“Mirá, Amado, acá sos el único que tiene votos propios así que vas a tener que hablar vos”. Juan Pablo Schiavi interrumpió “la visita” con su esposa y la nuestra con Boudou para acercarse a decirle al vicepresidente (MC) que correspondía que condujese él, en tanto autoridad máxima con lo único que vale en serio: el voto popular.

A Amado se le atragantó la emoción y a mí se me paralizó el tiempo. Estaba siendo protagonista de una escena única: se estaba creando en ese instante un acto de conmemoración por el 24 de marzo dentro del penal de máxima seguridad de Ezeiza con presos políticos en democracia. Inédito.

 Hay que hacer “algo”

Durante el viaje a Ezeiza lo habíamos pensado. Con Viviana estábamos yendo a visitar a Amado y nos sentíamos raras. Por primera vez en, no podría decir cuántos años cada una de nosotras, emprendía un 24 de marzo un camino en dirección contraria a la Plaza de Mayo. Y por eso en el auto balbuceamos la idea de que “algo” debíamos hacer durante la visita. ¿Pero qué es “algo” adentro de un penal de máxima seguridad? Yo imaginaba una especie de actito militante de un foquismo silvestre y bobo, como gritar en el minuto previo a irnos “30 mil compañeros detenidos desaparecidos Presentes”. Pegar el alarido y medio salir corriendo. En mi cabeza sonaba entre épico e infantil. Una especie de “piedra libre” pero entre barrotes. Una pavada. Pero una pavada linda. Porque “algo” había que hacer. ¿Pero qué? ¿Qué es “algo” entre rejas? ¿Qué es “algo” un 24 de marzo con presos detenidos ilegalmente y dentro de una cárcel? ¿Cómo se hace “algo”cuando si sale mal yo me voy pero a quienes quedan dentro se los puede castigar?

No quisimos pensarlo mucho. Porque es verdad eso que decía “El Seco”, el memorable personaje del grandioso Alejandro Urdapilleta en la serie Tumberos, de que “pensá, si pensás, salís”. Pero también es cierto que las que elucubrábamos de camino al penal éramos que estábamos e íbamos a volver a estar afuera. Y ellos, no.

Así que cuando Schiavi tomó la iniciativa y le dijo a Boudou que debía ser él quien condujera ese “algo” no sólo nos leyó la mente sino que nos liberó de la responsabilidad.

Varios, pero esa frase/propuesta del ex secretario de Transporte dejó en evidencia sobre todo dos hechos: por un lado, la importancia central que tiene la elección popular para quienes en serio respetamos y veneramos la política. No, no es lo mismo que te hayan votado que no. Para nosotros no hay nada por encima.  

En segundo lugar, que pese al ámbito en el cual la escena transcurría, más allá de las condiciones, de las vestimentas y las circunstancias, incluso ahí y en este momento, lo que más se respeta es el rango institucional que cada uno de los detenidos tuvo. Boudou y Schiavi (y el resto) son reclusos del régimen de Mauricio Macri. Puede ser. Pero más que eso, son un secretario de Estado y un vicepresidente de la Nación. Uno electo por el 54% de los argentinos y el otro nombrado como funcionario por una Presidenta de la Nación. Con eso no se jode. Es como un almirante o un general: el grado lo tienen con charreteras o en pijamas. Bueno, para los republicanos es lo mismo. Y en la cárcel parece que es más fuerte.

“Yo no estoy preso, estoy encerrado, que no es lo mismo”, repite Boudou. Se notó el domingo que no es un mantra sino un hecho.

Si pensás, salís: un 24 de marzo en el penal de máxima seguridad de Ezeiza

 Una nota que sale “tarde”

Una nota necesita, para serlo, información y contexto en que se publica. Si alguna de las dos variantes falla, renguea la nota. Desde ese estricto punto de vista puede decirse que esta es una nota que sale tarde. Debería haber sido publicada el mismo domingo 24. O el lunes. Y no después. Pero hay textos que necesitan macerar. Hay que dejarlos descansar para que puedan parir algo más.

De no haber sido así no hubiera sido posible lograr balance de “adentro” y de“afuera” de lo sucedido el domingo. El lunes a la noche Boudou volvió a llamar. “Pasó un ángel en lo que hicimos el domingo. Es muy fuerte ver a Gerardo(Ferreyra) revivir la prisión”, dijo con su temple y calma habitual desde el otro lado de la línea.

Amado aporta el aplomo y Mónica (su esposa y madre de los mellizos) el ronroneo y la dulzura en su modo mexicanísimo de hablar. Con ella también volvimos a hablar el lunes a la noche y sin quererlo hizo el más conmovedor balance: “Te oigo y quiero llorar de nuevo. No iba a ir a la Plaza. Estaba muy cansada y cuando supe que iban ustedes al penal, me dije ‘bueno, me quedo aquí con los niños’porque he andado muy movida. Y luego él me dijo ‘yo creo que deberías de ir porque la gente te ha acompañado y tú deberías de acompañarlos en la Plaza’.Ahí dije ‘sí, tiene razón’. Y agarré camino sola como él lo hacía millones de veces y yo lo retaba porque pensaba que iba a ser peligroso que fuera solo. Pues, como no había quedado con nadie, pues lo hice sola, como él, caminando sola con su foto colgada. Y ya ahí cuando me empezaron a reconocer por la foto,pues… que abrazo, que foto, que ‘Fuerza’, yo ya antes de arrancar iba llorando. La gente iba conmigo y todo muy lindo, tan amoroso. Y caminé con el Foro (por la democracia y por la libertad de los presos políticos) y las fotos de todos. Y luego por la noche me hablaron las esposas de todos para comentar lo que había pasado en el penal. Y que había sido tan emocionante. Así que sin planearlo cerró algo… Qué país es este al que me trajo el amor; es tan pasional, emocional, que te pasa como un rayo por el cuerpo”.

 Sangre en las venas de la política

La política es el mundo de la razón. No de “tener razón”, sino de vivir atormentados de sentido. Y para quienes no especulan y necesitan ser fuertes,mucho más. Las emociones son hermosas pero pueden ser traicioneras porque uno puede flaquear cuando no “debe”. 

Pero en este matrimonio que el macrismo ha creado de política y prisión no se puede vivir de cerebros así que hay que meterle amor. La mejor forma de definir lo que pasó el domingo es decir que vi pasar torrentes de sangre por las venas de la política. Como me dijo Lorena García “algo absolutamente privado (por el encierro) pero profundamente político” pasó.

 “Hoy no existe algo que pueda llamarse justicia”

Luego de que Schiavi tomara la iniciativa y Boudou se recuperara de la emoción, Viviana y yo –las que creíamos que debíamos hacer ese “algo” que estaba por pasar y muchos y muchas más que estaban en la visita tomamos impulso y empezamos a arengar para que pasara lo que iba a pasar. Sin ruidos, con los modos que requiere una cárcel y con las dudas de no saber cómo podía salir lo que se venía, los visitantes nos fuimos haciendo a un costado para armar un semicírculo alrededor de las mesas y sillas plásticas donde las familias y amigos se reúnen alrededor de “su” preso.

Los detenidos Boudou, Schiavi, Ferreyra, Nelson Periotti, Atanacio Pérez Osuna, Ricardo Jaime, Nelson Lazarte, José María Olazagasti, Rafael Llorens, Roberto Baratta, Claudio Cirigliano, Fabián De Sousa y Sandro Fergola se colocaron detrás de una de las mesas más cercanas a la pared y el ex vicepresidente de la Nación tomó la palabra. “No podemos comparar este gobierno con una dictadura genocida. Lo que sí podemos hacer es recordar que la dictadura fue militar pero sobre todo fue cívica y que los apellidos que dieron las órdenes en aquel entonces son los mismos que mandan hoy. También podemos decir que el sistema socioeconómico de hoy es igual de discriminador, que quiere la misma desigualdad y el mismo padecimiento de los que menos tienen”, sostuvo Boudou.

“Hoy no existe algo que podamos llamar justicia. Lo que tenemos hoy es un sistema de administración de leyes usado por un poder político. Nos tocó vivir este tiempo y estar acá. Pero estamos de pie y por eso vamos a decir aquí, como siempre 30 mil compañeros detenidos desaparecidos, presentes, hoy y siempre”.

Y nadie pudo terminar la última frase sin nudos en las gargantas y sin pañuelitos de papel para disimular la emoción en ese lugar en que –supuestamente- hay que ser más de hierro que los barrotes.

Los abrazos se hicieron acto y uno simbólico unió el penal de máxima seguridad de Ezeiza con los pañuelos blancos y ni Viviana ni yo, ni ninguno allí sintió que estuviésemos en una dirección contraria a la Plaza de Mayo.

Sentimos, nos emocionamos, nos abrazamos y pensamos. Pensamos mucho. Y, como ya sabemos, si pensás, salís. Así fue que, incluso estando adentro, ese domingo, salimos.