Ni la respuesta de Alberto Fernández a CFK, ni las declaraciones de Kulfas o Guzmán reafirmando el rumbo económico, ni las audiencias públicas por las tarifas, ni la inflación del 6% en abril. En una semana durísima para el Gobierno, nada de eso pudo evitar que Juntos por el Cambio también estuviera en el centro de la agenda por sus propias internas a cielo abierto, que a esta altura se multiplican y superan en número a las del peronismo. En pleno proceso de reacomodo interno, con fuertes disputas de liderazgos y precandidatos para todos los cargos taponándose entre sí, la coalición opositora no pudo sacarle el rédito político a las tensiones del Frente de Todos y sólo fue noticia por sus propios tironeos internos, que prometen seguir y profundizarse.

Por temas nacionales o de la Provincia, desde una cena con liberales o por Zoom desde EEUU, por candidaturas o posicionamientos políticos, la única imagen que dejó el macrismo esta semana es la de una fragmentación en la que cada quien juega su juego en función de sus aspiraciones personales. La frutilla del postre salió de la boca del propio ex presidente Macri y dejó expuesta la profundidad de las discusiones en las costas amarillas: “la unidad por la unidad misma no sirve”. A ese nivel se va reconfigurando la principal alternativa electoral al peronismo, con serias posibilidades de transformarse en gobierno en 2023 pero con un camino muy incierto aún por delante en el que caben todas las posibilidades.

Varios factores inciden en la falta de coincidencias de JxC, entre los cuales resaltan cuatro: el rol del ex presidente Macri, la disputa por derecha de Javier Milei, la multiplicidad de figuras candidateables y con aspiraciones, y las distintas líneas de la UCR. El primero de ellos quizás sea el que hoy por hoy más inestabilidad e incertidumbre aporta a la coalición y más le dificulta la toma de definiciones.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

LA PALANCA TODAVÍA ES DE MACRI

Macri renació de las cenizas tras el rotundo fracaso de su lógica de gobierno, y aunque muchos se apuraron a jubilarlo e intentan seguirle bloqueando una eventual candidatura, lo cierto es que el ex presidente juega cada vez más explícitamente como el líder que ordena el espacio opositor. El primer episodio semanal de la interna amarilla dejó eso bien en claro. El escenario fue la cena anual de la Fundación Libertad, y ante cientos de personalidades influyentes del país Macri ofició anfitrión y marcó el eje de la discusión en la que entraron también con sus exposiciones los otros dos presidenciables del PRO, Horacio Rodríguez Larreta y Patricia Bullrich.

“No siempre acompañar lo políticamente correcto, lo que suena bien y lo que evita los conflictos de crecimiento: hacer lo que hay que hacer” dijo Macri desde su lugar de centralidad en la velada, reafirmando la radicalización de su discurso que viene siendo la característica de cada una de sus últimas intervenciones. Con discursos de la Presidenta del PRO y del Jefe de Gobierno porteño como los otros platos fuertes de la noche, Macri expuso su posición sobre el lugar en el que debe pararse la coalición opositora frente al Gobierno del FDT para inclinar la balanza en la que ambos dirigentes tienen posiciones encontradas.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

El ex presidente se para como árbitro en esa disputa de ideas entre los dos precandidatos más claros que hoy tiene el espacio para las presidenciales del año que viene, sin dejar deslizar la posibilidad de ser él mismo quien pueda ocupar esa candidatura. Cerca de un hombre fuerte del PRO, hoy en la gestión porteña y de buena relación con Bullrich, le afirmaron a Diagonales algo de lo que ya nadie duda en JxC: “si Patricia y Horacio llegan en paridad al año que viene, el que decide quién se baja es Macri”.

Pero el ex presidente pretende incidir no solamente en la principal candidatura del 2023 sino en toda la orientación y el funcionamiento del espacio, tal como dejaron expuesto otros momentos de la semana. Uno de los más calientes tuvo que ver con la renuncia de Néstor Grindetti, Intendente de Lanús, a la vicepresidencia de la mesa bonaerense del PRO.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

Grindetti venía negociando con el oficialismo de Kicillof la reforma de la Caja de Jubilaciones del Banco Provincia. Vidal impuso durante su gestión una modificación que fue rechazada por los bancarios, y la actual administración bonaerense tiene un proyecto para reformarla que se venía trabajando con la oposición, con Grindetti como principal interlocutor. Pero Macri bajó esta semana la orden de no tocar en absoluto la reforma de Vidal, desautorizando los diálogos del Intendente de Lanús con el Gobierno bonaerense. El resultado fue el portazo de Grindetti, que aún es muy temprano para evaluar hasta dónde podrá llegar.

El mismo día el ex presidente dio otra muestra de autoridad, en un nuevo movimiento para pararse como jefe del espacio. Macri participó por videoconferencia desde EEUU en una reunión del bloque de Diputados del PRO, en la que reafirmó conceptos que ya había expresado unos días antes en un almuerzo con los principales referentes del espacio: “La unidad por la unidad misma no sirve si no representamos el cambio” dijo el ex presidente, y profundizó: “la unidad es fundamental, pero la prioridad ahora es el cambio”. Sus dichos no fueron en abstracto. El destinatario del mensaje era el radicalismo, de quien Macri pidió despegarse cada vez que el partido centenario apoye alguna iniciativa del Gobierno.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

“Si el radicalismo tiene otras ideas, que son respetables pero que se alejan de nuestra identidad, en las PASO tendrán su candidato y los argentinos elegirán qué prefieren. Si no nos diferenciamos, vamos a pagarlo electoralmente” disparó Macri, quien continúa muy enfrentado con Gerardo Morales por su diálogo con Sergio Massa y a quien no le perdona el comunicado que le arrancó a la mesa nacional de JxC en el que se explicitó que la coalición no incorporaría a Milei a sus filas.

La postura de Macri es radical: diferenciarse en absolutamente todo del oficialismo y obstruir cualquiera de sus iniciativas, embarrar la cancha para desgastarlo todo lo posible de cara al año que viene. La bronca de Macri fue debido a la votación del bloque de la Ley de respuesta integral al VIH, las hepatitis virales, la tuberculosis y otras infecciones de transmisión sexual y la de industria del cannabis medicinal. Ambas medidas difícilmente puede ser vistas como leyes sobre las que el oficialismo pueda construir un rédito político muy importante y pasaron bastante desapercibidas en la agenda, lo cual refuerza la idea de que Macri pretendo obstruir todo, sin importar cuán relevante sea la medida para el oficialismo.

NO DEJARSE CORRER POR DERECHA

Pero ese juego de Macri no puede comprenderse por completo sin analizar el fenómeno Milei y el escenario electoral de tres tercios que empiezan a reflejar muchas encuestas. El líder de La Libertad Avanza aparece como uno de los posibles candidatos con más intención de voto medido en términos individuales y su proyección nacional crece. El problema para JxC es que la mayoría del apoyo a Milei proviene de votantes del macrismo, por lo que la ruptura que el libertario significa de la polarización con el Gobierno terminaría hipotéticamente beneficiando al oficialismo.

Es por eso que Macri juega fuerte para llevar a su espacio hacia posiciones más radicales que compitan con el discurso de Milei, y en esa postura termina favoreciendo la posición de Bullrich por sobre la de Larreta en la interna. Las diferencias entre ambos, harto conocidas, quedaron todavía más claras en sus discursos frente a su público natural en la cena de la Fundación Libertad.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

Larreta, que abrió el encuentro, fue categórico al afirmar que “hay que negociar, ceder poder para poder hacer”. La línea del Jefe de Gobierno porteño es la búsqueda de ampliar el alcance de la coalición opositora para construir gobernabilidad más allá de un eventual triunfo electoral: “contar con legitimidad y mandato social para encarar las transformaciones y lograr sostenerlas en el tiempo. Porque el cambio, si no se sostiene en el tiempo, más que cambio es una anécdota” sintetizó en su intervención.

Ese intento de acercamiento con otros actores es visto como un error táctico por Bullrich y por Macri. “No podemos jugar al medio. El medio es la continuidad de la decadencia” dijo a su turno la presidenta del PRO, quien fue junto con el ex presidente la principal impulsora de acercarse a Milei, propuesta vetada por la UCR y la Coalición Cívica. “Hay un solo camino, el del cambio profundo, cojonudo” remató Bullrich, dejando en claro que su Mirada es llevar a JxC a la intransigencia que pretende Macri para disputarle el enojo de la sociedad a los libertarios.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

Larreta, por su parte, busca contener a los sectores de la coalición que no se sienten representados por esa intransigencia, ya sea por convicción o por conveniencia. En ese punto tiene una alianza con Elisa Carrió, quien cada tanto sale a pegarle a Macri por sus movimientos. Hace dos semanas criticó con mucha fuerza la foto que el ex presidente se sacó con Donald Trump, “me dio vergüenza” dijo. Esta semana hizo lo propio al criticar los contactos de Macri con Ricardo Lorenzetti, y también fue noticia por haberse ido temprano de la cena de la Fundación Libertad, presuntamente molesta con el ex presidente.

LA PROVINCIA

El Jefe de Gobierno porteño llevó también esta semana su prédica de amplitud y su operativo de contención a tierras bonaerenses. El jueves visitó a Julio Garro en La Plata, desde donde afirmó “los que quieran participar, todos a las PASO” en referencia a las disputas por candidaturas. Ni el escenario ni su acompañante fueron una casualidad. Garro lanzó hace unas semanas un partido propio junto a Grindetti, Hacemos Juntos, con la intención mutua de consolidarse en la interna por la candidatura a gobernador de la provincia. Para ese lugar también están anotados Cristian Ritondo y Diego Santilli. Ritondo responde a la estructura de la ex gobernadora Vidal y viene teniendo distintos gestos de apoyo de Macri. Larreta busca contener a los intendentes a pesar de que su candidato es Diego Santilli, quien el miércoles también visitó a Garro en La Plata.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

El escenario bonaerense es complejo para Juntos y desde el interior del Gobierno porteño dicen que la prioridad es ganar la elección nacional, asumiendo que el peronismo tiene más chances de retener la provincia. Sin embargo, ninguno de los múltiples candidatos del PRO se baja de sus aspiraciones, y los movimientos parciales van configurando un escenario de dos bloques, con los intendentes alineados con Larreta por un lado y el vidalismo representado por Ritondo y apoyado por Macri por otro.

LOS RADICALES

A eso hay que sumarle el condimento del radicalismo. En el PRO prácticamente descartan la posibilidad de presentar más de un candidato propio en las PASO bonaerenses, porque eso significaría arriesgarse a perder la interna con el candidato que presente la UCR. Facundo Manes sería la opción natural para esa candidatura, pero el neurocientífico ya dijo que no le interesa competir por la gobernación y el lugar todavía está vacante.

A nivel nacional el radicalismo se siente más fortalecido que en otros momentos y se muestra decidido a plantearse como una alternativa al PRO. El principal impulsor de esa línea es el Gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, que vive a los chipazos públicos con Macri a quien ya dijo que no votaría y le bloqueó el acercamiento de la coalición con Milei. Morales quiere ser candidato a presidente, pero hoy por hoy no tiene alineada a toda la estructura partidaria. Una línea de renovación se mueve con el Gobernador correntino, Gustavo Valdés, como principal figura y coquetea con Larreta.

Tensiones amarillas que ni la interna del Gobierno puede tapar

El presidenciable porteño comenzó a dejar trascender que quiere a Valdés como compañero de fórmula para el año que viene, en una jugada que a la vez abona a su postura de amplitud y cerca las aspiraciones de Morales. Los tres se reunieron este viernes en corrientes, en un encuentro del que también participó Rodolfo Suárez, Gobernador de Mendoza, quien suena para el Senado en 2023 ante la voluntad de Alfredo Cornejo por volver a la gobernación mendocina. La reunión de los cuatro dirigentes que ocupan los más altos cargos institucionales que hoy por hoy tiene JxC tuvo como pantalla una agenda ambiental y de turismo, pero en lo político significó todo un gesto hacia el ala radicalizada de la coalición. Los podrán separar aspiraciones personales, pero hoy parece unirlos más el espanto el espanto a Macri, Bullrich y Milei.

La vereda amarilla de la grieta tiene tantas o más diferencias que las que hoy aquejan y traban al Gobierno. La pregunta que surge es cuán profundas serán esas diferencias, y si los movimientos tácticos de hoy confluirán todos en una misma estrategia el año que viene, o si la radicalización de una de la fracciones terminará rompiendo el espacio. Hoy por hoy eso no pareciera ser la opción que más cotiza, pero si el factor Milei sigue apretando la tensión interna puede crecer.

Lo que queda claro en el estado actual de la cosas es que Mauricio Macri sigue marcando el pulso de JxC, como de alguna manera lo hace CFK en la otra orilla. Todavía nadie descarta el bombazo de que el ex presidente decida jugar él como candidato, aunque su imagen negativa lo condena en una fuerza que decide casi todo en base a encuestas. Por ahora Macri tiene la palanca y sólo podrá sacársela quien mida lo suficiente como alinear tras de sí a la mayoría de la coalición.