Hay una pregunta que lícitamente nos podemos hacer: ¿es este un 25 de Mayo más? Y digo lícitamente porque nuestra historia está compuesta por varios 25 de Mayo. El de 1810, por supuesto, pero también el del 73 y el del 2003, por mencionar dos ejemplos paradigmáticos dentro de nuestra historia, la del peronismo. Y que no se malinterprete por favor, no es mi intención poner en pie de igualdad las fechas ni restarle importancia a una y sumarle a otra. Lo que quiero decir es que las fechas son poderosas y su elección no tiene nada de ingenuo.

Pero este 25 de mayo de 2019 no se trata de una revolución, ni de la asunción de ningún presidente. Y sin embargo, para muchos de nosotros, este 25 también tiene un aroma a futuro, como cuando sentimos el olor a tierra mojada y sabemos que pronto unas gotas comenzarán a caer del cielo. Un aroma que sobrevuela en el aire. Los aromas, como las fechas, también apelan al recuerdo. Son como chispazos en la memoria que nos hacen relacionar sucesos y sensaciones: dónde estábamos, qué estábamos haciendo, cómo nos sentíamos. Está claro que para nosotros no es una fecha más.

Si tuviera que arriesgar diría que este 25 de mayo de 2019 no sólo tiene aroma a futuro sino que además tiene la forma de una invitación. Y no una especial y restringida, sólo para algunos, sino una bien amplia, una en la que cabemos todos. Una invitación que nos llega del pasado, escrita por quienes ya no están, por quienes forjaron los 25 de Mayo precedentes, en donde se nos exige construir un país mejor para quienes hoy padecen la desidia y la angustia del presente, y para aquellos que están por venir.

Este 25 de mayo de 2019, nuestro espacio político presenta en un acto la fórmula que competirá a presidente y vice, compuesta por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner. Una fórmula que hemos llamado “de la esperanza”, es decir, sobre la que se espera algo; en otras palabras, una fórmula para el futuro y del futuro. Un futuro distinto a este presente. Si así no fuera la necesidad de llamarla de ese modo no existiría: si sólo quisiéramos un cambio la llamaríamos “la fórmula del cambio”. Pero nosotros no queremos un cambio, queremos algo mucho más profundo, algo diametralmente opuesto a lo que tenemos. Y no se trata sólo de medidas, se trata más bien de fundamentos.

Retomando la pregunta con la que se iniciaron estas líneas, se puede decir que hay motivos suficientes para pensar que este 25 de Mayo de 2019 no es uno más. Incluso, tengo la sospecha de que será parte de la extensa galería de fechas que dan forma a nuestro movimiento. De todas maneras, serán los eventos quienes lo decidan, tamizados por la óptica del historiador o el relato de sus protagonistas. El pasado siempre es leído con la contraseña del presente y ese también es un motivo más para asegurar otro futuro.

Pero este 25 de Mayo, como todos los demás, habrá pasado. Y como sabemos, los días le sobrevendrán: 26, 27, y así sucesivamente, como hojas que se lleva el viento. Será nuestra tarea condensar, en cada acción, el espíritu de futuro y apertura que anida en esta fecha. Como dijo Alberto Fernández: “se trata de volver mejores”.

Las fechas que solemos utilizar para hablar de nuestra historia son como los puntos de un mapa: sirven para orientarnos. Nos dicen de dónde venimos pero también nos permiten elegir este o aquel camino. Pero el mapa no es el territorio: el primero es la representación del segundo. El primero es prolijo y se sostiene sobre una ciencia; el segundo, en cambio, es salvaje y lleno de accidentes. El primero son las fechas, el segundo los hechos. Nosotros ya tenemos nuestro mapa, ya tenemos nuestros 25, y ya tenemos nuestra fórmula: ahora sólo nos queda recorrer el territorio sumando a todos los que más podamos. Porque, al fin y al cabo, allí es donde se ganan las batallas. Como dijo Rodolfo Walsh: “los hechos de estos días son los que importan. Pero más que escribirlos, hay que producirlos”.

* Presidente del Bloque de Concejales de Unidad Ciudadana de San Fernando. Twitter: @matimolle