En el tiempo que se abre, hay tres elementos que valdría la pena tener en cuenta, todos los cuales fueron puestos en primer plano en los discursos de los candidatos ganadores y perdedores de la elección.

El primero, al que se refirió́ el gobernador electo de la Provincia de Buenos Aires Axel Kicillof de un modo anticlimático y plagado de cifras, es que la herencia que deja el ciclo macrista es realmente pesada. El diagnostico de “tierra arrasada” quizás sea discutible, pero lo cierto es que todas las variables económicas y sociales auguran que, como dijo Cristina Fernández de Kirchner “se vienen tiempos que no son fáciles” y que el próximo verano será́ caldeado más allá́ de lo que marquen los termómetros. Al parecer, la “luna de miel” que suele caracterizar las primeras semanas de todo nuevo gobierno puede resultar más breve de lo que cabría esperar.

La segunda cuestión fue objeto de los discursos de los referentes cambiemitas al reconocer su derrota. Ellos perdieron de modo inapelable, como era de esperarse en medio de la crisis y con un peronismo unido enfrente, pero lo hicieron con un porcentaje de votantes nada desdeñable. Se van del gobierno nacional, pero su impronta parece lejos de haberse extinguido. Aun cuando está claro que Macri y la nueva política de Marcos Peña fracasaron de modo estrepitoso, también conviene considerar que su proyecto continuará estando presente en los próximos años. En este sentido, habrá́ que prestar atención a la activación de una parte de la sociedad unida no solo por su rechazo cultural al peronismo, sino también por la visión de que la desigualdad es un hecho natural que refleja los méritos de los individuos y por considerar ilegítimos a los sindicatos, los movimientos sociales y los líderes partidarios que no concuerdan con su perspectiva

El tercer elemento es el que destacó Alberto Fernández en su celebración. Después de agradecer a los votantes y los militantes, de asegurar que su fuerza política volvió́ mejor de lo que se fue, de insistir en que su frente no es apenas de los propios, sino de todos, marcó un rumbo, una agenda mínima centrada en valores como la igualdad, la solidaridad, la producción, el trabajo y lo público. Es esta última idea, la de lo público, la de lo compartido, sobre la que vale la pena detenerse un momento para pensar lo que viene. Porque más allá́ de los problemas económicos (gravísimos), lo cierto es que el próximo período presidencial tendrá́ que lidiar con una reconstrucción de lo público que no será́ fácil. En los próximos meses será́ necesario no solo “desengrietar” políticamente, sino también comenzar a reparar a una sociedad profundamente fragmentada y herida.

En la búsqueda de una reparación concreta, en pos del éxito de un gobierno que plantea ser “de todos”, los hechos siempre son fundamentales, como decía Charles Dickens en Tiempos difíciles. Pero, como también insinuaba el novelista inglés, junto con los hechos, serán necesarias narrativas inclusivas, abiertas, esperanzadoras. Para eso, para reconstruir lo compartido, para poner pilares sobre lo que reedificar lo público, para retomar al pluralismo como un eje central, los argentinos vamos a precisar volvernos a pensar como ciudadanos que, pensando muy distinto, elegimos continuar juntos. Dicho de otro modo: los argentinos precisamos hoy, más que nunca, hacer política.

*Doctor en Ciencia Política. (UNL-CONICET)