“Está claro que ya hay un proceso de flexibilización laboral de hecho. Hoy las condiciones de trabajo se digitan dentro de las empresas”, señala el ex ministro de Trabajo Carlos Tomada en entrevista con Diagonales. Dirige el el departamento de Capacitación y Estudios sobre Trabajo y Desarrollo (CETyD-IDAES) de la Universidad de San Martín y, junto a otras entidades (Atenea, Cifra, ITE-GA y OCEPP), presentaron un documento con medidas para incluir en el armado de una “agenda urgente para una sociedad de trabajo”, que permita revertir la actual crisis laboral. Entre las medidas más urgentes, insiste en realizar un ajuste del salario mínimo como señal política. El ex funcionario hace un alto en la discusión entre el Gobierno y los gremios, donde el objetivo parece demonizar la sindicalización. En este contexto, Tomada asegura, no debería ni sugerirse una reforma laboral. Aclara que se puede ir por una recuperación relativamente rápida del poder adquisitivo de los salarios sin que eso desborde en mayor inflación. “Confío en la responsabilidad de los actores sociales”, asegura el director del CETYD.

En medio de la campaña electoral, se lo exhibe a Cambiemos muy enfrentado con los gremios. ¿Es alguna señal al electorado?

-No puedo más que confrontar con la idea que intenta imponer este gobierno acerca de que los gremios son un obstáculo para el crecimiento económico. Como espacio de pensamiento, creemos en un modelo que plantea las leyes, las instituciones y los sindicatos como factores necesarios para alcanzar ese desarrollo, tal como ocurrió en buena parte de la historia argentina y, especialmente, en momentos en que primaron esta clase de políticas neoliberales. Hay que hablar de medidas concretas para frenar la pérdida de empleo.

"No puedo más que confrontar con la idea que intenta imponer este gobierno acerca de que los gremios son un obstáculo para el crecimiento económico". 

El ministro de Producción y Trabajo, Dante Sica, asegura que hay creación neta de empleo.

-Hace 17 meses que se destruye empleo formal y lo poco que se crea es precario, autónomos, monotributistas. Son los empleos más precarios. Los principales rubros que crecen hoy son personal doméstico y algo en la construcción. Y aumentó también mucho el empleo no registrado. Con el gobierno anterior lo bajamos en 18 puntos y ahora está otra vez en niveles por del 36 por ciento.

¿Qué opina acerca de discutir una reforma laboral?

-Está claro que ya hay un proceso de flexibilización laboral de hecho. Hoy las condiciones de trabajo se digitan dentro de las empresas. Un ejemplo, es la denuncia de Sanidad a una clínica que quiere imponer a sus médicos el uso de muñequeras digitales para poder hacer un seguimiento de los empleados. Entonces, en este marco de política económica, aprobar, tratar o hasta incluso sugerir una reforma es una barbaridad. Dicho esto, sí, digo: en otro contexto, otro gobierno y otro equilibrio de fuerzas, se pueden analizar cambios que regulen y protejan a los trabajadores.

¿Cuál es la prioridad?

-La prioridad es atacar el empleo precario y regular ya la tercerización del empleo, que hoy es un elemento de fraude laboral.

¿Cómo?

-Lo que tenemos que hacer es que se aplique el mismo convenio de la empresa madre a la subcontratada. Si es la misma actividad, no debería haber diferencias. De esta manera, se frena inmediatamente el uso de la tercerización para abaratar costos. Es una solución intermedia y sería soportable económicamente, porque las empresas estarían compitiendo con las mismas reglas y no se degradaría tanto el salario. Hay que plantear propuestas concretas. No podemos seguir con una estructura ocupacional tan precarizada. No es que no existiese anteriormente la informalidad en el empleo, pero en los últimos años lo que se ve es un crecimiento exponencial que se hace cada vez más preocupante en un entorno de fuerte destrucción del empleo.

"No podemos seguir con una estructura ocupacional tan precarizada".

Parece haber cierto acuerdo de la oposición en que la recuperación del poder adquisitivo tiene que ser muy paulatina para no generar tensiones inflacionarias. ¿Coincide?

-En ese aspecto tengo mis diferencias en el planteo. Se requieren medidas urgentes para mejorar el ingreso de los hogares. Tiene que haber un aumento del salario mínimo. En estos años perdió en relación incluso contra los salarios de convenio, siendo estos últimos que estuvieron por detrás de la inflación. Tiene que ser una medida importante para dar la señal política de que cualquiera sea el esquema de funcionamiento, los salarios no van a perder más capacidad adquisitiva. Debe darse el ritmo de tarifas y salarios acompasado, también en la misma señal de recuperar poder adquisitivo. No pueden seguir subiendo los precios un 400 por ciento y los salarios un 200.

¿No cree que podría generar tensiones si los empresarios trasladan esos aumentos a los precios?

-Confío en la responsabilidad de los actores sociales. En un marco de recuperación del proceso económico hay margen para avanzar en una mejora de los salarios. No decimos solamente poner un número. Nadie promete pagar lo que no puede pagar ni exige cobrar lo que sabe que no le van a pagar. Es una cuestión de principios. Partimos de la idea de que la seguridad social es una decisión política sobre cómo cuidar a los ciudadanos. También hay que pensar nuevos mecanismos de financiamiento de la seguridad social.

¿El sistema previsional es insustentable?

-Para vincularlo con lo que estábamos hablando, es necesario recuperar el trabajo formal para que haya financiamiento del sistema de seguridad social. Además, tenemos que recuperar el esquema anterior de movilidad y establecer una actualización que opte por “el mejor” entre el índice de inflación minorista (IPC) y el de salarios (Ripte), según el que sea el más alto. También plateamos la necesidad de reducir el plazo entre el período que se utiliza como promedio para el cálculo (el semestre anterior) y el momento de la actualización. No debería superar los dos meses previos.

¿Habría que modificar los aportes patronales?

-Sí. Hay que volver a un esquema de contribuciones patronales para las grandes empresas en el 21 por ciento, para financiar que las pequeñas paguen menos. Algunas cosas todavía están vigentes. Hay una ley que pasó desapercibida en el final de nuestra gestión: un sistema de contribuciones patronales donde la microempresa hasta cinco empleados pagaba la mitad de los aportes. No por única vez. Era una política. También se podría estudiar un cambio en las alícuotas de los impuestos que van a financiar el sistema previsional.

"Hay que volver a un esquema de contribuciones patronales para las grandes empresas en el 21 por ciento, para financiar que las pequeñas paguen menos".

¿Se puede ser competitivo sin ser un país de salarios bajos?

-No hace falta ser un país de salarios bajos para ser competitivos. El empresario que cree que vamos a trabajar por un plato de arroz, que busque establecerse en otro lado. Ya se intentó con bajar los salarios y cayó el empleo y no hay inversión. No hay ninguna posibilidad de seguir por ese camino. La competitividad tiene que venir de investigación, capacitación de la mano de obra, de la logística. No de los salarios.