Como los días de lluvia torrencial en los que ocasionalmente valía faltar a la escuela, la oposición se quedó en la cama un rato más durante las dos semanas post electorales, tapada hasta la nariz y maratoneando con la novela de la interna oficialista. El inesperado triunfo en las primarias y la crisis que desató en el Gobierno le dieron la siempre bienvenida oportunidad de sumar puntos desde la inacción, siguiendo la máxima napoleónica de no interrumpir a un enemigo cuando se equivoca. Pero el cielo escampó en el oficialismo, que se puso las botas y salió al barro con sus heridas a cuestas tras la recuperación heroica, y a Juntos le llegó el desafío de responder con política al lugar en el que lo colocó el voto popular.

A poco más de 40 días de las generales, la oposición comenzó esta semana a redefinir su discurso en pos de consolidar una victoria de la cual no debería fiarse. La heterogeneidad del voto castigo al Gobierno podría ser mal leída si se la interpreta, como hicieron algunos de los principales referentes opositores, como una “segunda oportunidad” o una renovación de la confianza en el frente político que dejó al país en crisis hace tan solo dos años. Por eso, los primeros atisbos de esta nueva etapa de la campaña parecen mostrar una estrategia más enfocada en retener lo propio que en ampliar, con la jugada discursiva de ir por la presidencia en Diputados como ejemplo más acabado. Ya no es tiempo de palomas, la lectura pareciera ser que hay que golpear más fuerte, y desde allí se explican los movimientos de los últimos días, que incluyeron reapariciones cuanto menos impensadas.

Semana política volumen 2, Juntos: los resucitados PRO y el fin de las palomas

CONSEJOS ECONÓMICOS DESDE EL MÁS ALLÁ

Tanto aire siente la oposición en sus pulmones, que hasta quienes habían pasado a mejor vida en términos políticos por sus rotundos fracasos de gestión volvieron a sentirse habilitados a opinar y hasta a sugerir. Lo más estruendoso fue el tándem económico macrista que salió a dar su mirada sobre el rumbo del país en esa materia. Quizás el más relevante de estos últimos días por el peso de sus planteos fue el ex ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

El economista que fuera responsable del crédito contraído con el FMI en 2018, reapareció tras largos años de silencio con una entrevista en Clarín el fin de semana pasado. Sus definiciones escandalizaron a un lado de la grieta, y del otro generaron un silencio ensordecedor asimilable a un “no aclares que oscurece”. Dujovne dijo que en su opinión el programa con el FMI sí funcionó, y que “decir que el programa no funcionó porque lo mataron cuando empezaba a funcionar es epistemológicamente incorrecto”. Además criticó al Gobierno por no haber llegado aún a un acuerdo “hace dos años que damos vuelta con el FMI para negociar. ¿Por qué no terminar de cerrar una negociación que le de credibilidad al Gobierno en materia de su programa monetario y fiscal?”. En la misma línea afirmó que “el foco tiene que estar en recuperar la credibilidad de la política económica”, pareciendo desentenderse de haber sido la máxima autoridad económica del país durante todo 2017, año en que justamente la política económica del macrismo perdió todo el respaldo del mercado financiero internacional, lo cual precipitó la crisis en 2018.

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El ex ministro que llevó la inflación al 48% en 2018, y que ejerció su cargo hasta agosto de 2019, año que terminó con un alza del 54% en el índice de precios, también se sintió calificado para opinar en esa materia. “Hoy la Argentina financia todo su déficit con emisión monetaria (...) El riesgo de que la política fiscal agrave la situación inflacionaria está muy cerca” dijo, para rematar con un “Seguramente la inflación 2022 sea más alta a la de 2021”.

Otro ex ministro de Hacienda que estuvo en agenda por declaraciones similares fue Alfonso Prat-Gay. El responsable de la salida indiscriminada de los controles cambiarios en 2016 que decantaron en una inflación del 40% ese año, ni siquiera contenida por el alto volumen de deuda que se contrajo con acreedores privados, opinó que la administración actual se está llevando puesto al Banco Central. “Es la estrategia de siempre del kirchnerismo. Sobre todo la de la vicepresidente Cristina Fernández de Kirchner: donde ven una caja se la llevan puesta como si no tuviera consecuencias” afirmó en una entrevista con LN+.

En la misma sintonía opinó el último ministro de Economía del macrismo, Hernán Lacunza, quién le dijo a Todo Noticias que “El gobierno siempre se gasta todo lo que tiene pero ahora está gastando por adelantado. Quieren revertir la elección sin preguntar de dónde sale el dinero”. Lacunza afirmó que el Gobierno no necesita volantazos sino un programa económico, y también se metió en la relación con el Fondo: “El FMI está resignado con que Argentina no va a hacer reformas. Nos llovieron 12 mil millones de dólares inesperados pero terminamos el año peor”. El ministro de las metáforas hizo gala de su habilidad discursiva, como en 2019 cuando sacó de la galera el término reperfilamiento para ponerle un nombre menos escandaloso al default en el que cayó la Argentina durante su gestión.

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El concierto de consejos económicos por parte de choferes que chocaron la calesita incluyó al ex presidente del Banco Central macrista, Federico Sturzenegger. En una durísima columna de opinión publicada el fin de semana pasado en Perfil, en la que calificó de “plan maquiavélico” a las restricciones del Gobierno para frenar el avance del COVID, el ex funcionario ensayó una argumentación un tanto enredada para explicar por qué el aumento del gasto público que comienza a implementarse “tampoco funcionará”. “¿Tendría la movida al menos un efecto redistributivo? Seguramente no. Porque si el financiamiento es con emisión, quiere decir que los recursos se recaudarán con inflación” disparó, para concluir que “simplemente implicará gastar más para darles a algunas personas sacándoles primordialmente a los que menos tienen con inflación”. Para ejemplificar lo de “planes que no funcionan”, Sturzenegger bien podría usar el Megacanje del 2001 o la bomba de las Lebacs y la tasa de interés por encima del 80% en los primeros años macristas, ambos de su autoría.

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ASESORÍA CON ÉXITO ASEGURADO, O LE DEVOLVEMOS SU DINERO

Los resucitados PRO de los últimos días no vinieron solo del campo de la economía. Dos figuras centrales del núcleo político de Mauricio Macri volvieron a estar sobre la mesa a partir de declaraciones y su participación en la campaña que se viene. Se trata de del consultor Durán Barba, y el ex jefe de gabinete Marcos Peña.

El ecuatoriano participó de un encuentro virtual con estudiantes de periodismo organizado por Perfil, y allí se despachó con su mirada sobre el momento del país y del Gobierno, criticó los cambios de gabinete y hasta habló del síndrome de hubris en relación a CFK. Ante la pregunta de qué consejo le daría al Presidente si fuera su asesor, respondió: “Es clarísima la sugerencia, pero difícil: que sea presidente. Es un caso muy raro este, de alguien que es presidente y acepta ser vocero de la vicepresidenta”.  

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Durán Barba evitó referirse específicamente a los errores cometidos por el macrismo, pero dejó en claro cuál es su lectura del por qué perdieron las elecciones. “En Argentina tenemos una enorme red económica, poderosísima, que tiene el negocio de la pobreza” afirmó, identificando al sindicalismo y los movimientos sociales como sus responsables, para luego sentenciar que esa red que obstaculizó el gobierno macrista hoy no hace lo mismo con el FdT: “No se juzga de la misma manera a quien es peronista y a quien no es peronista”. Explicación que suena simplista, superficial y, sobre todo, falta de autocrítica.

Por su parte, el “monje negro” del macrismo no fue noticia por sus dichos, sino por haberse sumado como asesor externo a la campaña de María Eugenia Vidal en la CABA. Peña venía manteniendo conversaciones informales con Larreta, pero esta semana se difundió su incorporación como un hecho consumado. En el entorno de Vidal resaltan el carácter de “externo”, marcando diferencias que aún subsisten con quien fuera el principal soldado de Macri y el apuntado número uno por los errores políticos que condujeron a la derrota. Al parecer Peña tendrá voz pero no voto en las decisiones de campaña.

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Señalados como los máximos responsables de que Macri se cerrara políticamente sobre sí mismo, limitando el volumen político de Juntos por el Cambio en tanto coalición, hoy Durán Barba y Marcos Peña aprovechan la primavera de las PASO para volver a escena. Si Juntos obtendrá un rédito político de este tipo de reapariciones o si funcionarán como un ancla, es una pregunta para hacerle a las urnas el 14-N.

PALOMAS MODO BULLDOG

Están quienes afirman que el comandante del ejército de trolls ya hizo un primer aporte a la campaña porteña, que se concretó en el recrudecimiento de María Eugenia Vidal con su planteo de ir por la presidencia en Diputados. “Esta legislativa es mucho más grande de lo que imaginábamos. Para nosotros estos comicios eran un freno, un BASTA. Eso ya pasó el 12 de septiembre. Ahora la oportunidad es frenar el quórum en ambas cámaras y tener la presidencia de la Cámara de Diputados. Eso hace la diferencia y ninguna otra fuerza política lo puede lograr en el Congreso” afirmó esta semana la ex gobernadora que saltó la General Paz de vuelta a su cuna política.

Este es hoy el principal debate en la coalición opositora, que de repetirse los resultados de las primarias en noviembre se constituiría en la primera minoría en la cámara baja. La jugada tiene pros y contras, es arriesgada en términos políticos y ya conformó bandos internos que se inclinan por empujarla o resistirla. El beneficio, si los números le dieran, sería el evidente debilitamiento del Gobierno de cara a sus dos últimos años de gestión, y la posibilidad de fortalecer una alternativa para las presidenciales desde un resorte central del Estado.

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La contracara es que oposición y oficialismo entrarían en una especie de cogobierno que podría cargar responsabilidades sobre los errores de gestión en quienes hoy los miran de afuera y los critican sin costo alguno. Además, la avanzada implicaría la ruptura de un código político no escrito que establece que la presidencia en Diputados le corresponde al partido gobernante, por ser el tercer escalón en la línea de sucesión presidencial. Un paso más en la profundización de la grieta, de consecuencias institucionales difíciles de predecir.

La primera en impulsar la idea fue Elisa Carrió, y del lado del PRO, junto a Vidal, también apoya Patricia Bullrich. Del otro se para gran parte del radicalismo, siempre un tanto más apegado a los códigos políticos que sus socios mayoritarios, pero también referentes del PRO como Cristian Ritondo, o peronistas como Emilio Monzó. Justamente Monzó fue el principal beneficiario de que el peronismo respetara ese código y no le disputara la presidencia a pesar de ser la primera minoría en Diputados cuando Cambiemos asumió en 2015.

Existe, además una disputa interna por el liderazgo del interbloque opositor, hoy en manos de Mario Negri (UCR), y de los bloques partidarios de la UCR y el PRO. Lousteau aspira a desplazar a Negri y colocar un alfil suyo en la conducción de los Diputados Radicales, y Patricia Bullrich pretende lo mismo para el bloque PRO, en detrimento de Ritondo. La ex ministra de seguridad, herida en la discusión por las candidaturas, hoy quiere facturar lo que interpreta como un triunfo ideológico en las PASO, la victoria del discurso endurecido, y quiere un representante de esa línea al frente del bloque.

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Larreta y Santilli esquivaron el bulto. El Jefe de Gobierno prefirió mostrarse con Bill Clinton, en una foto que el periodista Jorge Asís afirmó que pudo costarle U$S 200.000, y focalizarse en una campaña para conseguir fiscales. El “Colo” recorre municipios bonaerenses sin que sus movimientos tengan mucha repercusión mediática. Su estrategia difiere de la de Vidal por el voto que disputa, y con los Intendentes peronistas lanzados al territorio Santilli no puede enroscarse en la discusión interna.

Pero en ese silencio de las palomas termina por inclinar a toda la coalición al modo halcón, o quizás bulldog. Está claro que la movida de Vidal apunta a retener los votos de López Murphy y hasta mostrarse como una alternativa interesante para algún votante de Milei. En el desagregado del voto de las PASO Vidal obtuvo un 33%, mientras que el bulldog y el libertario en conjunto sumaron 25%, 11% y 14% respectivamente. En esos números puede leerse que, más que una movida de avanzada real por parte de Juntos, la radicalización discursiva cobra más sentido si se la piensa como un intento conservador de retener del voto duro porteño.

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La pregunta es si se trata de una jugada puramente electoralista que se diluirá tras las generales, o si efectivamente la oposición pretende tensar hasta ese nivel la coexistencia institucional con el oficialismo. De mínima, las palomas arrancan la campaña con esa línea de la que que luego les será difícil correrse, mucho más si los resultados los acompañan. Es de esperar que la discusión avance y los principales referentes que no se subieron a ella tengan que tomar posición. Todo parece conducir a un mes y medio de campaña todavía más áspero que los anteriores.