área con el foco puesto en acelerar la gestión, que los resultados lleguen rápidamente a los territorios. Algo de eso quizás fue lo que faltó, y el cambio de estrategia post PASO parece haber indicado que ese es el camino.

Semana de resurrección

Por lo pronto no habría nuevos cambios en el gabinete, algo que se especulaba como una posibilidad en las semanas previas. Sergio Berni, que había puesto en suspenso su continuidad, finalmente seguirá en su cargo, en parte satisfecho porque se haya comenzado a hablar de habilitar internas. El Ministro de Seguridad bonaerense fue una de las voces más críticas a la decisión de las listas únicas, y generó mucho ruido hasta que finalmente bajo la propia en la Segunda Sección electoral, con un fuerte cruce con Máximo Kirchner de por medio. Hoy esa tensión parece haberse distendido, y la relación con Kicillof es de mutuo y profundo respaldo, por lo que el Gobierno provincial no tendrá el problema de tener que buscarle reemplazante a una figura tan polémica como efectista para el oficialismo. Por otro lado, sigue latente la posibilidad de la creación de un Ministerio de Medio Ambiente bonaerense, así como también darle rango ministerial a la Subsecretaría de Cultura, hoy dentro del Ministerio de Producción, Ciencia e Innovación Tecnológica que conduce Augusto Costa.

Kicillof insiste en una idea que puede dar cuenta de su proyección a futuro. “Necesitamos seis años de recuperación” afirmó en distintas entrevistas, dejando entrever que imagina una reelección. Con los dos años de crisis por la pandemia, los seis de crecimiento que el Gobernador imagina y proyecta serían los dos que aún le quedan por delante más los cuatro de un eventual segundo mandato. En esa línea va el relanzamiento de la gestión que ya está en marcha, que además contará con la ventaja de haber recuperado el control del Senado provincial al empatar en 23 bancas con Juntos. Ante cualquier votación empatada, la definición estará en manos de Verónica Magario, que también cobrará mayor relevancia pública en lo que viene. Ahora el desafío del oficialismo en la Cámara Baja pasará por juntar el quórum, para lo cual deberá contar con un voto o una ausencia de algún Senador de Juntos.

Semana de resurrección

Por su parte, los grandes ganadores del domingo también tuvieron su semana triunfal. Reconocidos por todo el frente, Intendentes del conurbano que traccionaron los votos en sus territorios para la remontada, avanzaron en términos políticos en una cuestión clave que hasta ahora estaba en un segundo plano: la modificación de la Ley que impide las reelecciones tras dos mandatos cumplidos.

El miércoles por la noche, después del acto por el día de la militancia, el Presidente agasajó con un asado en la residencia de Olivos a más de 30 Intendentes de la Primera y Tercera Sección electoral con el objeto de felicitarlos y agradecerles por el arduo trabajo que permitió la remontada desde sus territorios. Junto a Alberto Fernández estuvieron también el Gobernador Kicillof, Martín Insaurralde, Juan Manzur, Sergio Massa y los Ministros Gabriel Katopodis, Juan Zabaleta, Jorge Ferraresi, Santiago Cafiero y Eduardo “Wado” de Pedro. En el encuentro se discutió la política de la segunda etapa de gobierno que comienza, la nueva forma que debe adoptar el Frente de Todos para eso y los jefes comunales metieron el tema de las reelecciones.

Actualmente, 95 Intendentes de la provincia estarían inhabilitados para presentarse a elecciones en sus distritos en 2023, vetados por la Ley que en 2016 sancionó la gestión Vidal y que limita a dos mandatos consecutivos. Tanto Alberto Fernández como Kicillof ya se habían pronunciado anteriormente a favor de rediscutir el tema, y el miércoles el Presidente volvió a mostrarse abierto ante el planteo de los jefes comunales. El escollo para los Intendentes está en otra de las patas del FdT. Sergio Massa fue el principal apoyo de Vidal para sancionar la Ley que limita las reelecciones, y ratificó su posición en más de una oportunidad y hace poco tiempo. Habrá que ver cómo se salda esta cuestión, y una de las posibilidades que aparece en el horizonte es considerar el período 2019-2023 como el primero a contabilizar, ya que la Ley recién fue reglamentada en 2019.

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EL ACUERDO CON EL FONDO, LA GRAN INCÓGNITA

Pero no todo es color de rosas en el oficialismo renacido. Hay una piedra en el camino, que más que piedra es una montaña. Se trata de la negociación con el FMI, que necesariamente debe avanzar meteóricamente ya que en marzo llega un primer vencimiento por 4.000 millones de dólares, sumados a otros 2.000 millones con el Club de París que están atados a un eventual acuerdo con el FMI. En este sentido es que Alberto Fernández anunció el envío a principios de diciembre de un proyecto de ley al Congreso que explicite un plan económico plurianual que contemple lo acordado con el Fondo, para que sea refrendado por las distintas fuerzas políticas. Y aquí es donde aparecen los signos de pregunta y los puntos suspensivos.

El kirchnerismo dejó trascender a algunos medios de comunicación que el acuerdo dentro del oficialismo no es sobre la totalidad del contenido de ese proyecto y del plan económico, sino sobre su envío al Congreso para una discusión abierta del mismo de cara a la sociedad. En otras palabras, es posible que dentro del propio oficialismo terminen existiendo diferencias e intentos de modificación del proyecto cuando sea discutido en el parlamento, y la duda que surge es cuán profundas pueden ser esas diferencias y cuánto ruido harán en la unidad del frente.

Semana de resurrección

Este viernes, el hombre central en la negociación con el Fondo y uno de los apuntados por el kirchnerismo tras la derrota en las PASO, el Ministro de Economía Martín Guzmán, brindó una extensa entrevista en Radio con Vos en la que dejó definiciones importantes sobre el tema. Dijo que el año que viene se implementará una segmentación de tarifas, un tema por el que hubo fuertes cruces con el kirchnerismo este año. Volvió a sostener que no habrá devaluación ni ajuste, y que la obra pública aumentará su participación en el presupuesto del año que viene, punto cuestionado por el FMI en las negociaciones. También declaró que se están negociando los parámetros de una reducción paulatina del déficit fiscal, principal aspecto donde puede llegar a haber diferencias con el kirchnerismo, y que todo el FdT está alineado tras un acuerdo sustentable con el Fondo. Expresó que tiene un contacto fluido con CFK, y que se mantendrá firme en la defensa de los intereses de la Argentina: “al que le dé miedo, no está para esto”.

Por último, el Ministro aclaró que el proyecto recién se enviará al Congreso cuando esté acordado con el Fondo, y no al revés como se especuló en un primer momento tras el mensaje de Alberto Fernández del domingo. Habrá que esperar hasta entonces para ver cuánto hay de realidad y cuánto de deseo en las apreciaciones de Guzmán y de Alberto Fernández sobre el acuerdo interno en relación al principal tema de la agenda política y económica del país.

Termina una semana en la que oficialismo consolidó el cambio de clima que se expresó el domingo tras la levantada bonaerense y que aprovechó para avanzar en definiciones importantes para los dos años de mandate que le quedan por delante. Muestras de unidad, recuperación de la mística y la esperanza militante, y la apertura a discusiones necesarias para redefinir el funcionamiento del frente sin que se esté siempre en la sensación de contornear posibles rupturas. Pocas veces una derrota electoral habrá sido tan productiva para un gobierno. Pero la espuma bajará y el Frente de Todos tendrá que conseguir alinearse tras un mismo rumbo y la manera de discutirlo para no volver a quedar preso de los errores propios que lo encorsetaron en esta primera etapa. “Ahora sí: vamos a avanzar con toda la fuerza de la unidad” reza el comunicado del peronismo del miércoles pasado, cuyas primeras cinco firmas corresponden a la CGT, la CTA, el Movimiento Evita, La Cámpora y el Frente Renovador. Se apuraron a decretarle el KO, pero el Gobierno está de pie para la pelea por el 2023.